15.2.2013

El Rol del Gobierno de la Ciudad, Los Grupos Privados y La Academia

El quiebre más significativo entre los proyectos realizados en la ciudad antes del año 2004, y los posteriores a esta fecha, responde a un cambio profundo en las políticas públicas y a la valorización de la ciudad como sistema. Hasta ese momento, se había tratado básicamente de la implementación de proyectos absolutamente innovadores, con gran componente social, que resultaron exitosos y actuaron como disparadores de la renovación urbana; sin embargo, la idea de ciudad como elemento integral y del tratamiento de ésta como tal, aún no existía realmente.

Hay un componente profundamente significativo en la política desarrollada por el gobierno de Sergio Fajardo, que es, de hecho, la razón por la cual debe detallarse como parte imprescindible del desarrollo urbano que se llevó a cabo durante su período de poder, y el subsiguiente de Alonso Salazar. Este componente es la comprensión y la utilización de la arquitectura como medio, como herramienta de llegada a los grupos socialmente más carenciados y como “expresión social poderosa” .
Apoyados en la idea de una reconstrucción social que partiría de una ciudad en donde la educación ya no sería un privilegio sino un derecho accesible para todos, Fajardo y su equipo trabajaron en la implementación de una serie de programas que apuntaron no sólo a la presencia real de nuevos colegios y bibliotecas en todos los barrios más necesitados, sino a la incorporación del estudio de la ciencia y la tecnología como oferta ordinaria para todos los habitantes de la ciudad. Los lugares en donde este nuevo concepto de educación sería llevado a cabo constituirían nuevos símbolos para la gente. Estos símbolos son, en verdad, íconos arquitectónicos, alrededor de los cuales se inicia la movilización social.

La identificación de los problemas urbanos locales, propios de la ciudad de Medellín, que claramente se relacionaban con la degradación resultante de los períodos anteriores de violencia y gran desigualdad social, fue uno de los pilares de este gobierno para un trabajo eficaz y significativo. La arquitectura aparecía, entonces, como la herramienta para solucionar estos problemas, y el concepto a través del cual se fue implementando, con programas y planes integrales, es el “urbanismo social”.
Esta visión integral y el reconocimiento del proyecto urbano-arquitectónico como medio para intervenir los sectores estigmatizados de Medellín es lo que fue definiendo una política de ciudad; la conformación de un equipo interdisciplinario, por otro lado, a cargo de la implementación de estos proyectos, fue lo que garantiza la concreción y el seguimiento del concepto de urbanismo social. Una de las principales premisas de este mecanismo es el “planear haciendo”, que apunta a la realización de los proyectos al tiempo de su planificación: una intervención real y concreta en cada uno de los sitios, que no se queda en papeles sino que utiliza a sus equipos de trabajo in situ para llegar a un conocimiento profundo del lugar, sus habitantes y dinámicas y asegurar, así, los mejores resultados.

Todo este trabajo es llevado a cabo, específicamente, por la Empresa de Desarrollo Urbano (EDU).

La EDU fue creada a comienzos de los años noventa como un organismo de la alcaldía para la promoción inmobiliaria y el desarrollo de proyectos urbanos, pero fue recién en 2002 cuando se le otorgó personería jurídica municipal, patrimonio propio y autonomía administrativa y financiera. La línea más importante de trabajo de la EDU, y su principal misión como organismo, es el diseño y la ejecución de los llamados proyectos urbanos integrales (en adelante, PUI), que se desarrollan en tres sectores de la ciudad con los menores índices de desarrollo humano y de calidad de vida: el PUI nororiental, desarrollado en las dos comunas con menores recursos e históricamente de mayor violencia de Medellín, en donde se construyó el primer metrocable como elemento inicial de intervención física y social; el PUI de Moravia, barrio desarrollado espontáneamente sobre el antiguo botadero de basura y en donde habitan más de 45 mil habitantes en menos de medio kilómetro cuadrado, y el PUI de la comuna 13, uno de los municipios tomados con mayor fuerza por paramilitares y milicias durante años.

La figura de gestión vital para los PUI es la del gerente de proyecto, quien está a cargo de cada uno de estos programas y funciona como eslabón entre la gente del barrio, el proyecto y la EDU. El proyecto del PUI nororiental fue el primero en ser implementado y se tomó como modelo para los demás.

La gerencia de la EDU está focalizada en el componente urbano-arquitectónico de los programas. El primero en ocupar este cargo fue el arquitecto Alejandro Echeverri, quien venía participando activamente en el proceso de definición de estas intervenciones urbanas desde el grupo de Estudios del Norte; según su propia perspectiva, los tres componentes esenciales de los PUI son el institucional, desde el que se concreta una acción integral de políticas de gobierno en un territorio particular, el de participación comunitaria y la comunicación entre ésta y la gerencia; además, un último componente de transformación física, básicamente reflejada en una arquitectura y un espacio público “de pertenencia”.

Además de esta línea de acción se plantearon otras cuatro: equipamientos (para educación y seguridad, en donde entran los proyectos de parques-bibliotecas), vivienda social, paseos y calles (que abarca el proyecto de avenida Carabobo) y movilización y transporte (que incluye proyectos de infraestructura complejos y aún en desarrollo, como el metroplus).

La EDU comienza, entonces, a ser el cuerpo técnico que utiliza la alcaldía para la implementación de este nuevo concepto de urbanismo social. En este punto, el POT deja de tener su preponderancia original y lo que funciona como verdadera herramienta de gestión urbana es una serie de proyectos con equipos, presupuestos y etapas bien definidas.

La unidad de mando de aquel primer momento, desde Sergio Fajardo y los funcionarios que lo rodeaban, llevaba un seguimiento semanal del desarrollo de los proyectos. Con una agenda organizada, que analizaba problemas de alta, media y baja complejidad, el equipo de gobierno se encontraba sistemáticamente con el equipo de diseñadores, planificadores, ingenieros y especialistas para ir logrando las soluciones requeridas y resultados concretos.

En conjunto, y desde lo que se enmarca puramente en temas del gobierno local, éstos fueron los diferentes mecanismos que hicieron posibles los primeros cambios profundos a nivel urbano y arquitectónico en Medellín. Todas las obras de arquitectura construidas, o comenzadas en este período, son las que constituyen el bagaje más importante, tanto sociocultural como visual y estético, de la ciudad actual; sin embargo, su seguimiento posterior cae en un terreno algo conocido en Latinoamérica, que tiene que ver con la falta de mantenimiento y de continuidad en manos de diferentes alcaldías. Al no sistematizarse política y legalmente ciertos mecanismos, que en otros momentos se comprobaron exitosos o relativamente exitosos, el destino de estas obras comienza a verse afectado en parte. Con todo, para su funcionamiento, el gobierno de Fajardo estableció “modelos de sostenibilidad” que también demostraron un buen resultado, aunque más eficazmente en algunos casos que en otros.

Los proyectos de los parque-bibliotecas, por ejemplo, son los que mejor han funcionado hasta ahora. En estos casos se pactó una alianza entre la Secretaría de Cultura y las cajas de compensación familiar, lo que deja de lado la carga financiera por parte de la alcaldía y la consecuente dependencia de los cambios políticos. El objetivo de este pacto es que la educación se administre y entregue puramente desde el poder público, sin concesión a entes privados. Las Cajas de Compensación de Colombia son, básicamente, modelos de sistema de compensación familiar, que se apoyan en la responsabilidad social de los empresarios y en la compensación entre trabajadores de mayores ingresos a favor del bienestar de aquellos de menores ingresos y sus familias. Estas cajas, nacidas hace más de cincuenta años, actúan en el marco de la protección social y son vigiladas por el Estado; en Medellín, las que forman parte del programa de administración y mantenimiento de los parque-bibliotecas son Comfama y Comfenalco Antioquia.

Los modelos para el programa “Colegios de calidad”, por otro lado, se basan en un compromiso tripartito de entidades “aliadas” al municipio: una universidad “madrina”, que funciona como aliada académica y articuladora; una empresa o grupo privado, que participa como gestor social y, sólo en algunos casos, un colegio o institución internacional que actúa de socio modelo. En los últimos dos años se ha demostrado que este modelo, elaborado para los colegios, no funcionó con el mismo éxito que el de las bibliotecas, identificando consecuentemente la presencia de las cajas como mejores entes de intervención social.

Posibilitando los modelos de acción, intervención y sostenimiento del proceso de transformación de la ciudad, iniciados por el gobierno local y facilitados por el nuevo régimen de descentralización político administrativa, aparece necesariamente el origen y el manejo de sus recursos financieros. Al respecto, cuando comenzaron los cambios mayores en 2004, hubo dos mecanismos esenciales que permitieron la afluencia de los fondos necesarios para la materialización de los diversos proyectos y programas planteados.

Uno fue el que surgió de la actualización, por mandato legal y de manera gradual, del catastro inmobiliario. Esto significó que el valor del impuesto predial —que se cobra en Colombia como ingreso tributario por la tenencia de tierra o propiedad— fue reajustado sobre la base de estudios, encuestas y un trabajo conjunto de concientización ciudadana denominado “Aquí están sus impuestos”. Este programa se ocupó de demostrar a la comunidad cómo el pago tributario estaría realmente destinado a diferentes acciones para el bienestar público y, consecuentemente, se fue logrando mayor control de la evasión de impuestos, al tiempo de una fiscalización más equitativa en el cobro de éstos.

El segundo mecanismo fue el de la renegociación del pago de la deuda del metro, contraída en los inicios de su construcción frente a la Nación por parte del departamento de Antioquia y el municipio de Medellín. Por medio de un acuerdo de pago que involucra, entre otros puntos, un sistema de respaldo de la cancelación de la deuda por medio de rentas municipales (sobretasa a la gasolina) y departamentales (impuesto al cigarrillo), ésta se financió con un plazo de ochenta y tres años, aliviando significativamente los recursos de la ciudad.

Adicionalmente a estas iniciativas, se acudió a créditos de tesorería por parte del Instituto para el Desarrollo de Antioquia (IDEA) y a las transferencias de EPM. IDEA es una institución que presta servicios de crédito y garantía a favor de obras de servicio público que se proyectan en el departamento de Antioquia, en tanto que EPM es el grupo empresarial que opera la prestación de servicios de energía, aguas y telefonía para la mayoría de las regiones de Colombia, que se ha constituido como el mayor del país y como una de sus compañías más grandes. Desde su fundación en 1955 por parte del municipio de Medellín, EPM ha sido de vital importancia para el desarrollo de esta ciudad, principalmente mediante el aporte de fondos y transferencias. La relación administrativa con la alcaldía es particularmente estrecha, ya que su estructura está basada en el funcionamiento conjunto de dos órganos: el gerente general y la junta directiva; la última está presidida por el alcalde de Medellín y un grupo de personas elegidas por él.

Entre los programas más importantes apoyados por EPM para la ciudad se destaca el de los diez colegios de calidad, para el que aportó, como parte de las celebraciones de su cincuenta aniversario, 160 mil millones de pesos colombianos. Al mismo tiempo, la ejecución de proyectos urbanos con alto componente social es dirigida por la Fundación EPM, creada en 2000 con el objetivo de fomentar la educación y la cultura en todos los sectores de la ciudad.

Estas fuerzas económicas, políticas, sociales, legales y de gestión, nacidas tanto en el sector público como en el privado, se combinaron además con las fuerzas de creatividad, innovación e investigación, propias de la academia. En este sentido, la presencia y actuación de la Universidad Pontificia Bolivariana (UPB) fue de importancia primordial, específicamente desde su Facultad de Arquitectura y Diseño.

Uno de los períodos más fructíferos en relación con la ciudad y sus procesos es el que coincide con el decanato del arquitecto Jorge Pérez Jaramillo, quien comienza su mandato en 1993 y lo finaliza en 2001. A lo largo de estos ocho años, esta casa de estudios se caracteriza por una apertura particular hacia lo que estaba sucediendo en el mundo y por la búsqueda de referencias de actualidad en los arquitectos y la arquitectura internacional; esta tendencia se reflejó claramente en la cantidad de arquitectos reconocidos, esencialmente de Europa y de otros países de Latinoamérica, que fueron invitados a participar en clases especiales, workshops y otras actividades de intercambio. Entre ellos, figuraron Luis Fernández Galiano, Carlos Ferrater, Antonio Cruz, Álvaro Siza, Fernando Tábora, Eduardo Souto, Paulo Méndes da Rocha, Luigi Snozzi, Salvador Pérez Arroyo, Manuel de Solá Morales, Elías Torres, Pep Llinás, Jordi Garcés, Carlos Jiménez, Gorka Dorronsoro y Manuel Delgado.
Esta visión académica más global y arriesgada, con una fuerza especial depositada en la posibilidad de intervenir realmente la ciudad y originada en un deseo apasionado por la transformación positiva de ésta, se vio reflejada en la participación de los grupos de estudio de la universidad dentro de los proyectos que comenzaban a generarse desde el gobierno o desde entes privados, como EPM.

El Parque de los Pies Descalzos, por ejemplo, surgió en 1998 como una contrapropuesta del Laboratorio de Estudios Urbanos de la UPB a un proyecto de extensión y renovación del aparcamiento del edificio de EPM, en un lote semiabandonado en el área central de Medellín. La idea de una intervención urbana con el objetivo de crear un nuevo espacio público fue una sugerencia del decano Pérez Jaramillo, quien había sido consultado desde EPM, y el proyecto se terminó desarrollando completamente por quienes lideraban el laboratorio.

Siguiendo la línea de apertura académica y de la búsqueda de posicionamiento dentro de la comunidad internacional, en 2000 la UPB logró la validación del Royal Institute of British Architects, cumpliendo así con altos estándares de calidad.

Inmediatamente posterior a este decanato asumió el arquitecto Carlos Mario Rodríguez, quien culminó su período en el 2004 para ingresar como gerente de la EDU. Durante su mandato se continuaron las políticas educativas, formativas y de extensión planteadas por el decanato anterior y se dio aún mayor énfasis a la consolidación del rol social del arquitecto en la construcción de la ciudad. Con este objetivo se formalizaron laboratorios de investigación focalizados en la ciudad, como el Laboratorio de Arquitectura y Urbanismo, el Laboratorio de Estudios y Experimentación Técnica y el Grupo de Estudios en Teoría y Critica; los resultados de los trabajos realizados en este marco fueron algunos de los conceptos y las metodologías de intervención urbano-social que se aplicaron o alimentaron los proyectos del gobierno municipal. Los PUI, de hecho, se desprendieron de líneas de investigación en mejoras barriales para territorios marginales.

De esta manera, lo que funciona realmente como laboratorio, intencional y sistemáticamente, es la ciudad misma. La transferencia de modelos teóricos al proceso real de transformación de la ciudad y la participación continua de los protagonistas de los grupos de investigación, tanto como de los arquitectos con mayor experiencia profesional —quienes continúan siendo parte activa del ámbito universitario—, es lo que garantiza la responsabilidad compartida y eficiente, la mayor comprensión de las dinámicas urbanas y las necesidades que éstas acarrean y una idea de acción grupal con objetivos claros y comunes.

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