Centro Cívico de Antioquia “Plaza de la Libertad”
Plaza de la Libertad ocupa un lote en forma de L que abraza el centro administrativo La Alpujarra, sobre los bordes de avenida del Ferrocarril y la calle 42, paralela a la avenida San Juan.
El sitio y el paisaje
En el siglo pasado, este lote perteneció a los ferrocarriles y, hacia 1964, luego de su venta, a la nación, quedó bajo propiedad de la gobernación de Antioquia, a través del IDEA. Durante varios años, el sitio se utilizó, bajo una concesión, como aparcamiento público; en 2006, después de varios intentos, la gobernación de Antioquia y el IDEA llamaron a un concurso internacional para la construcción de este complejo.
El proyecto buscó constituirse como centro institucional y cultural-recreativo del área metropolitana del valle de Aburra y de la ciudad de Medellín. Tomando como base conceptual los objetivos y los programas planteados por el AMVA y los trabajos realizados a nivel metropolitano durante los últimos años, Plaza de la Libertad se identifica como un emblemático complejo de significado y accionar regionales.
El equipo ganador propuso todas las actividades sobre el brazo más ancho de la L que configura el lote, sobre la avenida, y un paseo peatonal arbolado sobre el otro brazo. Este paseo, que se complementa con un edificio de servicios, se conecta directamente con avenida Carabobo, continuando con el concepto de integración de esta importante vía con las áreas significativas de la ciudad (Proyecto Renovación de Avenida Carabobo).
Para la definición de la forma urbana del complejo —el posicionamiento de sus edificios y la relación de los espacios públicos y semipúblicos que los rodean y contienen—, este proyecto tomó como punto de partida las diferentes conformaciones preexistentes del área central de la ciudad. El resultado es una composición de múltiples recintos y construcciones que albergan y ofrecen funciones y formas diversas:
• un edificio bajo y de líneas horizontales situado sobre la avenida, que funciona como hotel ejecutivo y refleja las proporciones del CIC y del Museo de Ciencia;
• una torre de dos cuerpos —de diecisiete y veinticuatro pisos— ubicada en la punta del lote, que se establece como hito institucional y dialoga con el volumen más alto de La Alpujarra;
• una plaza cultural elevada y conectada con un gran espejo de agua, que remite a las explanadas urbanas del área;
• un bosque de carácter pasivo, plantado con especies nativas de la región;
• un volumen independiente que alberga el anfiteatro y provee una cubierta habitable que, a modo de terraza, balconea sobre todo el espacio;
• una gran rampa que, desarrollada como un espacio semicubierto adyacente al hotel, conecta niveles urbanos nuevos y existentes.
Arquitectura y escala humana
Cada uno de los edificios tiene imagen propia que, además de referir conceptualmente a las formas preexistentes del área, materializa íconos reconocibles dentro de la ciudad; sin embargo, en todos los casos, la resolución de las fachadas está relacionada con el acondicionamiento térmico, tanto del interior de los volúmenes como de los espacios públicos generados entre ellos.
El hotel está “envuelto”, exceptuando la cara oriental que se enfrenta a la plaza, por una celosía de madera y metal que mitiga la radiación solar en el lado más vulnerable y el ruido proveniente de la avenida. Esta celosía funciona como una gran cubierta común y semitransparente, debajo de la cual se encuentra también el volumen que contiene los estudios y las oficinas de la televisión regional. Entre este edificio y el hotel se genera un espacio de triple altura que, a manera de gran pérgola urbana, ofrece un área de sombra y resguardo público y, además, funciona como lobby que antecede el puente peatonal que conecta con el CIC. El espacio entre la parte superior de la pérgola y el último nivel del hotel conforma una terraza-mirador que alarga las vistas sobre la ciudad y los cerros.
Tanto el hotel como los estudios de televisión presentan fachadas construidas con pieles de vidrio templado, complementadas con aplicaciones serigrafiadas y láminas de aluminio de color, respectivamente. La fachada de la torre, con sus dos cuerpos de oficinas de diferente altura, es un sistema de pórticos y prefabricados de concreto que funciona como estructura y método de control solar. Unos jardines a media altura y otro en la cubierta de la torre más baja incorporan la presencia de verde junto con sus funciones ecológicas en esta pieza vertical.
A nivel de suelo, las rampas peatonales y los puentes se convierten en lugares de conexión entre la ciudad y el complejo. La plaza, a modo de ágora, ofrece espacios acuáticos de recreación pasiva, que se complementan con el bosque que hace referencia a las áreas naturales de la región, con variedades de especies y de escalas diversas. Tanto el agua de lluvia recolectada en la superficie de los estanques de la plaza como en la cubierta del centro cultural es reutilizada para las fuentes y los espejos de agua del complejo. Por debajo de éste, ocupando en planta un espacio en forma de C, aparecen los aparcamientos públicos.
OPUS – Oficina de Proyectos Urbanos, es un estudio de diseño arquitectónico, urbano y del paisaje, fundado en Medellín Colombia, por los arquitectos Manuel Jaén Posada, Carlos Andrés Betancur Cifuentes y Carlos David Montoya Valencia. Proponemos una arquitectura integrada al paisaje, con soporte conceptual y conciencia ambiental, que cumpla con los requerimientos funcionales, y que tenga al hombre como punto de partida y fin.
Toro Posada Arquitectos cree en una arquitectura de participación. Nuestros proyectos – cívicos, académicos, comerciales y residenciales – conectan a las personas con las ideas, con su contexto físico y cultural, y con los demás. El resultado es arquitectura con elegancia, integridad y belleza.