15.2.2013

El Cambio del Milenio (el presente)

La iniciativa del gobierno colombiano para la implementación de planes de ordenamiento territorial (en adelante, POT) significó un cambio profundo en la forma de pensar y repensar las ciudades, sus estructuras naturales y construidas, la oferta pública para sus habitantes y su rol participativo. Como ciudad capital, Bogotá fue protagonista de otro proceso intenso de transformación desarrollado mayormente entre 1997 y 2003 y tomado como ejemplo por el gobierno y los arquitectos paisas.

Básicamente, lo que se toma e incorpora es un modelo de administración y de planificación digitado desde la esfera política, con alto protagonismo por parte de los equipos locales de planificación y arquitectura. En el ámbito administrativo, Bogotá se había caracterizado por una clara continuidad entre diferentes alcaldes que, debido a su éxito, se elevó como una de las principales metodologías a intentar seguir; complementariamente, los Talleres de Espacio Público realizados por Lorenzo Castro en Bogotá fueron unos de los antecedentes más importantes para la comprensión de la ciudad desde una nueva perspectiva, al igual que ciertos proyectos de renovación de parques y su integración con las reservas naturales.

El plan para Bogotá estuvo mayormente focalizado en proyectos de transporte e infraestructura y la reconexión de la ciudad con el sistema natural existente, que se encontraba ampliamente degradado. Con una población tres veces mayor que la de Medellín y una superficie cuatro veces más grande, esta ciudad debía responder a otros problemas y escala. Sin embargo, las diferencias entre estas dos ciudades son más profundas e históricas.

Reconocida nacionalmente como la capital industrial del país, Medellín siempre estuvo a la vanguardia en temas de desarrollo económico y urbano, e incluso en arquitectura se caracterizó por el seguimiento de unos cánones menos tradicionales que los de Bogotá. La construcción del Metro de Medellín, el primero del país, es de hecho uno de los logros más simbólicos en este sentido; en funcionamiento desde 1995, las dos líneas del metro fueron construidas por la Empresa de Transporte Masivo del Valle de Aburrá Limitada (Metro de Medellín Ltda.), creada fundamentalmente con este objetivo en 1979. Más tarde, con una primera línea en 2004 y una segunda en 2008, esta empresa agregó dos corredores aéreos, o metrocables, que conectan directamente con el metro y llegan hacia dos de las zonas altas de Medellín históricamente más estigmatizadas y con accesibilidad reducida y limitada. Finalmente, en 2010, se construyó un último tramo denominado “línea turística” que permite el acceso al Parque Ecológico Arví, el cual recupera 1.700 hectáreas de reserva natural con fines culturales y recreativos y además culmina un circuito que llega a las partes más altas de los cerros y conecta con otros municipios.

La implementación del POT, por ende, encontró un modelo importante en la ciudad de Bogotá pero, localmente, buscó responder a problemas y situaciones exclusivas de Medellín. Como todos los planes, el POT fue sufriendo cambios, adaptaciones y actualizaciones, pero lo que resta en este caso como elemento más significativo es la conciencia de la posibilidad de la transformación urbana y el reconocimiento de la fuerza política como su motor.

Coincidiendo con la llegada del nuevo milenio, con la intensificación desde el gobierno nacional de los procesos de recuperación del control de zonas de la ciudad de Medellín, que aún eran objeto de tomas y control de milicias guerrilleras, y la consecuente apertura urbana, los alcaldes comienzan a apoyar proyectos acordes.

Durante los gobiernos de Juan Gómez Martínez (1998-2000) y Luis Pérez Gutiérrez (2001-2003) se propusieron y llevaron a cabo algunos de los primeros proyectos que, individualmente, comenzaron a “cambiarle la cara” a Medellín. Algunos en la zona central, o el centro administrativo de la ciudad, y otros en las zonas del norte, que habían sido abandonadas históricamente por el Estado, estos proyectos de arquitectura y diseño urbano sentaron antecedentes importantísimos para la transformación de la ciudad. El Parque de los Pies Descalzos, el Parque de los Deseos, la biblioteca pública EPM y el parque Cisneros son los más claros ejemplos.

En los tres primeros casos, sin embargo, la presencia y actuación del grupo Empresas Públicas de Medellín (en adelante, EPM), es vital y definitoria. El Parque de los Pies Descalzos y el Parque de los Deseos fueron financiados por Fundación EPM, creada especialmente por el grupo para la implementación de proyectos con alto componente social; también comitente de la biblioteca EPM y a cargo del mantenimiento de estos tres espacios nuevos, hoy icónicos en la ciudad, éste es el grupo económico más fuerte de Medellín y el que mantiene un estrecho contacto administrativo con la alcaldía.

En 2004, con el triunfo electoral de Sergio Fajardo Valderrama como alcalde, la ciudad comienza a pensarse de manera más integral, con un objetivo de planificación basado en el concepto de “pago de la deuda social”, básicamente mediante la oferta de una educación equitativa e igualitaria. En este sentido, un nuevo concepto denominado “urbanismo social” es el que origina y el que, a la vez, aglutina todas las modalidades de intervención en la ciudad. Basadas en una decisión política de reconocimiento y posicionamiento de la ciudadanía como actor fundamental y receptor de los cambios propuestos en la dinámica urbano-social, estas intervenciones comienzan a resquebrajar las raíces de una ciudad fragmentada y a sentar nuevas bases para la existencia de una cultura ciudadana y un sistema de planificación.
Durante los dos gobiernos sucesivos de Fajardo, la ciudad atestiguó una explosión de nuevos proyectos, innovadores e incluso arriesgados, todos los cuales definieron dinámicas locales nuevas, de repercusión internacional.

En 2007, las elecciones populares para la nueva alcaldía dieron como resultado la continuación en el poder del partido independiente encabezado por Fajardo. Alonso Salazar, su cofundador, asumió el cargo con la votación más alta desde que se implementó en Medellín la elección de alcalde por parte del pueblo; consecuentemente, la consolidación de la línea de pensamiento y acción sobre la ciudad comenzada en los años anteriores fue uno de los objetivos principales del nuevo gobierno. Asimismo, Alonso Salazar siguió ampliando la cantidad de proyectos sociales y buscó el posicionamiento de Medellín como espacio metropolitano, mediante nuevos proyectos de escala regional.

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