Del CAD al BIM: potencial y desafíos para el mercado argentino

Con la tecnología BIM, el proyecto se desarrolla construyendo una maqueta virtual, en la computadora, que permite mejoras significativas en todas las instancias, desde su conceptualización inicial, pasando por el desarrollo de la documentación, la construcción, y la información adecuada para el uso y mantenimiento posterior de la obra. Mejoras que se plasman en una sorprendente reducción de costos. En junio 2010 pudimos conocer la experiencia de Falabella en Chile, expuesta por el Arq. Christian Ferrari: utilizando Revit, Naviswork, y otras herramientas BIM, obtuvieron reducciones en costos de obra del orden del 5 al 10% del valor total.

Resulta por ello sorprendente y lamentable verificar que el nivel de adopción de BIM en el país es mucho menor de lo que se puede apreciar en los demás países de la región. Y esto no sólo en comparación con  Brasil y México, sino aun tomando como referencia economías de menor tamaño que la argentina, como Chile, Perú o Colombia. El contraste es aún más llamativo si tenemos en cuenta lo que sucedía en este mismo ámbito durante la década del ´90, cuando vendíamos el software M2*Arq en toda la región y éramos -los argentinos- una suerte de vanguardia tecnológica en el área. En Brasil, en aquellos años, más de 10.000 usuarios de AutoCAD adoptaron aquel producto desarrollado en la Argentina para mejorar su productividad – algo que hoy resulta impensable.

Estimo que para dar cuenta de este fenómeno -que debiéramos intentar revertir con cierta urgencia-,  hay varios factores a ser considerados:

1 / Predomina en nuestro país una visión escéptica del  largo plazo, que sin ser una invención reciente, fue muy potenciada con la crisis del 2001. Las decisiones se toman privilegiando un retorno en el corto plazo, ya que el temor de una crisis inexorable es tan fuerte, que es el principal factor a considerar.  El cambio de CAD a BIM requiere un esfuerzo sostenido durante un lapso de varios meses, una inversión que obliga a distraer recursos de las urgencias inmediatas, por lo que queda fuera del alcance de las decisiones. Un reparo habitual al uso de Revit es: “si me piden siempre los planos para ayer!”

2 / Encuentro un consenso en relacionar la presión hacia la baja creciente de la rentabilidad de la actividad profesional en el sector, con una resignada reducción en la calidad de los trabajos entregados, en línea opuesta a lo que favorece el BIM. La documentación detallada, apta para construir, queda en manos de los proveedores o constructores en lugar de los profesionales que desarrollan el proyecto.

3 / La falta de formación de recursos humanos: la Universidad todavía no se enteró, en términos generales y salvo honrosas excepciones, del cambio tecnológico. Las instituciones profesionales comparten esta actitud de distancia al tema. El contraste en este aspecto es muy fuerte con el resto de la región. Si un Estudio o empresa desea adoptar Revit, en general debe pensar en formar sus propios recursos, lo que no es la práctica habitual en arquitectura.

4 / La falta de visión de conjunto, la cultura del “sálvese quien pueda” también conspira contra este salto tecnológico: el BIM, al concentrar la información en la maqueta virtual un reservorio común a los distintos participantes en la obra, requiere una reformulación de los límites de participación, de los premios y castigos. Este hecho novedoso ha implicado en ciertos casos la adopción nuevas reglas de juego, plasmadas por ejemplo en el método denominado IPD en EEUU, o Alianz en Australia. El BIM exige un compromiso claro de cada una de las partes en pos del resultado conjunto -la confección de la maqueta virtual-, algo que no resulta sencillo en estas latitudes.

5 / La percepción de la informática como un factor negativo en la práctica del arquitecto. La adopción del CAD produjo un distanciamiento entre el proyectista y la expresión escrita – dibujada, el plano – que dejó en la generación «senior» una prevención muy fuerte al aporte de la tecnología informática al desarrollo del proyecto.

Por estas razones, en la Argentina, la incorporación del BIM no está siendo liderada por los arquitectos, como sucede en otros países (como EEUU, Brasil, Chile o Colombia). En su lugar, y en la medida en que el potencial de ahorro en costos de la construcción es considerable, son los desarrolladores y los gerenciadores quienes están presionando para que se adopte esta nueva plataforma. Es el caso de TGLT, un desarrollador de crecimiento vertiginoso en estos años, que ha decidido comenzar a incorporar este nuevo paradigma tecnológico en sus últimos proyectos. Es también el caso de DYPSA, que en ciertos proyectos -como los hoteles Howard&Jonhson- promueve el uso de Revit para una mejor calidad de desarrollo.

De ahí que, a pesar de las dificultades mencionadas, pueda observarse un cambio alentador en la tendencia durante este último año. Como cuando se impuso la transición del tablero de dibujo al CAD, el recurso a servicios externos de BIM (outsourcing) ofrece hoy la posibilidad experimentar las ventajas y desafíos del cambio con una inversión acotada al proyecto en curso. Aún así, la migración tecnológica implica modificaciones complejas que requieren de la voluntad y el compromiso sostenido de todos los actores de la industria. Los contundentes resultados obtenidos por los demás países de la región demuestran que el esfuerzo vale la pena.

Lic. Mario Mauer