16.6.2020
La Ballena, del Parque Central de Nou Barris, Barcelona | Finalista Premios FAD 2020
Barcelona tiene un plan: hacer de la ciudad un entorno más amable para sus ciudadanos, especialmente para los más pequeños. En el marco de Ciudad Jugable, el Parque Central de Nou Barris es uno de los espacios elegidos para ubicar un juego singular.
La dinámica de co-creación ha sido eje vertebrador del proyecto desde la fase inicial de concepción, hasta la fase final de construcción. Los alumnos de las escuelas circundantes han participado en procesos co-creativos para definir los elementos que podrían estimular su juego en los espacios públicos. Su imaginación da la forma al juego singular en el Parque Central de Nou Barris: una ballena jugable.
La propuesta de los alumnos se afronta desde el estudio de arquitectura Queralt Suau que plantea el diseño del espacio de juego desde diferentes perspectivas:
• Trabajar con el juego en el espacio público como una estrategia de resignificar el lugar y construir espacios (imaginarios) compartidos.
• Articular el espacio desde la integración total de un sistema de elementos jugables.
• Constituir una experiencia sensorial y material, que posibilita la jugabilidad a diferentes escalas y asume la participación de diversas edades y condiciones para propiciar la máxima variedad de itinerarios, recorridos y acciones.
• Definir un sistema de juego, dejando espacio a la imaginación, al juego libre y a la experimentación.
• Conseguir un sentimiento de pertenencia al lugar.
Para realizar el proyecto, se suma Recreology – Lappset España que construye este nuevo espacio de juego de Barcelona, aportando su extensa experiencia en juegos singulares.
La narrativa define el espacio
El juego singular funciona como un nuevo hito en el parque, genera una narrativa alrededor que redefine el lugar facilitando la apropiación de los niños y las familias. Visible a través de las copas de los árboles, se convierte en atractor y moviliza tanto los usos del espacio como las acciones de sus usuarios. El juego recrea una situación dinámica: una ballena grande está saltando, y a su lado, otra más pequeña está volviendo a entrar en el mar, dejando ver solo su cola. De esta manera deviene un nuevo símbolo, donde el juego es el protagonista del lugar. En la gran Ballena, la barriga da lugar a un universo onírico, que despliega el imaginario de Mobby Dick o Pinoccio para reinventar el juego a partir de la fantasía.
El ecosistema de juego
El ecosistema de juego se basa en la articulación de un denso conjunto jugable, concentrado principalmente en el interior de la Ballena. Su cuerpo funciona como un gran contenedor a explorar, en que se funden espacio y acción.
La configuración espacial se asocia a la anatomía de la ballena: La boca es una gran nave con una densa trama de hamacas a diferentes alturas. Las hamacas son de color naranja, como el krill, que es uno de los alimentos principales de las ballenas. A su lado, el cerebro es un gran laberinto vertical, espacio a cruzar para llegar a los toboganes, que a su vez funcionan como la columna vertebral.
Dentro de la barriga sucede un espacio onírico que remite a los clásicos literarios, donde el gran mamífero marino alberga una fuente prodigiosa de imaginación en su interior. Un gran banco de peces se organiza en un lateral, construyendo un denso paisaje donde pasear, escalar, saltar o tocar. A medida que el juego avanza, el espacio fomenta más la autonomía.
Embarrancado en las profundidades marinas, un barco de papel plegado da lugar al juego más pausado y fomenta el descubrimiento inesperado para los menores. Paralelamente a su lado una boya que se descuelga en el interior necesita el trabajo colectivo para activar la gran aleta de la ballena, que se mueve al ritmo de juego de los niños.
La materialidad como valor
La experiencia sensorial y la materialidad plasman la narrativa espacial y activan los mecanismos de juego creativo e imaginativo. La piel microperforada provoca un continuo juego del ver o ser vistos, así que la boca de la ballena crea condiciones de cómoda sombra. El límite entre interior y exterior se desdibuja y el juego gana más autonomía sin perder seguridad.
En la boca, las hamacas se superponen a diferentes alturas creando dinámica espacial y ritmo visual. Las capas constitutivas del interior de la ballena construyen un serpenteante laberinto de cuerda y caucho, que acaba en un gran mirador.
El barco embarrancado en las dunas de caucho y el banco de 400 peces de madera de iroko protagonizan el juego de textura y tacto, accesible para todos.
Acciones y descubrimientos
Generar múltiples itinerarios jugables permite el descubrimiento personal y la improvisación libre posibilitando una variedad extensa de acciones. Se generan situaciones de juego en cualquier lugar. No hay una manera de jugar, sólo se plantea un sistema de juego abierto con múltiples opciones. La complejidad y la densidad constituyen una variedad de recorridos que con gran riqueza se adapta a las edades de los usuarios. Al ser un sistema integrado, favorece cualquier actividad imaginada.
Ser parte del juego
El juego como hito consigue un triple efecto, ser generador de nuevas dinámicas del espacio público, fomentar la apropiación y hacer del juego un aprendizaje.
El espacio de juego en el Parque de Nou Barris fomenta la imaginación y la autonomía infantil, construye complejidades espaciales donde conviven usuarios de edades y condiciones diferentes. La Ballena se ha convertido en un entorno de complicidades sociales, donde gracias a la imaginación y al juego se genera pertenencia al lugar, y se hace un paso más hacia el objetivo de la Ciudad Jugable.