16.8.2011

Hotel ME en Barcelona

El contexto, en el final de la Diagonal, no podía constituir un mayor reto urbanístico: una zona de la ciudad en total transformación, con un pasado industrial y un futuro fundamentado en el sector servicios y el turismo. Podemos leer la ciudad de Barcelona como una ciudad horizontal, levantada siguiendo las reglas geométricas del plan de CERDA, pero también como una ciudad vertical con signos arquitectónicos como la Sagrada Familia, las torres de la Villa Olímpica y, sobre todo, los barrios empinados sobre la montaña, con la Torre de Collserolla o el Tibidado. Esta lectura de la sustancia construida de Barcelona nos ha conducido a imaginar un edificio cuya base se inserta en una ciudad horizontal y cuyo cuerpo y coronamiento se inscriben en la ciudad vertical.

Esta morfología organiza un juego de volúmenes, con un edificio cubo tras la torre, a la manera de un contrapeso, o por la torre en sí misma, un paralelepípedo rectangular partido en dos longitudinalmente quedando una mitad elevada hacia el cielo. Esta ruptura de un bloque geométrico perfecto crea un movimiento de forma y de volumen que otorga un sentido urbano a la inserción de la torre en la ciudad horizontal:
• Una puerta a 25m de alto constituye una loggia de entrada para la torre.
• Una emergencia en forma de saliente de volumen crea una cresta en la silueta de la ciudad vertical.

Esta disposición de formas elementales fabrica los signos de referencia del edificio:
• Una puerta para marcar la entrada del hotel, pero también para la calle Pere IV, antiguo eje estructural del barrio.
• Un cubo desplazado sobre la parte trasera, para liberar una pequeña plaza y constituir una terraza abierta sobre la calle Lope de Vega.
• Una cresta para separarse en el cielo, inscribiendo un nuevo punto de referencia en la parte nueva de la Diagonal.

El conjunto de estos signos de urbanidad confiere a la torre una verdadera capacidad de interacción arquitectónica con el contexto presente y futuro del lugar. La organización de funciones del edificio es la consecuencia lógica de la situación arquitectónica. Así, por un lado, al pie del edificio se sitúan las actividades ligadas al desplazamiento y reagrupación como el vestíbulo del hotel, los restaurantes, los forums, la piscina y los bares de día y de noche; y por otro, en el cuerpo del edificio encontramos las habitaciones individuales, dobles o las suites, orientadas al mar o a la montaña, y éstas con vistas a la Sagrada Familia.

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El principio de diseño y de confort en el interior del hotel consiste en la existencia en cada una de las habitaciones de una amplia y plena vista sobre el exterior a modo de gran pantalla colgada sobre el paisaje de la ciudad. Esta gran pantalla se constituye visualmente con una serie de pantallas más pequeñas que conforman un gran muro de imágenes.
En efecto, el edificio se viste de un caparazón de paneles rectangulares de aluminio opacos, translúcidos y transparentes. Esta piel de protección y acabado es inalterable, ya que está realizada con gruesas placas de aluminio por lo que resulta denso, rígido e inacatable por la corrosión.

Este envoltorio está vivo, juega con la luz, que se muestra brillante sobre una cara y sombría sobre la otra, transparente en los ángulos de la torre y opaca, casi cerrada a lo largo de las aristas, acabando en encajes en el borde de las terrazas.
Como una aguja de metal, la Torre centellea en el skyline de Barcelona.
Por la noche, la torre se transforma en una lámpara urbana, signo luminoso plantado a lo largo de la Diagonal.

Una torre-hotel es un edifico singular en una ciudad. Su identidad, su estilo, su marca deben ser inolvidables, en el sentido del recuerdo, de memoria, tanto para aquel que la frecuenta como para quien la descubre. Esta voluntad de pertenecer a un lugar, de participar en sus actividades, nos conduce a introducir el concepto de vestíbulo atravesado por un pasaje público.
Entramos en el hall del hotel a través de una delicada plataforma de madera que sirve de transición entre el «panot» de la calle y el hall, bajo el palio espejado del voladizo.

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Después atravesamos el vestíbulo para llegar al otro lado, al sur, sobre la plaza terraza que se abre sobre el barrio 22@. Esta disposición es interactiva con el funcionamiento urbano del barrio. El hotel se convierte en un lugar de paso y acogida, un lugar simpático. Este carácter fresco y actual, en movimiento, corresponde a la evolución del nuevo barrio económico-financiero en el distrito denominado 22@, creado con vocación de convertirse en el futuro centro de negocios de Barcelona entre mar y montaña, entre historia y geografía.

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