10.7.2019
Casa Ter: hacer del contexto el protagonista
Aunque en la vida cotidiana tendemos a pensar que ocupamos pasivamente nuestros espacios, la arquitectura es el instrumento óptico que puede ayudarnos a ser conscientes de ellos.
Como sugirió el cineasta Sergei Eisenstein en su ensayo de 1938 Montaje y Arquitectura, ésta nos guía a través del espacio como lo hace el montaje de una película al recortar, enmarcar y resumir algo. Si la arquitectura es capaz de dar forma a una experiencia más significativa del espacio, no solo queremos que los alrededores definan el diseño de una nueva casa en Baix Emporda, sino que queremos que guíen la mirada del usuario hacia ella, tal y como hace el estilo de vida mediterráneo, o un director de cine en relación con sus personajes.
El pueblo de Baix Emporda (Girona, España) funciona como una intersección entre tres paisajes naturales diferentes: mar, montaña y campo. Para hacer que este contexto sea tangible tanto para sus usuarios como para sus visitantes, la Casa Ter está formada por dos volúmenes que crean tres espacios diferentes, ramificándose hacia cada uno de estos tres paisajes circundantes, con la intención de señalarlos pero tocándolos lo menos posible.
En coherencia con su topografía, el volumen uno es una pendiente que baja desde el sur (montaña y bosque) hacia el lado norte de la parcela (l’Empordà y el mar), terminando en la piscina. Este volumen tiene forma de «L» girada y se constituye de seis espacios cuadrados. La estructura se extiende desde los campos del este curvándose hacia la montaña, creando así un patio privado encapsulado (la primera imagen de la casa, si estuviésemos hablando de una película).
Al girar a la derecha, encontramos la sala de estar que dirige lentamente nuestra mirada hacia L’Empordà y la piscina. En lugar de ofrecer una vista panorámica, tan solo dos puertas de cristal en el módulo central convierten el centro de la «L» en un porche interseccional capaz de abrirse y cerrarse, creando un espacio flexible y adaptable al cambio estacional del Mediterráneo. Siguiendo el concepto de “marcos cerrados” de Eisenstein, la ubicación de las ventanas adicionales está pensada para integrar fragmentos seleccionados de los campos de alrededor en la vida cotidiana dentro de la casa.
Al otro lado de la intersección, montaña arriba, encontramos la zona privada de la casa: la cocina y una secuencia de tres dormitorios. Arriba del todo, está el dormitorio principal, que cuenta con una enorme bóveda catalana cuya geometría responde a la extrusión de la curva que queda acotada por la altura máxima edificable, la línea central de las paredes y la fachada de la casa. Al ser el espacio más importante para el usuario, enmarca todos los paisajes circundantes a la vez.
Siguiendo las tradiciones constructivas locales de la región, los materiales utilizados en la casa Ter se suman a mejorar la percepción activa de su contexto. Encontramos una abstracción de la horizontalidad del paisaje y la arquitectura autóctona en los muros, compuestos por capas que combinan indistintamente cerámica y hormigón, interpretando así el color y las texturas gastadas de la tierra local.
La Casa Ter es un hogar polivalente definido por su entorno y formado por una secuencia de unidades habitacionales y una losa que recorre la topografía del terreno. El sistema de esta arquitectura acompaña y mejora la cotidianidad del usuario, a la vez que enmarca el paisaje de Baix Emporda, haciéndolo presente en todo momento y en cada espacio, casi como si del protagonista de una película se tratase.