Casa Serena

Implantada en un terreno en pendiente, su arquitectura se adapta con discreción al paisaje, dando lugar a una experiencia doméstica que fluye con naturalidad entre interior y exterior.

El proyecto se organiza a partir de un gesto claro: un volumen blanco y lineal que parece flotar sobre un basamento de ladrillo artesanal. Esta base, cálida y táctil, se despliega en planos macizos y celosías abiertas que regulan la luz, la privacidad y la ventilación de forma pasiva, mientras crean un vínculo constante con el entorno inmediato.

La casa se cierra hacia la calle para resguardar la intimidad de sus habitantes, y se abre hacia el paisaje para capturar vistas, luz y serenidad. Una serie de patios y aperturas estratégicas introducen naturaleza y atmósfera al interior, generando ambientes donde lo cotidiano se vive con calma.

Los materiales elegidos –muros blancos, ladrillo cocido, madera y vegetación nativa– dialogan entre sí en una paleta honesta y atemporal. Cada textura y cada sombra proyectada contribuyen a construir un espacio sereno, coherente y lleno de vida.

Casa Serena no busca imponerse. Se inserta con respeto, se recorre con suavidad y se habita con placer. Es una arquitectura pensada desde dentro hacia afuera, donde el diseño no es un fin, sino un medio para mejorar la vida de quienes la habitan.