29.9.2014

Casa Estudio en el mar Chapálico, en México

Construir una casa para un geógrafo urbano y gran conocedor de la arquitectura y la ciudad, significó para nosotros la oportunidad de experimentar con una cierta manera de aproximarse al proyecto de arquitectura.

El terreno se encuentra en un lugar llamado La Floresta, una urbanización de mediados del siglo XX a manera de ciudad jardín junto al Lago de Chapala en Jalisco, que desde hace mucho tiempo ha sido lugar de retiro para muchos extranjeros debido a las bondades del clima. Dicha urbanización tiene dos características principales: el espacio urbano es de una gran calidad debido a la sección de sus calles y su interacción con el paisaje circundante – montaña y laguna – y debido también a la vegetación existente en el; sin embargo la arquitectura que se ha construido ahí no tiene ninguna relevancia ya que se ha hecho a partir de re-interpretaciones meramente estilísticas de la tradición local. De esa manera nos propusimos realizar un proyecto que fuera capaz de relacionarse de manera profunda con su entorno natural y cultural aún sin gozar de vistas directas del lago de Chapala.

¿Es posible que una arquitectura evoque la formalidad de su paisaje?
El lago de Chapala es un sitio que se forma por acción volcánica hace miles de años. Las montañas que lo rodean emergieron segmentando un fiordo existente y dando paso a la formación de su vaso lacustre. Es por eso que es posible observar una serie de lagos y lagunas desde Chapala hasta el Océano Pacífico en dirección de Colima. El magnífico clima que se produce en el sitio tiene que ver con el embalse y con su capacidad para producir una vegetación exuberante. En tiempo de lluvias es posible ver como el agua brota desde el subsuelo hacia la superficie, lo cual evidencia los escurrimientos subterráneos y superficiales que todo el tiempo suceden en dirección del lago. La idea que genera nuestro proyecto es la de construir una vivienda que sea capaz de evocar este ciclo natural del lugar y de atender a su clima y paisaje privilegiados. Es por esto que las cubiertas de la vivienda tienen la capacidad de recoger el agua de lluvia, conducirla por bajantes y hacerla salir por el pavimento del espejo de agua situado al frente de la vivienda. De tal manera, durante el temporal el agua de lluvia se manifiesta en la casa emergiendo del suelo exterior tal y como lo hace el paisaje circundante. Para completar ésta “construcción territorial”, junto al espejo de agua hemos colocado una gran jardinera: una floresta exuberante que en conjunto con los jardines posteriores hacen sentir al espacio interior de la vivienda rodeado de vegetación.

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El partido de la vivienda se resuelve colocando el área de día aprovechando el asoleamiento nortesur y se retrasa con respecto al frente del terreno de manera que se produce un recinto frontal. El volumen que contiene las habitaciones se coloca perpendicularmente al anterior, para de la misma manera aprovechar el mejor asoleamiento pero se sitúa en la colindancia poniente para evitar el sol de la tarde. La última pieza del conjunto es el estudio que se ordena perpendicularmente sobre el área pública, produciendo un espacio en sección con el comedor.

La colocación en voladizo del estudio produce una terraza bajo él que tiene la capacidad de arrojar una sombra potente, garantizando un clima fresco para esa área posterior del terreno. La idea definitiva del proyecto consiste en entender más allá de una casa con jardín, un jardín con casa. El objetivo fue producir un espacio rodeado de vegetación cuyo interior estuviera determinado por la luz filtrada a través de los intersticios estructurales de la cubierta: una serie de trabes cóncavas que captan el agua de lluvia y también la luz que se mete entre ellas para producir un espacio siempre cambiante.

A manera de anclaje con la cultura del lugar hemos realizado dos elementos: para toda la fachada sur del área de día, una celosía tejida con las ramas de un árbol llamado Palo Dulce. La pieza además de atenuar la radiación solar y producir en el espacio interior una atmósfera particular, tiene la capacidad de plegarse para manipular el grado de intimidad de dicho espacio interior. La celosía que fue tejida por un pescador de la región, da cuenta de los saberes artesanales que todavía se encuentran en la región. El segundo elemento es el muro de piedra que construye el recinto frontal de la casa. Fue realizado por un albañil de la región y recuerda los pavimentos que encontramos en Mezcala; una isla situada en medio del lago que ha sido testigo de innumerables historias desde la época precolombina.

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