6.7.2023

Casa Enso II 

Cuando se comenzó a trabajar en esta pequeña casa y a raíz de una profunda investigación histórica, se concluyó que hay pocos lugares en México con una identidad constructiva tan contundente como Guanajuato.

Ésta se ve claramente reflejada en su arquitectura, utensilios de cocina, acueductos, leyendas, incluso en sus héroes como el Pípila, el cual carga una enorme roca sobre sus espaldas para que las balas de los conservadores no alcanzaran a su regimiento.

La piedra en esta zona del país es un elemento muy arraigado en cualquier forma de expresión cultural. Por esta razón, la elección de la materialidad de esta pieza se dio con mucha facilidad y naturalidad. Además, había un banco de material cercano, mano de obra capaz, y se propiciaba un diálogo de respeto entre el artificio y su entorno. Todo el conjunto se organiza a partir de una planta cruciforme; así, el espacio se divide en cuatro cuadrantes por una cruz de andadores de piedra que define los recorridos, enmarca momentos, y separa un cuadrante del otro.

Una vez dividido, se asignó una “vocación” a cada uno de estos cuadrantes: el cuadrante inferior derecho, que es el primero, recibe a los habitantes a su llegada; éste tiene la vocación de alojar un jardín endémico que refuerza, protege, y da la bienvenida a seres vivos y humanos.

El segundo cuadrante aloja los autos; se tuvo especial atención en cuidar los árboles durante la construcción, ya que serían estos los que nos proporcionarían la sombra para proteger los autos del sol. De remate, un muro largo y poco aperaltado de piedra protege la entrada, evita ver al interior de la casa, y remarca la presencia horizontal de la montaña al fondo.

En el tercer cuadrante se ubica la casa de una sola habitación; los espacios públicos están separados de los privados por un único volumen que contiene baños, vestidor, y área de servicio, y que rompe con la planta libre.

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En el cuarto cuadrante se encuentra la oficina; este es el único elemento vertical visiblemente destacado que contrasta con la horizontalidad del paisaje y del resto de elementos, procurando con este gesto hacer un guiño a los icónicos volúmenes de la mina de Santa Brígida de Mineral de Pozos.

La dispersión de estos espacios obliga a un permanente peregrinaje entre los espacios, y te hace entrar en contacto con la tierra, el aire, y la montaña como si de un antiguo monasterio se tratara, enmarcando el paisaje pero al mismo tiempo formando parte natural de él.

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