15.7.2013
Casa BB, en Mar Azul, Villa Gesell
Esta obra es el resultado de un proceso que se inicia con la construcción en el año 2004 de una casa de veraneo en el bosque de Mar Azul con las siguientes premisas.
Construir en el Bosque
Proponer alternativas que garanticen la supervivencia de los entornos naturales
Mar Azul es un lugar que conocemos hace muchos años por esa razón cuando en el 2004 construimos nuestra primer obra sabíamos que teníamos que intervenir en un territorio que a pesar de su gran valor paisajístico nunca contó con un sostén legal que resguardara ese patrimonio de la voracidad de los que lotean con un único objetivo: sacar la mayor renta de la tierra. Que tampoco cuenta con un código que, comprendiendo la lógica de ese entorno privilegiado, reglamente resolviendo el desajuste entre ese loteo inapropiado y las posibilidades de construir sin que se pierda la calidad ambiental del sitio. A esta situación descripta se le suma como agravante la proliferación de una tipología “casa pintoresca en un lugar de fantasía”, que paulatinamente va “domesticando” ese bosque, dueño aún, de una potente presencia agreste. Operar en ese sitio significó entonces asumir sus desajustes como un desafío y ver, hasta dónde, los arquitectos podemos hacer un aporte alternativo.
La respuesta fue la proposición de una arquitectura de mínimos recursos tanto materiales como formales, no sólo como elección estética sino como principio ético de valorización de un uso más racional de los variados recursos disponibles. Esa arquitectura despojada debía incorporarse al paisaje con voluntad de pertenencia, buscando integrarse a esa realidad preexistente. Para que esto suceda es necesario “saber escuchar» lo que el sitio comunica de manera que los primeros acercamientos deben estar libres de prejuicios respecto del mismo, para así poder captar no solo los datos tangibles y por lo tanto calificables y mensurables, sino aquellas atmósferas que el lugar brinda y que sólo podremos percibir si nuestra mirada está libre de preconceptos sobre el mismo. Esto quiere decir practicar el ejercicio de «ver por primera vez». Considerar los datos, dejarse invadir por esas sensaciones que el lugar suministra e imaginar como el propio proyecto los capitaliza es fundamental para que, arquitectura y paisaje puedan fundirse.
Aprovechar lo que el ambiente ofrece
Habíamos practicado este ejercicio (casi como un vicio profesional) veraneando en Mar Azul en reiteradas oportunidades, de manera que valorábamos la potente presencia paisajística de su bosque, las sensaciones que suministran sus continuos cambios en el tiempo, pero además habíamos experimentado el microclima que provee: la atenuación de los fuertes vientos marinos que se producen debajo de los árboles, la sombra constante que estos suministran protegiendo del calor en verano aunque produciendo un ambiente muy húmedo en invierno, y algo que para nosotros fue determinante a la hora de tomar decisiones proyectuales: el hecho de que bajo los pinos se ve reducida notablemente la cantidad de luz durante todo el año. También sabíamos que el bosque no requiere de mantenimiento, salvo remover la vegetación seca, si no se introducen nuevas especies que rompan esa armonía.
Reconocer este particular microclima fue determinante, (junto con el bajo presupuesto disponible y la necesidad de mantenimiento nulo de la vivienda) de las decisiones estético-constructivas que definieron la obra. La necesidad de captar la luz dio lugar a concebir esta casa como un “semicubierto” y resolverla entonces con grandes paños de vidrio que desde el interior posibilitaran vistas en todas direcciones y desde el exterior reflejaran el paisaje haciendo que la casa se mimetizara con el mismo. La necesidad de acelerar los plazos de ejecución de la obra y evitar su mantenimiento posterior nos decidió a construir con hormigón a la vista. La sombra reinante por otro lado nos permitía utilizar este material ya que la misma suministra suficiente protección térmica desde la primavera hasta entrado el otoño. Su acondicionamiento para el invierno no era demasiado relevante (aunque por supuesto estuvo previsto) dada su condición de casa de veraneo. La aislación hidrófuga se resolvió con un hormigón de gran compacidad y con un estudio de la forma de la envolvente para que la evacuación del agua de lluvia se realizara muy velozmente.
Usar de manera sensata los recursos disponibles
La calidad expresiva del hormigón visto y sus propiedades de resistencia e impermeabilidad ya mencionadas, hicieron innecesario cualquier tipo de acabado superficial, lográndose un bajo costo de ejecución en las terminaciones sin necesidad de mantenimiento futuro. Por otro lado el color y la textura del hormigón, realizado con encofrado de tablas de madera, resultó de una presencia contundente y mimética a la vez, permitiendo que la obra se exprese en armonía con el paisaje. Es síntesis, una envolvente de dos únicos materiales – hormigón y vidrio – resuelve la integración con el paisaje y da respuesta a los temas formales, estructurales, funcionales, de terminaciones y de mantenimiento.
Con idéntico criterio la resolución de las actividades al aire libre fue el resultado de realizar la menor operación sobre ese ambiente. Se evitó todo tipo de ajardinamiento no sólo por la comodidad de no mantenerlo sino para evitar dejar expresado límites innecesarios en un paisaje por ahora poco construido, ni sectores contrastantes con las características paisajísticas del este ambiente privilegiado. Nos gusta esa marcada homogeneidad del bosque de coníferas solo interrumpida de tanto en tanto por alguna acacia y pastizales de nuestra pampa, que son por otra parte, la vegetación dominante en los médanos próximos al mar.
Una propuesta estético constructiva como prototipo
Esta propuesta que nuestro estudio viene realizando en el bosque de Mar Azul, tan preocupada en integrarse a ese ambiente que la origina, y tan alejada de los estereotipos del lugar, ha encontrado muy buena aceptación. Son varios los encargos de casas con un pedido expreso de repetir la misma solución estético constructiva y que valoran nuestra proposición de un uso más relajado de la vivienda. Esto es, sin duda, muy gratificante para nosotros pero a su vez nos plantea el interrogante de cómo resolver el tema de la repetición de esa propuesta de materialidad expresamente requerida. La conclusión es que si la solución resuelve con solvencia tanto la integración con su entorno cómo los requerimientos estéticos, de uso y de mantenimiento de los comitentes, parece lógico y éticamente correcto seguir repitiendo esta propuesta de materialidad como un prototipo concentrándonos con cada nuevo encargo en adaptarlo a los usos específicos requeridos por ese comitente particular y a las singularidades del recorte del territorio en cuestión. De esta manera el propósito de cada nuevo proyecto sería instalar cada vez con más fuerza – ayudados por la trascendencia- el concepto de que lo que se construye en ese bosque no puede romper con la unidad paisajista de ese ambiente, insistiendo en encontrar la manera de transformar cada casa en “nido o madriguera”. Con estos conceptos fue pensada y construida la Casa BB.
Memoria, por María Victoria Besonías
El lugar
El terreno de 20m x 30m ubicado en el bosque de Mar Azul presenta la particularidad de un desnivel muy importante respecto de las dos calles que enfrenta, y si bien esta situación complica la resolución del acceso al predio, ofrece la ventaja de que si la casa se ubica elevada, queda muy poco expuesta a las miradas desde la calle y además desde su interior se pueden obtener vistas al paisaje por encima de las construcciones vecinas. Esa diferencia de nivel es más o menos suave hacia el fondo del lote pero se hace muy abrupta hacia el frente opuesto y es en esta zona donde también se ralea el bosque.
El encargo
El pedido del comitente fue una casa de tres dormitorios que no superara los 120m2, pensada para ser usada no sólo en verano sino en diferentes oportunidades durante todo el año. De manera especial se señaló la necesidad de que el dormitorio principal fuera de dimensiones generosas, que contara con un baño privado y que disfrutara de cierta independencia respecto del resto de la vivienda. Los otros dos dormitorios podían compartir un baño general y tener la superficie mínima de manera de poder otorgar al área social la mayor cantidad del espacio disponible. La cocina (un espacio muy importante para el comitente) debía estar totalmente integrada a esta zona y fue especialmente destacada la necesidad de disponer de generosas expansiones al aire libre. También se requirió un depósito para el guardado de diferentes elementos para hacer deporte en la playa.
Con respecto a los requerimientos formales, si bien pidieron una casa de hormigón es decir de una propuesta estética y constructiva similar a las otras casas construidas por el estudio en Mar Azul, este encargo otorgaba permiso para probar con alguna búsqueda que particularizara la experiencia.
La propuesta
En el permiso del comitente expresado en la frase “pueden arriesgar proponiendo alguna variante a las casas construidas”, y en la particularidad del lote y del programa requerido, radica la singularidad de esta casa.
La búsqueda de variantes formales no fue tarea fácil ya que no implicaba cambiar de tecnología ni tampoco de concepción de la espacialidad (eso quedo más que claro en las primeras conversaciones) sino se trataba de hacer algún tipo de nuevo aporte sin renunciar a esas premisas. La propuesta podría haber sido probar con nuevas texturas del hormigón, incluso con el agregado de pigmentos, pero todos esos procedimientos parecían contradictorios con una postura austera, no esteticista de la arquitectura. La solución surgió casualmente al advertir que en el proceso de producción de las obras de hormigón a la vista queda un sobrante muy importante de las tablas de madera utilizadas para hacer el encofrado. Pareció entonces interesante, y también conducente con propósito de aprovechar todos los recursos disponibles, reutilizar esas tablas en la ejecución de algunos muros de madera. Es así que se partió de pensar el proyecto reemplazando algunos tabiques exteriores e interiores de hormigón por tabiques de tablas y estructura de madera.
En relación con la volumetría la casa se resolvió como dos prismas, a diferente altura y perpendiculares entre sí, unidos por la escalera que salva esa diferencia y ubicados entre los pinos en el sector más alto del lote. En el volumen paralelo a la dirección de la pendiente, con uno de sus lados semienterrado y el otro en una situación de balcón, se ubicaron las actividades de reunión del grupo familiar más los dos pequeños dormitorios. El volumen perpendicular a la pendiente disfruta de la proximidad del follaje de los pinos que se elevan en el terreno y en él se ubicó el dormitorio principal con su baño y su terraza.
La organización funcional
Por medio de una escalera disimulada en la fuerte pendiente natural del médano se accede al volumen principal a través de una terraza que se desarrolla a lo largo del lado mayor del mismo, de manera que, abriendo la carpintería corrediza se consigue una total integración entre el interior y el exterior. En este sector de la vivienda, el paquete formado por el hogar y el baño general, separa la zona social de los dos pequeños “dormitorios camarote” y señala el comienzo de la suave escalera descendente que conduce al dormitorio principal, separándolo del resto de la casa en una situación muy reservada. Desde este ambiente se presentan vistas en altura al bosque que rodea la vivienda, tamizadas por los tabiques de hormigón y el follaje de los pinos,. También es posible salir al exterior a través de una pequeña terraza que junto con la escalera hacen de vínculo de los dos volúmenes que forman la casa. Debajo del dormitorio principal se ubicó el depósito con acceso desde una de las calles.
Las actividades al exterior fueron planteadas siguiendo el criterio de “esparcirlas en el terreno” para que su impacto sea el menor posible. Es así se proyectó una parrilla y una mesa con bancos de hormigón en la parte más alta del lote con vistas al entorno, y una ducha a la manera de objeto escultórico en la zona más baja del mismo.
La construcción
La casa está construida con tres materiales básicos: hormigón a la vista, vidrio y tirantes y tablas de madera de pino. Los tabiques exteriores realizados con este material fueron protegidos con aceite quemado. Este acabado pareció el más apropiado para facilitar el mantenimiento de la madera de pino y para armonizar con los colores del bosque.
Las losas de los diferentes volúmenes apoyan mediante tabiques y vigas de hormigón visto y están terminadas con una pendiente mínima para que se produzca rápidamente el escurrimiento del agua de lluvia. Se utilizó un hormigón H21 con el agregado de un fluidificante para que esta mezcla con escasa cantidad de agua al fraguar, resulte de mucha compacidad y no requiera de impermeabilización. Los escasos tabiques interiores de ladrillos huecos están terminados en alisado de cemento, el piso es también de paños de alisado de cemento divididos por planchuelas de aluminio. Las aberturas son de aluminio anodizado color bronce oscuro. El sistema de calefacción, dado que no existe gas natural en la zona, se resolvió con un sistema que combina un hogar, estufas a gas envasado y estufas eléctricas.
Mobiliario
Salvo las camas, los sillones y sillas el resto del equipamiento de esta vivienda está resuelto en hormigón.