21.4.2020

Biblioteca Pública María Lejárraga

Los secaderos de tabaco son construcciones agrícolas de la Vega Granadina. El desarrollo de esta tipología está claramente asociado al cultivo de tabaco introducido en la agricultura de Granada a finales del S. XIX. El cultivo de tabaco adquirió más importancia durante los años 40. Después hubo una recesión progresiva, qué terminó con las crisis de la última década de los 90, cuando dejó de ser un cultivo subvencionado.

SECADEROS DE TABACO EN LA VEGA DE GRANADA

Los secaderos de tabaco son construcciones agrícolas de la Vega Granadina. El desarrollo de esta tipología está claramente asociado al cultivo de tabaco introducido en la agricultura de Granada a finales del S. XIX. El cultivo de tabaco adquirió más importancia durante los años 40. Después hubo una recesión progresiva, qué terminó con las crisis de la última década de los 90, cuando dejó de ser un cultivo subvencionado.

Hoy en día sólo algunas zonas siguen dedicándose a esta actividad. Sin embargo, los secaderos de tabaco siguen formando parte del paisaje de Granada y son la huella más reconocible de la historia rural de la ciudad. La decadencia de la producción agrícola ha causado una progresiva ocupación y transformación del paisaje rural en urbano. Durante este largo proceso la mayoría de los secaderos has desaparecido; otros han sido absorbidos por el crecimiento del tejido urbano de modo similar al que ocupa este proyecto de rehabilitación.

INFORMACIÓN TÉCNICA / SALA DE MADERA

La sala de lectura está resuelta mediante una sección estructural de madera. Suelo, pared y techo forman un anillo entramado que apoya sobre muros de hormigón.

La estructura portante vertical consta de pies derechos de 90 x 90 mm de madera maciza de elondo separados cada 95 cm. Cuajando los espacios intermedios aparecen una serie de montantes de 45 mm de grueso y 150 mm de cara, con largos de 4500 mm (altura del edificio).

Los huecos de 90 mm entre las caras de ambos tipos de elementos están rellenos de forma alterna con madera y vidrio. Es precisamente este juego de macizo y hueco el que el arquitecto utiliza como elemento compositivo para conseguir una fachada realmente interesante de celosía vertical. Para simplificar ésta se utilizan solamente 9 alturas de vidrio diferentes de 100 mm de ancho y 20 mm de grueso.

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Los montantes se prolongan con la misma escuadra de 45 x 150 mm formando el suelo, el cual se maciza de nuevo con piezas de madera de elondo, que no llegan a los muros dejando una franja parcialmente libre. De esta forma pasa La Luz natural a la sala inferior en determinados momentos del día.

De esta manera el entramado forma en realidad una serie de pórticos consecutivos de altura decreciente, con los dos montantes, la viga inferior y la formación de pendiente (dos partes truncados y una pieza horizontal).

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