26.12.2016

Alejandro Haiek: «Hacer arquitectura es construir relaciones humanas»

Cofundador de LABProFab, Alejandro Haiek es uno de los arquitectos latinoamericanos más concienciados con el trabajo colaborativo que hace comunidad. Su paso por España fue una buena oportunidad para conocer de cerca su ideario.

Alejandro Haiek: Hacer arquitectura es construir relaciones humanas

El pasado 1 de diciembre, el arquitecto venezolano Alejandro Haiek, cofundador de LABPro.Fab, ofreció en Roca Barcelona Gallery la conferencia «Nuevos liderazgos en la práctica de arquitectura» dentro del ciclo de conferencias «Development by Design», organizado por Roca junto con el Master of International Cooperation in Sustainable Emergency Architecture de la School of Architecture de UIC Barcelona. Aprovechamos su paso por España para desgranar los puntos principales de su labor profesional.

Si atendemos a la arquitectura que presentan los medios, hemos pasado de un «star-system» con una visión abiertamente neoliberal a otro que promulga lo social y la austeridad en consonancia con el ambiente populista imperante. Se trata de un giro meramente superficial, que se está interpretando desde una absoluta frivolidad. Me interesa conversar sobre este tema con usted, en aras de revisarlo. Coincido en su crítica a la arquitectura desarrollista. Contrapone a esta el concepto de la informalidad. Aunque lo considero un tema global, quisiera centrar mi pregunta al ámbito de Iberoamérica. ¿Cree que está condenada a la precariedad? ¿No hay un punto intermedio entre la imposición de los planes desarrollistas y la aplicación de las ideas del Movimiento Moderno y esta aceptación de la informalidad? ¿Cómo hacer posible que los Estados proporcionen vivienda digna y de calidad a los ciudadanos más desfavorecidos?

Conectas tres puntos muy interesantes: en primer lugar, la invertebración de los Estados: apuestas por desarrollar políticas de liberación que nos permitan operar fuera de los márgenes disciplinarios –quizá no en la ilegalidad, sino en la alegalidad– nos están llevando a formular nuestras prácticas; se trata de reformular las esferas de conocimiento y encontrar un baremo de intermediación donde sea posible descubrir nuevas formas de actuar. Esto nos lleva a confrontarnos con la legalidad, pero con objeto de buscar alternativas a lo que la institución o el Estado han establecido, limitando así no sólo nuestro conocimiento sino también las formas en que se produce la ciudad.

La informalidad pone en crisis el conocimiento científico. Mientras se construyen los planes de Estado, el conocimiento popular queda relegado. Saberes y tradiciones populares eran mucho más efectivos que la ciencia. Por otro lado, la ciencia también empieza a perder su valor social y, en consecuencia, deja de ser efectiva porque se convierte en un acto de artificialización del territorio como una forma de progreso. No fue así: la mayor parte de ciudades se trazaron con infraestructuras de transporte, se generaron grandes planes de vivienda masiva y aún así las favelas seguían creciendo en la informalidad.

Coincido también en que es difícil afrontar el tema de la informalidad cuando muchas de esas favelas ya tienen medio siglo. Las personas que viven en ellas son además las que trabajan en la construcción formal de la ciudad, de manera que cuando les toca sobrevivir surge la tecnología de la necesidad. La propia supervivencia hace que se dé la inventiva, la innovación, el pensamiento subjetivo.

Transcurridos casi sesenta años desde la aparición de las primeras, vemos que las personas que habitan en ellas no son precisamente pobres. No son pobres de conocimiento. Y ese saber popular se completa con el de profesionales de disciplina a partir del acceso gratuito a la educación que han proporcionado los gobiernos. Hay por eso ahora mismo un punto de efervescencia muy interesante, porque ese conocimiento de la favela se ha hibridado: es un conocimiento que mestiza el científico y la inteligencia local y popular.

Esa distancia se separó tanto de los problemas que dejó de prestar atención a lo que estaba sucediendo en las ciudades. Esto sigue pasando aún en la mayor parte de universidades del mundo, especialmente en Latinoamérica. En ellas se trabaja sobre casos hipotéticos, cuando la academia debería estar abocada a presentar soluciones y alternativas. Es necesario volcar la experimentalidad nuevamente sobre el oficio, no sólo aplicarla a la simulación de una práctica basada en ficciones y casos hipotéticos.

Leé la nota completa > http://www.abc.es/cultura/cultural/abci-alejandro-haiek-hacer-arquitectura-construir-relaciones-humanas-201612070148_noticia.html

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