9.1.2023

El ángel de Antonio Tenreiro Brochón

«Luz invernal en Finlandia», aparece anotado en el reverso de una acuarela pintada en 1961. El arquitecto Antonio Tenreiro Brochón (A Coruña 1923-2006) quiso descubrir esa luz con sus propios ojos, residiendo largas temporadas en el norte de Europa, especialmente en Escandinavia, Suecia y Finlandia, entre 1957 y 1967.


Bocetos para la central hidroeléctrica de Peares (1955)

En Malmö colaboró unos meses en el estudio de los arquitectos Thorsten Roos y Kurt Hultin y su biografía cuenta que llegó a conocer personalmente a Alvar Aalto.

Tenreiro destacó como uno de los pintores más notables de su época, como prueba la exposición monográfica realizada en 2012 en el Museo de Belas Artes de A Coruña. Sin embargo, su obra arquitectónica, también de gran valor, apenas ha sido estudiada, permaneciendo oculta a la mirada del ángel de la historia. Proyectos en colaboración, como el concurso de la Delegación de Hacienda de A Coruña (con Alejandro de la Sota y Ramón Vázquez Molezún) o la embotelladora de Coca-Cola en la misma ciudad (con Andrés Fernández-Albalat Lois y su hermano Ramón Tenreiro Brochón), se suman a otras obras emblemáticas en solitario como el Instituto Laboral de Betanzos o su colaboración con la empresa Fuerzas Eléctricas del Noroeste (FENOSA).

Los aprovechamientos hidroeléctricos construidos a mediados del siglo pasado destacaron por su doble importancia: como solución al problema energético y por su valor representativo y monumental, favoreciendo la colaboración entre profesionales de distintas disciplinas. Mientras los ingenieros elegían el tipo más conveniente de central en función de las características del salto, del terreno o de otros problemas técnicos, eran los arquitectos los que le daban forma y la hacían arquitectura: por sí misma y por su diálogo con la presa. También se ocupaban de las viviendas y equipamientos para trabajadores que se levantaban en las proximidades de cada salto.

Tenreiro Brochón proyecta para FENOSA los poblados de trabajadores de Os Peares, Eume, As Conchas y Belesar. En Os Peares, además de diseñar un conjunto residencial con sus correspondientes dotaciones —escuela y capilla—, interviene como artista plástico, llevando la luz de sus pinturas a la profundidad de la central. En el vestíbulo realiza el mural «Alegoría a la hulla blanca», como un frontispicio sobre la puerta de acceso a la sala de máquinas. Esta obra se combinaría con otro mural de gran tamaño situado en el espacio principal de la central, que no llega a realizar. En conjunto mostrarían la imponente y dramática presencia de las presas sobre el paisaje gallego.

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