18.8.2005

El arquitecto Peter Eisenman

Rem Koolhaas, Jacques Herzog, Zaha Hadid, yo: hemos adquirido el prestigio de ser capaces de producir obras simbólicas. En Europa, los políticos no nos preguntan qué estamos haciendo, sólo nos dicen "hágalo". Quieren un símbolo, dice Peter Eisenman, uno de los nombres fundamentales de la arquitectura contemporánea, en su estudio en Nueva York.

Referido sucesivamente como el representante casi paradigmático de las tendencias bajo las que se ha tratado de definir el comportamiento de la arquitectura de las últimas décadas, Eisenman opta (a los setenta y tres años) por elegir auto-aplicarse la más despojada, la esencial: la de arquitecto.

Se me puede calificar como arquitecto crítico o arquitecto deconstructivista, pero yo diría que lo que hago simplemente es pura arquitectura. Quiero estar en el centro de lo que es necesario para la disciplina, y no en el borde. Por eso, me resisto a hacer una categoría más que la de la arquitectura misma.
Creo en la conservación de la disciplina. Creo que sé tanto de la disciplina como cualquier otro arquitecto en ejercicio y, a la vez me considero también un estudiante de arquitectura. En ese sentido me considero una persona conservadora. Aunque no en lo relativo al estilo o a las teorías.

¿Qué es la arquitectura?

La arquitectura es una disciplina radical que se enfrenta a un problema muy concreto: hacer lugar. Pero a la vez, a fin de ser arquitectura, debe reemplazar al lugar. La arquitectura debe reemplazar lo que debe ser. Y esto es lo que la hace ser una disciplina difícil, específica y autónoma. Porque si uno simplemente crea lugar no está haciendo arquitectura. Cuando uno está cuestionando el lugar, transformándolo, transponiendo, reemplazando, siempre está alterando aquello que debe situar. Esencialmente, la arquitectura debe también reflejar el cambio social, político y cultural. La arquitectura siempre deberá tener aspecto de arquitectura y deberá resistirse a la gravedad. En arquitectura, las cosas tienen que mantenerse erectas, poder contener, deben tener un programa, ubicarse en un lugar. Existen ciertos aspectos materiales que la definen, que yo diría que son necesarios pero no suficientes. Las condiciones suficientes de la arquitectura a mi entender están más allá del lugar, del programa. Condiciones que teorizan sobre algo distinto. Esto es para mí la arquitectura.

Es usted uno de los contemporáneos que con más intensidad se ha dedicado a reflexionar acerca de la arquitectura y a intelectualizar su propia práctica.

Para un arquitecto debería ser tan importante construir como elaborar teoría. Manfredo Tafuri sostenía que no es necesario construir pero, de cualquier manera, no importa lo buena que pudiese ser mi aportación teórica: si no construyese proyectos importantes, sería olvidado. A medida que uno va incrementando su capacidad para construir edificios grandes va encontrando más dificultades para relacionar teoría con construcción. Es mucho más complicado conformar grandes edificios que una casa, que es como se inició mi carrera.

¿Constata que, a nivel intelectual, la arquitectura está empobreciéndose?

Sí, creo que estamos yendo cuesta abajo en este aspecto porque no existe un consenso general. Para la arquitectura moderna existía un consenso general acerca de lo que debía hacerse, que desapareció. La Deconstrucción desplazó a la arquitectura moderna y postmoderna, aunque echando un vistazo a la última Bienal de Venecia se comprueba que todo era Deconstrucción. Pero por lo que creo que existe un problema hoy es porque los arquitectos no saben qué hacer. No hay una teoría predominante. No hay líderes teóricos. Por eso es un momento difícil. ¿Qué puedes enseñar? Yo enseño a Brunelleschi, a Borromini, a Le Corbusier, a Mies Van der Rohe. No sé qué otra cosa podría enseñar. Yo no doy clase sobre Peter Eisenman.

Pero otros sí dan clase sobre Peter Eisenman. Y las personas que trabajan aquí con usted aprenden a hacer arquitectura y no a copiar sus formas.

Sí. Pero yo enseño sobre lo que sé. Y no sé sobre Peter Eisenman.

Eisenman genera sus proyectos a partir de un proceso de investigación con diagramas. Su investigación con este elemento es el que ha sustentado la evolución de su trabajo.

¿Cuál es la aplicación a nivel práctico y teórico del diagrama?

Uso el diagrama no como forma sino como idea. Intento hallar algo que funcione diagramáticamente para generar algo a partir de las condiciones que no podría haberse predicho desde ellas. El diagrama es diferente en cada caso. El cambio, el uso, la concepción del diagrama ha ido evolucionando de diagramas más sencillos hacia otros más complejos. Mis proyectos siempre surgen de una idea sugerida por el programa, el lugar y su historia. Siempre debe contarse con una idea previa sobre por qué estás solventado un problema.

La elección de su proyecto para la Ciudad de la Cultura en Santiago de Compostela, demostraría que en el anterior gobierno gallego latía el deseo de hacer algo arquitectónicamente diferente.

Es verdad. No debe olvidarse que lo que un concurso indica es que el arquitecto está autorizado a cambiar las cosas: en un concurso, uno puede proponer lo que quiera. De recibir el encargo directo de un ayuntamiento o un gobierno te indicarán: «Queremos un Eisenman. Constrúyanos uno». Lo que resulta interesante para mí de un concurso es que resulte algo difícil de definir como un Peter Eisenman. El proyecto que estamos haciendo en Santiago es sorprendente. Se concluirá en 2008. Quisiera pensar que la arquitectura de Eisenman es diferente, no mejor, a cualquier otra arquitectura. Quien vaya a Santiago verá qué es lo que hace Eisenman y comprobará que es diferente. Eso es lo crucial. Pero deben decírmelo otros, yo no puedo describir por qué.

Eurófilo, Eisenman considera que Nueva York ‘tiene una escasa cultura arquitectónica si se la compara con Roma, Berlín, Londres o París y cuando surge un gran concurso como el convocado para el World Trade Center, los intereses políticos lo destrozan. Me encanta Nueva York pero como arquitecto, soy un extraterrestre’ afirma.

¿Comparte la fascinación arquitectónica de Rem Koolhaas con la metropolis asiática contemporánea?

No. Es horrible lo que ha pasado en China y el Lejano Oriente. A mí no me interesa involucrarme en eso. Japón es otra cosa: es un lugar sofisticado en el que trabajar. Pero no China. Creo que la afirmación de Koolhaas se podría comparar a que yo dijese que quiero trabajar en Albania o Namibia. Sin embargo, América Latina es diferente. Me parece un lugar extraordinario. Hay una gran energía en Mexico, Sao Paulo es una ciudad maravillosa en la que me encantaría trabajar. Pero por otro lado, aunque me gusta, tengo la impresión que Buenos Aires es una ciudad excesivamente conservadora.

¿Europa?

Hay diferencias entre ciudades. Prefiero la energía de Milán a la de Roma. Creo que la energía de Madrid es mejor que la de Barcelona. Y lo pienso porque Barcelona y Roma son ciudades mediterráneas. Madrid y Milán no son mediterráneas. El Mediterráneo es también un problema. Me encantan Nápoles y Sicilia pero no quisiera construir ahí.

Reconoce la dificultad implícita en la labor de seguir construyendo un buen pensamiento que sustente y evolucione la acción: Tal vez se me ocurre una idea nueva por año. Es difícil desarrollar nuevas ideas cuando estás trabajando en varios proyectos distintos en un mismo año, afirma Peter Eisenman en una plenitud creativa e intelectual hecha de experiencia y fascinación por la Arquitectura.

Entrevista a Peter Eisenman realizada por Fredy Massad y Alicia Guerrero Yeste en abril de 2005.

Este texto es una versión ampliada por los autores de su artículo publicado bajo el título «Eisenman, teórico y práctico» en el suplemento ABCDe las Artes y las Letras del periódico ‘ABC’, editado en Madrid, del día 13 de agosto de 2005.

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