19.2.2008

Un puñado de árboles en la ciudad

San Pablo, Brasil En una reserva natural donde antes funcionó un complejo penitenciario se creó el Parque de la Juventud, con espacios para hacer deportes y disfrutar de los árboles. Un ejemplo de paisajismo en pleno cemento paulista.

En la ciudad brasileña de San Pablo, aún el sitio menos pensado es objeto de procesos de renovación y rehabilitación que dan como resultado espacios de usos recreativos múltiples para los habitantes paulistanos. Este el caso del Parque de la Juventud, creado en el lugar donde anteriormente se erigía parte del Complexo Peniteciario do Carandiru, una de las prisiones más grandes de América latina.

Luego de la violenta revuelta de 1993, parte de los proyectos de construcción para Carandiru fueron abandonados. Estas estructuras, junto con algunos restos de demolición y otras áreas convertidas en grandes terrenos baldíos pasaron a formar parte, con un concurso nacional llamado en 1999 por el gobierno estatal, de una propuesta radical de transformación del sitio. La misma incluía, en un principio, todos los edificios que constituían la prisión, pero con el tiempo se decidió mantener algunos con su función original y se redujo el total del área por convertir de unas 43 hectáreas a unas 25. El objetivo principal para el nuevo sitio se centró en la creación de un gran parque con usos deportivos, culturales y recreativos, y se mantuvieron además, como Areas de Protección Permanente, unos grupos arbóreos de enormes ejemplares nativos que constituyen la estructura verde más densa y visualmente impactante del parque. Tres espacios bien delimitados, Parques Deportivo (2003), Central (2004) e Institucional (2006), se cosen a través de una alameda peatonal que atraviesa el sitio de Este a Oeste y ofrecen diferentes actividades.

El Deportivo se mantiene abierto por la noche y se divide físicamente del resto del parque con un pórtico que contiene servicios; el Institucional tiene un carácter urbano y alberga los edificios administrativos y culturales. En el Central, un espacio más bucólico y topográficamente dinámico, se van apreciando aquellas estructuras abandonadas o a medio terminar, integradas con la vegetación y remarcadas a través de una iluminación bastante escenográfica. En oposición, se incorporaron estructuras nuevas, metálicas y de color rojo, algunas de las cuales sirven como acceso a los antiguos corredores de vigilancia de la prisión; de esta manera se agrega al sitio una experiencia espacial poco común: un recorrido peatonal a la altura de las copas de los árboles. Aunque el dato que más claramente prevalece respecto de la ciudad de San Pablo es que está entre las cinco ciudades más grandes y con mayor población del mundo, de hecho es la más grande en América del Sur, hay otro menos conocido y, sin embargo, igualmente relevante: de los 1500 km2 que la conforman sólo un uno por ciento corresponde a espacios verdes.

Es con el objetivo de modificar estas preocupantes estadísticas que, tanto la gestión del gobierno estatal y municipal como el foco de atención de aquellos profesionales cuyo campo de acción es la ciudad y sus espacios públicos, se vienen centrando en el desarrollo urbano-paisajístico de la ciudad. El Parque de la Juventud, cuyo nombre alude al sector de la comunidad que congrega mayormente, se concreta así como un espacio optimista que renueva la amplia necesidad local de contacto con el verde.

Por Jimena Martignoni
Publicado en La Nación

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