12.3.2009
Museo y Sede Institucional Madinat al Zahra
La visita al recinto arqueológico de Madinat al Zahra y a su entorno provoca en nosotros sentimientos encontrados. Por una parte, la nostalgia de un pasado remoto aún por redescubrir impregna el paisaje que se extiende hacia la sierra de Córdoba. Por otra parte el desordenado avance de las construcciones contemporáneas se cierne inquietante sobre los alrededores de lo que un día fue ciudad-palacio de los Omeyas.
Fotografías: ©Roland Halbe Fotografie / 2006
Nuestra primera reacción al llegar al lugar habría de marcar desde el primer momento la futura propuesta: no debíamos edificar en aquel paisaje. Ante una extensión de tal amplitud que aún espera ser excavada en la antigua ciudad árabe, nos gustaría actuar como lo haría un arqueólogo: no construyendo un nuevo edificio, sino -si fuéramos afortunados- encontrándolo bajo tierra, como si el paso del tiempo lo hubiera ocultado hasta hoy.
La memoria del concurso sugería el proceso como metáfora de una excavación arqueológica:
«Establecemos una malla ortogonal bidimensional, un punto de origen, y un nivel de altura referenciado. Delimitamos las cajas rectangulares a partir de las que iniciar la excavación del terreno: eliminamos capas sucesivas en estratos de espesor regular. La paciente tarea termina produciendo resultados esperanzadores: nuestras fotos, dibujos, y notas de campo desvelan la planta de tres edificios cuyos muros acaban configurando los que serán los espacios principales de la nueva sede: el Museo, el Auditorio, el Taller-Almacén. Consolidamos los muros, establecemos una cota uniforme de remate, los cubrimos, a su alrededor adecuamos nuevos espacios que servirán a los anteriores. Descubrimos pavimentos de antiguos patios y corredores: los restauramos, los hacemos protagonistas del nuevo proyecto. Delimitamos, finalmente el ámbito de nuestra intervención construyendo un cerramiento perimetral: un recinto que protegerá los restos encontrados…»
La propuesta construida se traduce en un edificio semienterrado que articula sus usos en torno a una secuencia de llenos y vacíos, espacios cubiertos y patios que guían al viajero en su visita. A partir del vestíbulo principal se extiende un amplio patio de planta cuadrada que como un claustro organiza en torno suyo los espacios públicos principales: sala de exposiciones, salón de actos, tienda, biblioteca y cafetería. Otro patio profundo y longitudinal articula áreas de uso privado: administración, talleres de conservación e investigación. Un último patio que refleja la luz dorada de los atauriques y otros restos arqueológicos que en él se expondrán, constituye la prolongación exterior del espacio de exposición del museo. Una planta sótano completa los espacios de exposición, auditorio y talleres, y alberga amplias áreas para almacenes e instalaciones.
La construcción es el soporte formal del proyecto, apoyada en la elección de un número limitado de materiales: muros de hormigón blanco visto, con encofrado de tabla de madera; cubiertas de acero corten y solados de patios de piedra caliza. La propia concepción del proyecto lleva implícito su futuro crecimiento, especialmente en las áreas de museo y talleres que, como si de resultado de nuevas excavaciones se tratase, podrían agregar nuevos pabellones.
El nuevo museo y sede de Madinat al Zahra es un edificio introvertido, que no revela al exterior la secuencia de sus espacios interiores: aparece en el paisaje silenciosamente, desenterrado como a lo largo de los próximos años lo harán los restos de la antigua ciudad de Abd al Rahman III.