Liceo en Ciudad del Plata

En las 8 aulas del nuevo liceo estudian 500 jóvenes divididos en dos turnos. Con frente a las calles Saigón, Cuba y Boreal (los tres lados del triángulo), el edificio se implanta en un predio triangular de 6380 m2. Nos encontramos en la cuenca del río Santa Lucía, donde las capas superficiales de los suelos ofrecen una bajísima capacidad de soportar cargas.

La necesidad de construir pilotes de hinca de tubo de gran profundidad fue un factor determinante en la decisión de diseñar un edificio compacto en tres niveles, con la menor cantidad posible de puntos de apoyo. El edificio se resuelve en torno a un impluvium que se define fundamentalmente en planta baja.

En los siguientes niveles, el edificio se va “arremangando” en sentido ascendente. En planta baja es un “cero”, en primer piso es una “u” y en el segundo piso es una “barra”. El siguiente nivel, la azotea verde, es el techo del edificio, tribuna de la cancha polideportiva y suelo continuo del espacio parquizado.

Así planteado, el edificio resulta de un sencillísimo acto de origami aplicado al suelo. Primero se recorta el perímetro y luego se levanta el sector recortado al que se le efectúan un par de simples plegados. Este acto determina y construye el parque, la tribuna natural de la cancha y la cubierta.

Esta condición “arremangada” del edificio a patio permite, por un lado, disfrutar hacia el norte de un buen asoleamiento y luz a lo largo de todo el año. Los árboles de hoja caduca en el interior del patio ayudan a controlar la intensidad del sol en los meses más calurosos. Por otro lado (al encontrarse en un bucle del río y contar con tres niveles de altura), el edificio permite disfrutar tanto hacia el norte como hacia el sur de bonitas vistas del río Santa Lucía.

Esta vocación por vincular espacios de diferente naturaleza y escala (que incluye además la posibilidad de que a través de mecanismos simples el comedor, el patio interior y el salón de usos múltiples se transformen en un único y enorme salón) sugiere y propone la posibilidad de que buena parte del liceo sea (más allá de los cometidos concretos asignados a cada sector y local) un soporte abierto para nuevos usos desarrollados para, con, o desde la comunidad.

El edificio se presenta a la vez como singularidad referencial para el desarrollo de lo público y lo colectivo, y como pieza fusionada con su soporte. La identidad de la pieza no viene ya dada por su adscripción a una imagen institucional (nuevo liceo público) sino por la particular fusión entre edificio público y soporte. De esa forma el edificio asume su cometido institucional específico y al mismo tiempo genera una urbanidad incrustada en su lugar.

La revisión de un modelo
La propuesta consiste en retomar una estructura histórica (edificio compacto a patio) desarticulando la idea preestablecida de edificio que se aísla del mundo exterior para mirar su ombligo. Plantea por el contrario unos espacios interiores contenidos por el edificio, que establecen diferentes clases y escalas de proyecciones exteriores:

a) A ras del suelo. La mirada hacia el acceso y especialmente la mirada hacia los patios “duro” al este y blando al “oeste”, que recorre el edificio de patio a patio en sentido transversal al acceso, desde el impluvium como corazón del edificio hacia ambas márgenes. La continuidad espacial y la visión de patio a patio (de “duro” a “blando” y viceversa) recorre toda la planta baja del edificio.

b) Proyecciones de pequeña escala. La dirección y la secretaría en planta baja y el aula de arte en el primer piso, se proyectan hacia espacios exteriores contenidos, y estos a su vez se proyectan hacia el parque.

c) En los niveles superiores se plantea:
– una vista del impluvium y sus vínculos espaciales desde una nueva perspectiva
– la vista del suelo exterior que se transforma de soporte a techo
– la visión del predio parque, la cancha y el contexto barrial inmediato
– la doble mirada del paisaje distante, el río y el horizonte; por encontrarse el liceo en un bucle del río Santa Lucía, es posible alcanzar con la vista el agua hacia el norte, desde las circulaciones horizontales, y hacia el sur, desde los espacios educativos. Desde la azotea verde una rotunda visión de 360 grados ubica al edificio y al propio Delta El Tigre en un marco paisajístico territorial amplio, complejo y singular.

El edificio educativo y el mundo exterior
En la década de los ochenta se instaló en nuestro país la idea del edificio educativo a partir de un modelo eficientista en sus aspectos organizativos y constructivos, derivados de la doble crujía y su introspección como modelo al cual recurrir mas allá del marco físico, urbano, social y paisajístico en el que el edificio se implantara.

Este proyecto quiere ser una respuesta específica a un tema que se debate entre lo general (las teorías educativas) y lo particular (una comunidad, un paisaje, un sitio).

El edificio parque plantea un sistema de espacios exteriores ya comentados, y una escala suburbana y usos públicos hacia el sector de acceso. La contracara de este sistema ascendente es la generación de un enorme prisma cuya fachada sobre la calle Boreal incorpora una cadencia de escalas: el hueco de dos pisos de altura, el hueco de un piso de altura, la ventana pequeña y la ventana muy pequeña; todos estos elementos están regulados por unas líneas horizontales que ponen en evidencia los niveles y controlan la proporción. El edificio se concibe como un artefacto que pretende ser amable sin renegar de la escala propia de su condición institucional.