17.4.2020
La Tierra Roja, proyecto fotográfico
"La Tierra Roja" es un proyecto fotográfico de Aitor Estévez Olaizola, arquitecto y fotógrafo, a propósito de un trabajo de investigación acerca de Tarroja y la comarca de La Segarra, realizado por Marc Verdés i Oliva, arquitecto y antropólogo.
Hace tiempo que lo local responde a procesos culturales y económicos de carácter mundial. El campo ha estado ligado históricamente a la ciudad, a las dinámicas urbanizadoras y de los mercados que, a raíz de la industrialización, han transformado radicalmente las sociedades rurales y su medio en los últimos tiempos. Sin embargo, en la sociedad global actual, los lugares se conforman mediante las relaciones de interdependencia con otros lugares pudiendo considerar que el sentido radical de lugar queda complementado por flujos aparentemente ajenos al mismo.
En el lenguaje verde, Raymond Williams (2001) ya expuso cómo en cualquier lugar, en todo el globo terráqueo, la confianza agraria fue desafiada por los sentimientos de pérdida, la melancolía y el lamento. Por el contrario, relata cómo durante el siglo dieciocho se desarrolló un principio alternativo de confianza en la misma naturaleza y en relación a la comunidad humana. En este sentido, el vaivén emocional a raíz de ambas percepciones de la realidad conformarían una nueva unidad que, según el autor, hundiría sus raíces en una historia sentimental bastante alargada.
En el contexto actual dominado por el discurso ecológico, el proyecto fotográfico que aquí presentamos pone la atención en la dimensión emocional que el rojo representa. En el punto medio del altiplano de la Segarra, donde la agricultura intensiva del cereal y la industria agroalimentaria han devenenido hegemónicos, el pueblo de Tarroja deviene en metáfora de cierta sensibilidad perdida. Últimamente, de la Revolución Verde esta parte, los ánimos contraculturales, los nuevos imaginarios culturales cercanos a la espiritualidad oriental y la agroecología han vehiculado la necesidad de espaciarse y de explayarse.
Con todo, el genius loci convive con una humanidad desligada desde hace tiempo de la naturaleza. Los híbridos culturales de hoy responden a una heterogeneidad de imaginarios culturales que, entre una modernidad aún por realizar y la nostalgia de un pasado, se confrontan a la idealización de un paganismo desconocido. Hace mucho que los hombres y sus artilugios se animan mutuamente y de esta manera animan paisajísticamente el terruño que apenas los sostiene.
El verde, complementario al rojo, habría ocultado el sentido de aquel debido a su dominancia. No obstante, de noche, el espíritu rojo sobresale y envuelve todo lo que, durante el día, queda deslumbrado y velado por el sol: el agua del río Sió, la trinchera de un ferrocarril que nunca existió, el camino viejo del pueblo abandonado de Tudela sobre la colina donde todavía resiste la ermita de San Miguel, la fuerza telúrica emanada desde los promontorios pedregosos de la comarca y las cavidades que esconden, los muros de piedra seca de tantas construcciones rurales, el trazado de las danzas rituales realizadas por un grupo new age en la colina de la «casa de los cazadores» o, a la vera del núcleo habitado, las cubiertas y la fuente que hay junto al camino viejo de Cervera.