JPMV

En forma de síntesis, la casa plantea una interpretación sobre las relaciones y las transiciones entre el espacio abierto y el espacio cerrado de forma “continua” y “responsiva”.

De entre las múltiples lecturas que ofrece la organización funcional, se destaca la habilidad para balancearse en un continuo diálogo entre opuestos articulados a través de su secuencia. La interacción transversal formulada a través de medios niveles ofrece una continuidad funcional desde los espacios más públicos y sociales hacia los espacios más privados y resguardados. Dicha secuencia se organiza como una dicotomía entre la relación dinámica de su “figura” en relación a la más estática de su” fondo”. La “figura” se presenta como un sistema de molinillo dinámico ascendente que rota en sentido opuesto a las agujas del reloj mientras que la pieza de fondo se presenta como un paralelepípedo monolítico, materialmente sólido y estático.

Definiéndose como un elemento de geometría euclidiana pura, en contraste con el entorno orgánico, este paralelepípedo flota con fragilidad, exento, en mitad del lote. Bajo una profunda premisa, el objeto se descubre como un volumen continuo que sutilmente se adapta en sus texturas para dar respuesta a las distintas orientaciones de cada una de sus fachadas, disolviendo así en un gesto de modernidad la idea de ventana, cada una de las caras de este paralelepípedo ofrece una respuesta diferente,

El patio central, que se abre al cielo y al horizonte, a través del prácticamente único gesto de “ruptura”, de la volumetria define diferentes situaciones funcionales y espaciales casi como una analogía a la propuesta de Gordon Matta Clark en 1974 con su concepto de “splitting” [separaciones] dando cabida al concepto de “lugar como objeto”.