20.5.2010

Joyería en Bilbao

El encargo consistía en la ejecución de un local destinado a joyería en el ensanche bilbaíno. El local presentaba una tipología previsible dentro del ámbito donde se situaba, con escasa fachada, y una disposición profundo hacia el interior de la manzana, además de una cierta irregularidad en planta con la particularidad añadida de la molesta presencia de un pilar en una posición central cerca del ámbito de acceso.

El programa se ajustaba básicamente a un área de atención pública, otra área de carácter más privado también de atención a clientes, un despacho interno de trabajo, un almacén, un aseo, además de unos expositores.

El cliente, únicamente definió dos pautas en el desarrollo del proyecto, por un lado, el local debía presentar un cierto grado de privacidad desde el exterior y por otro, la fachada del local debía debía resolverse con un expositor.

La organización del proyecto en planta es muy clara y se guía en función del grado de privacidad de cada ámbito de acuerdo con las características del local pasando de lo público a lo privado según se avanza en la profundidad del local.

Las decisiones que definieron el proyecto fueron dos, primero se optó por la fórmula de trabajar el espacio en dos niveles materiales como eran el vidrio facetado y madera de maple. Estas dos alturas materiales se trazan con funciones diferentes, por un lado la piel de vidrio facetado resuelve la irregularidades del local, contiene los armarios contenedores, define el espacio de la trastienda y aporta los expositores interiores y por otro los panelados de maple regularizan la traza general del local bajo la que la piel de vidrio serpentea. Además de resolver los requerimientos funcionales y de privacidad que se exigían esta decisión enriqueció la presencia del espacio no coartándolo, elaborando la sección, consiguiendo que la fachada opaca recibiera luz por su parte superior y que la trastienda de atención al público tuviera cierta privacidad pero que al mismo tiempo no quedara sectorizada sino dentro del mismo espacio general.
Y segundo la fachada debía ser un icono del local que lo dotara de una personalidad y presencia reconocible.
Esta presenta únicamente el rudo monolito de hormigón de tabla adquiere protagonismo, el resto de la composición se configura con vidrio sin carpintería dentro de la crujía del local que los machones de mármol negro marquina preexistentes definen y que de forma uniforme presenta el ensanche bilbaíno.

Este cofre de hormigón en su interior se reviste de terciopelo gris enfatizando el contraste entre su presencia antibandálica frente a la delicada apariencia de los objetos de su interior. Mención aparte cabe destacar la puerta, que se presenta sin carpintería para no perturbar la presencia del volumen de hormigón resolviéndose su apertura y su seguridad con el diseño de un tirador cerradura.

Por último, la geometría material resuelve la molesta presencia del pilar en reducido ámbito incorporándose en el diseño del local como un pilar mostrador.

Constructivamente, el equilibrio cromático y material resuelto con panelados de maple, vidrio facetado y fieltro en suelo adquiere ese compromiso entre la sencilla austeridad contemporánea y el gusto por el lujo reconocible.

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