22.12.2023
El Manchesteriano – VITA 22@
Una comunidad universitaria para el siglo XXI
Con la aparición del 22@, la transformación acelerada del Poblenou ha producido un tejido de grandes edificios de carácter estándar e indiferentes respecto al patrimonio fabril preexistente, resultando en un espacio entendido como disruptivo y de escasa urbanidad. La autonomía funcional de los programas terciarios —expresada en plantas bajas opacas, fachadas vidriadas y pocas puertas a la calle—, donde la actividad difícilmente se percibe, esteriliza la relación con los usuarios del espacio público, resultando hoy en calles y edificios de valor alto ambiental pero de poco valor colectivo como ámbito de encuentro y relación.
La implementación de una residencia de estudiantes de 12.000m2 y 350 habitaciones implicó la reflexión respecto a la contribución urbana y de sentido de una comunidad universitaria del siglo XXI para superar la condición genérica de las nuevas edificaciones y contribuir netamente a su entorno. La percepción de la actividad, usos y experiencia de los usuarios respecto a la calle —simultáneamente pública y privada—, el valor del contexto y los objetivos de sostenibilidad (BREAM) son la base de la concepción del edificio, el enlace entre esta nueva comunidad y el Poblenou histórico.
La residencia define la entrada al Distrito 22@ por Sancho de Ávila, marcando con una torre biselada el contacto con la Meridiana y la relación con la plaza de las Glòries y con un cuerpo de seis plantas en el frente de Sancho de Ávila. Las 13 plantas de la torre sobrevuelan los túneles de la Línea 1 de metro, situados bajo la parcela, mediante grandes vigas diagonales que arrancan desde el subsuelo hasta la segunda planta y vuelan sobre el chaflán. A lo largo de la fachada de Sancho de Ávila, el volumen se encaja con un gran porche y altura propia del Eixample, definiendo el contacto con el túnel ferroviario de ADIF y la futura escuela que se ubicará en la calle Pamplona. En contacto con la calle Zamora, el edificio abre un sistema de contrafuertes nervados para obtener una servitud de vistas hacia la calle y el patio del colegio.
El contacto geométrico entre la torre y el cuerpo central estimula la variedad tipológica del conjunto, multiplicando las situaciones —en torre, en esquina, en cuerpo bajo— que se traduce en la diversidad de habitaciones y de usuarios, habilitando una comunidad más cosmopolita y diversa.
En las esquinas, habitaciones-estudio doblan vistas y perspectivas; en la torre, estudios y habitaciones (entre 21 y 30 m2) alternándose en tamaño dominan la visual próxima y lejana aprovechando la amplitud de la Meridiana; y, en el cuerpo central, las habitaciones varían siendo más profundas hacia Sancho de Ávila y de mayor confort y amplitud hacia el patio interior. En total son siete tipologías, concebidas con todas las características del confort moderno —cocina, baño, estudio— que favorecen la coincidencia de usuarios de larga duración (doctorandos) con los más puntuales (estudiantes universitarios) dando coincidencia a intereses y usuarios distintos sobre los mismos espacios.
El Poblenou histórico y el Distrito 22@
La multiplicidad de tipos se traslada a la configuración de la fachada que busca expresar tanto la repetición sistémica del programa como la diferencia de situaciones. La fachada busca evocar, de forma moderna y deliberada, la semántica serial y texturizada de los elementos fabriles de origen inglés —como Ca l’Aranyó—, expresando los elementos de repetición del programa en obra de fábrica oscura para rememorar las transferencias culturales que dieron apelativo al Manchester Catalán, como un acto de convicción hacia el contexto. La durabilidad, el bajo mantenimiento, las condiciones climáticas (por la fachada ventilada) y el buen envejecimiento son las primeras medidas de sostenibilidad: hecho para durar.
La repetición sistemática de nervaduras verticales y horizontales revindica la ventana y el tratamiento del hueco como tema central del proyecto: se entiende como un espacio de expresión de la relación entre la dimensión del usuario y el espacio urbano —la calle—. Para ello, la ventana estándar de 130x242cm materializa elementos característicos del Eixample, con la recuperación del característico balcón “Juliette” — que promueve la observación de los paseantes y la actividad de la calle—, así como el característico porticón de librillo en los ámbitos con mayor exposición.
Los espacios colectivos: la planta baja y el jardín elevado
La planta baja, con un gran porche sobre Sancho de Ávila, relaciona visualmente tanto los usos académicos (salas de eventos y recepción, espacios de estudio) como los más cotidianos (espacios lúdicos, cafetería, espacios de estancia, lavandería) con la calle Sancho de Ávila, creando un HUB de actividad donde la reciprocidad de miradas entre estudiantes y paseantes define la fachada simultáneamente como filtro y escaparate. Es un espacio de naturaleza flexible, donde la relación entre el patio interior y la calle se filtra mediante grandes ventanales y carpinterías practicables que permiten abrir selectivamente los ámbitos y confundir, deliberadamente, el principio y el fin de los espacios.
El patio interior fija el contacto con la futura escuela con un jardín de intenso valor ambiental —con arbolado sobre el aparcamiento, vegetación arbustiva y hiedras (parras) contra el ladrillo—, alterna zonas duras para los usuarios (con mesas y mobiliario) con espacios de vegetación abundante y grandes ventanas correderas y plegables para facilitar la continuidad de usos interiores y exteriores, lo que multiplica el potencial de la planta baja y la flexibilidad de los usos a modo de gran espacio abierto, ventilado y de carácter a la vez reservado y cosmopolita. La duplicidad jardín-fachada urbana permite establecer una estrategia respecto a la distribución de las actividades, situando las áreas de encuentro más privadas así como el gimnasio en estrecha relación con el jardín, y los salones y espacios de estudio situados entre ambas fachadas para disfrutar de ambos frentes.
Un gran poche a lo largo de Sancho de Ávila, como extensión de las nervaduras y pilastras, modula la transición entre el volumen y el suelo y crea un ámbito enjardinado hacia la calle. Dentro del porche, organizando la percepción de los usos del suelo, la perfilería industrializada con grandes vidrios facilita la transparencia hacia el patio interior, el paso de la luz natural y la modulación selectiva de los distintos ámbitos, contribuyendo a animar el paso por la calle. La forma irregular introduce situaciones variadas de tribuna y mirador en planta baja, enriqueciendo el conjunto de situaciones y las formas de percepción desde el interior.
La entrada del edificio sobre el chaflán Meridiana-Sancho de Ávila se acentúa con una gran marquesina roja sobre el ámbito público y se produce un punto de encuentro exterior con un banco longitudinal que resuelve la topografía. Sobre el mismo ámbito de entrada, un banco metálico integrado a la puerta establece un ámbito de espera, previo al acceso al vestíbulo, que da paso a los ámbitos comunitarios.
El proyecto estratifica en altura los espacios de disfrute colectivo. Mientras el jardín interior en planta baja es un espacio de intercambio accesible a visitantes y a la comunidad universitaria, en la planta 6 se dispone un jardín elevado sobre la perspectiva del Poblenou, un espacio destinado al ocio y la estancia de los residentes, con vegetación arbustiva, arbolado y mobiliario integrado que habilita distintos usos y experiencias estacionales. Este jardín se completa con una pequeña piscina longitudinal, integrada en el denso conjunto de extracciones y chimeneas, y con mobiliario integrado en la vegetación
Sostenibilidad ambiental y social
El edificio apuesta desde su concepción tanto por múltiples estrategias de sostenibilidad —entre las que destacan las relacionadas con su durabilidad, la reducción del consumo energético, la optimización de los recursos hídricos y la puesta por la movilidad sostenible— así como los aspectos relacionados con la inclusión social. Todo ello ha llevado al edificio a obtener la calificación BREEAM así como la calificación energética A con un consumo de 84 KWh/año.
La elección de una fachada de ladrillo con cámara ventilada mejora notablemente el comportamiento térmico general del edificio, así como garantiza la durabilidad, estabilidad y envejecimiento a largo plazo sin perder las cualidades materiales originales. En la fachada sur, el tratamiento de ladrillo se matiza con una fachada de SATE con acabado estucado de color blanco que minimiza el impacto solar y agrega reflectancia al patio interior. De la misma manera, el uso de vidrios de baja captación energética en todo el edificio, combinado con carpinterías de aluminio de alta eficiencia y porticones de librillo en las áreas más asoleadas, permite asumir altos niveles de reducción del impacto de radiación solar en el global del edificio, reduciendo el consumo energético global del proyecto.
El edificio resuelve los aspectos de climatización mediante el Heating/Cooling de Districlima del distrito 22@, que mejora la eficiencia global y resuelve la aportación de agua fría y caliente a la residencia. La captación energética se solventa mediante el uso de placas fotovoltaicas en cubierta, asumiendo el 70% de la demanda energética global. Estas estrategias combinadas reducen la generación y emisiones de CO2 del edificio que se reducen a 14 KgCO2/m2. La apuesta por la movilidad sostenible se materializa en un aparcamiento para 120 bicicletas y 10 vehículos eléctricos.