9.11.2009

Edificio de Oficinas de Gamesa Eólica

El problema de un edificio de oficinas, de investigación, como el que nos ocupa, es en general, cómo relacionarse visualmente, desde el puesto de trabajo, con el exterior. El edificio de Gamesa se sitúa en las afueras de Pamplona, rodeado de un paisaje hermoso de media montaña, muy verde.

Junto a otras piezas de arquitectura, se localiza en uno de esos nuevos polígonos con nombre rimbombante, que hace referencia a nuevas tecnologías, y que en general tienen la característica que en todos sus edificios se produce una endogamia, una falta de interacción con el exterior. El objetivo del proyecto es garantizar que el edificio (sus usuarios desde el interior), sea consciente de que se ubica en un «sitio» específico, con fantásticas vistas, del que ha de apropiarse haciéndolo suyo. Por ello, la propuesta no concibe la parcela como algo donde simplemente nos implantamos o que rodea a la construcción. Por contra, el paisaje se introduce en un edificio que, a su vez, se abre voluntariamente. Se introduce en el mismo, creando complejidades espaciales y visuales, diluyendo y enriqueciendo el límite entre el interior y el exterior, estableciendo un diálogo fructífero. El proyecto incluye un amplio programa dividido en variadas áreas funcionales. El perímetro exterior queda configurado con los despachos que deben ser cerrados. El interior, abierto al gran espacio ajardinado central, adopta una espacialidad de oficina «paisaje».

El edificio se materializa y construye como un «mineral excavado». El perímetro exterior, claro y delimitado, contrasta con el interior más quebrado y sorprendente. Tanto la geometría del edificio como los vidrios que se utilizan en su construcción, laminados con una malla de acero inoxidable en su interior, capaz de producir reflejos y texturas minerales con la incidencia de la luz, abundan en esta idea de la «mineralidad de la pieza». La fachada exterior se configura como una doble fachada a efectos de ahorro energético. Toda la perfilería se hace con acero galvanizado. El espacio interior, protegido de los vientos, en continuidad visual con los montes de alrededor, queda ajardinado con bambúes. Es un lugar fresco en verano, al que se puede salir, un «pulmón» que dota de refrigeración natural al edificio.

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