29.2.2024
CELIA
CELIA es un cielorraso iluminado y cinético ubicado en la base de la recién construida Torre Ping An en Shenzhen, China. CELIA procesa datos de sensores para generar intrincados patrones de movimiento e iluminación en respuesta al movimiento humano y a los sistemas internos del edificio.
Es nuestra versión del metaverso: no es una realidad virtual, sino una realidad mejorada.
CELIA: Cómo dimos vida a un edificio
Los edificios tienen piel, esqueleto estructural, e incluso sistemas respiratorios y circulatorios, pero al carecer de un sistema nervioso central, los edificios son inanimados.
En las primeras etapas de exploración de ideas, examinamos ejemplos de bioluminiscencia en la naturaleza, tales como las medusas, encontrando finalmente inspiración en la flor de gloria de la mañana que se abre y se cierra según cambian la luz y el tiempo.
La capacidad de percibir y responder es uno de los indicadores de la vida. Pensamos que no solo podríamos animar un edificio al proporcionarle un sistema nervioso primitivo, sino que también podríamos hacer que pareciera que el edificio se está comunicando.
En este proyecto, aprovechamos exploraciones previas de nuestro equipo relacionadas a la tecnología de Internet de las cosas (IoT) – una red distribuida de microcomputadoras que detectan e interactúan en el mundo real.
Para uno de los primeros prototipos de IoT que desarrollamos, un sensor ambiental llamado HALO (objeto luminoso ambiental heurístico), construimos nuestras propias placas de circuito, desarrollamos software e incluso imprimimos en 3D su carcasa. HALO nunca se materializó como producto, pero su premisa fue intrigante: que la información digital, en este caso datos de sensores de humedad, temperatura y CO2, podría visualizarse de una manera ambiental y centrada en el ser humano utilizando iluminación colorida y emotiva.
Comenzamos a escalar estas ideas en nuestros proyectos de arquitectura “del mundo real”, teorizando que la tecnología IoT y la visualización de datos ambientales podrían «dar vida a los edificios».
En 2017, la torre Ping An en Shenzhen nos brindó la oportunidad de probar nuestra hipótesis en un edificio de nuestro diseño. Como arquitectos, enfrentamos un desafío: cómo aumentar la densidad en el sitio y al mismo tiempo abrirse y conectarse en uno de los centros urbanos más transitados del mundo.
Nuestra solución fue hacer “flotar» el volumen de la torre de treinta y siete pisos y 208 metros de altura para crear una plaza pública elevada que eventualmente se conectará a la red de puentes peatonales de Shenzhen. La propuesta resultó en un cielorraso expuesto al aire libre en la parte inferior de la torre elevada, una ‘quinta fachada’ ausente en casi todos los edificios.
La proximidad del cielorraso a la plaza elevada inició un diálogo entre el edificio y los peatones que creímos que podría ser mejorado al animar la superficie expuesta.
Comenzamos creando prototipos con simples placas de pruebas, motores diminutos y modelos de madera hechos a mano que sincronizamos con software de movimiento. Probamos estos movimientos en animaciones por computadora para visualizar el resultado final.
Nuestro equipo en Shanghái trabajó con fabricantes locales para producir diferentes variaciones durante los siguientes doce meses. Nuestro cielorraso fue cobrando vida lentamente con resultados impresionantes. La configuración final utiliza 108 «pétalos» móviles y 2,484 accesorios de luz LED, cada uno direccionable de forma individual. El sistema de control de movimiento utiliza varios caminos preestablecidos que se activan mediante retroalimentación en tiempo real de sensores ambientales interiores y exteriores.
Actualmente, se planean dos modos de operación: primero, un modo activado por humanos donde los sensores infrarrojos detectan movimiento debajo y desencadenan una respuesta iluminada, y segundo, una señal de los sistemas mecánicos del edificio para abrir los pétalos y hacer circular aire fresco a través del lado inferior de la torre.
El nombre CELIA proviene del latín que significa celestial: un mundo digital, reflejado sobre el nuestro.
Poco antes de la finalización de CELIA, el cambio de marca de Facebook a «Meta» provocó un debate interno sobre si el metaverso, una realidad virtual paralela a la nuestra, era algo bueno o malo. El Internet de las cosas, puede interpretarse como un tipo de metaverso: un espejo digital de la realidad que puede interactuar con nuestro mundo real.
No una realidad virtual, sino una realidad mejorada.
Una realidad que vale la pena explorar.