Casa Punta Cana

El encargo del cliente, una familia estadounidense que se propuso participar en todas las etapas del proyecto, era una casa grande, cómoda, de una sola planta y con varias habitaciones del mismo tamaño. La estructura orgánica, completamente abierta a la playa y a la calle, aporta más luz y ventilación natural a la «casa de la brisa», como la llama la oficina.

Con líneas arquitectónicas poco convencionales y paralelas, el proyecto fue pensado en términos de sustentabilidad y con diferenciales tecnológicos aún no utilizados en el país. Además, a excepción de una silla, toda la decoración y el mobiliario son de diseñadores brasileños, de los que los clientes están enamorados, y en colores discretos.

En el bloque norte se encuentran seis suites independientes, cada una con su propia vista y jardines, y en el bloque sur se encuentran el comedor, el bar, la cocina, la sala de juegos, el gimnasio y todos los servicios de la casa. En el centro hay una «sala familiar», prevista para ser un lugar de encuentro para los miembros de la familia, que viven en diferentes países, y los invitados.

Además de un cilindro de vidrio que flota en medio de los jardines acuáticos, toda la residencia está serpenteada a lo largo por una gran terraza. Son 700 m² de sensaciones abiertas y cerradas, altibajos, formas variadas y paisajes en todas direcciones.

Las soluciones de alta tecnología son otro punto destacado: la República Dominicana, como gran parte del Caribe, está sujeta a huracanes con vientos que alcanzan los 300 km/hora. Por ello, para producir los elementos que cumplan con estas condiciones, se aplicó la tecnología digital CAD – CAM (Computer-Aided Design / Computer-Aided Manufacturing), utilizada en países de Europa y Norteamérica.

Toda la estructura de madera laminada encolada con doble curvatura, que forma el techo de la terraza y las suites, fue fabricada digitalmente en Francia, al igual que los pilares de acero que la sostienen. Las carpinterías de vidrio y el techo de cobre clipado se fabricaron en España, y las placas y mantas necesarias para la perfecta estanqueidad y aislamiento térmico del conjunto procedieron de Estados Unidos. Además, para evitar ser invadido por el mar en caso de huracán, se elevó y compactó el terreno 2 m, en caliche, con relación al nivel original.

Todas las conexiones estructurales son internas, lo que dificulta la oxidación que es común en las regiones costeras. Pese a ello, el techo, fabricado en cobre natural, fue diseñado para cambiar de color según la acción del mar, añadiendo belleza al proyecto.

La iluminación es predominantemente natural, a través de las «rendijas» que tiene la casa, cambiando a medida que va pasando el día y la luz «pasea» por las estancias. El paisajismo, que se asemeja a un tapiz viviente, une el trabajo de muro vertical brasileño con el trabajo de jardín horizontal dominicano.

«Trabajar con tecnología de fabricación digital cambia los ajustes de trabajo de centimétricos a milimétricos. Aunque carece de industrias, en la República Dominicana abundan excelentes profesionales que hacen un trabajo de alta calidad», explica Ivo.

«La mano de obra local marcó la diferencia en el acabado del proyecto. Además de la perfección en la ubicación, la construcción de los cimientos y muros de concreto que recibieron las estructuras de acero y madera, la calidad artística de los acabados de piedra, madera y cobre que dominan No se ha descuidado la composición estética de la casa», afirma Matthieu Van Beneden.

Leé la nota original en inglés > https://arqa.com/en/architecture/punta-cana-house.html