Casa en las Nubes

Emplazada en el sector central del terreno, con su lado mayor orientado hacia el norte, se presenta como un prisma blanco, levitando sobre el monte y perdiéndose entre las nubes.

El acceso se produce mediante una calle adoquinada que llega debajo de la casa. El desnivel del terreno es aprovechado para albergar una batería de tanques cisternas y el estacionamiento de los autos. El recorrido desde allí hasta el interior del edificio se plantea como una experiencia que comienza en contacto con la tierra y termina en el aire.

Las piedras del terreno se ordenan conformando canteros y escalones, que culminan en la puerta de una escalera colgante. Desde ahí se comienza a transitar en el aire, hasta la galería norte, donde el recibimiento de una puerta corrediza de madera permite vislumbrar el interior. Al abrirla, la incidencia de la luz sobre el revestimiento de madera color bermellón, genera una experiencia espacial escenográfica que culmina en el corazón del hogar: el área social, en total comunión con las montañas.

La casa se organiza linealmente dentro de un espacio de 18.50m por 5.50m, donde una isla de servicios, iluminados y ventilados cenitalmente, separa el área social del área privada. Todo el lado sur está conformado por un mueble de guardado que otorga espesor a la envolvente y resuelve las demandas funcionales de cada espacio. Hacia el norte y el oeste la casa se encuentra abierta plenamente, generando una expansión de las actividades interiores hacia la galería.

La materialidad del proyecto fue definida conjuntamente con el estudio del sitio. El gran desnivel del terreno, su composición, la amplitud térmica, la ausencia de agua corriente, el tipo de vegetación y su altura, entre otros aspectos, establecieron que el sistema constructivo fuera mayormente vía seca. En taller se compuso un sistema, conformado por perfilería metálica, que fue trasladado en secuencia al sitio para su ensamblaje. Las partes fueron llegando listas para montar, la estructura principal, la secundaria, luego los paneles de cerramiento horizontal, vertical.

La única parte que se desarrolló vía húmeda en obra fueron los cimientos y la losa de entrepiso, mediante un sistema de viguetas premoldeadas. Esta decisión tuvo que ver con la necesidad de acumular calor en la masa de la losa cuando el sol de invierno ingresa por el norte al espacio interior.

Un sistema de paneles plegadizos atenúa los vientos en la galería y tamiza el ingreso de sol desde el oeste en verano. A la vez que garantiza la seguridad de la vivienda cuando no están sus usuarios.

El edificio en el exterior se concibe con una geometría clara de un único material, que en el perímetro norte se presenta como un velo al espacio intermedio (paneles móviles de metal desplegado), mientras que hacia el sur el perímetro es compacto (paneles compuestos de chapa blanca) con estratégicas perforaciones para ventilación cruzada. El color del volumen y su disposición suspendido establece en el exterior un dialogo íntimo con el cielo y las nubes. En cambio, los espacios interiores pretenden fusionarse con el entorno, explorando la calidez de la madera en cielorrasos, muros, puertas y amoblamientos. Todo resuelto con un mismo material, fenólico de eucaliptus.