5.3.2015
Bia_Space en La Naja, Bilbao
Con motivo del BIA Forum llevado a cabo en Bilbao en septiembre de 2014 y cuyo tema motor fue la regeneración urbana se plantea la posibilidad de llevar a efecto una actuación efímera que sirva para ejemplificar dicho concepto y poner en valor un espacio abandonado en el centro de la ciudad.
El espacio escogido fue la antigua estación de tren de La Naja, antaño la de mayor flujo de pasajeros del estado y que quedó relegada con la construcción del metro siendo clausurada hace casi 15 años. Desde que en el año 2000 se detuviera el tránsito de vagones que conectaban la capital con la margen izquierda de la ría, la estación ha permanecido, y permanece, sin uso. Ubicada en un lugar privilegiado, en la ribera de la ría, mirando al señorial teatro Arriaga y a los pies de la grandiosa fachada de la, todavía en activo, estación de la Concordia, su complexión aporticada hace las veces de zócalo de la misma, impidiendo además la continuidad del paseo de borde de ría.
Una de las mayores transformaciones de Bilbao ha sido la recuperación del eje fluvial como espacio vertebrador, desde el muelle Marzana en Bilbao la Vieja a Abandoibarra pasando por los muelles de Ripa y Uribitarte, y más allá hasta Zorroza con planes de extensión aguas abajo a todo el eje metropolitano.
Esta intervención efímera en un punto de centralidad urbana estratégica pone el acento en la continuidad de los muelles de ribera, orgullo de la ciudad, aportando una nota de luz sobre el único punto de discontinuidad en sus desarrollos en el centro del la ciudad.
Además su condición de infraestructura en desuso sobre la que proyectar planes de futuro sirve al BIA como oportunidad de reflexión sobre estrategias alternativas con las que abordar hoy la recuperación de estos espacios-infraestructura más allá de su desmantelamiento, sobre las posibilidades de reutilización, sobre la valoración de su peso en la construcción identitaria de la ciudad. En su interior, el espacio se muestra impresionante, con una perspectiva infinita de pilares y vigas de hormigón que envuelven los dos andenes y la zona de vías filtrando el sol directo que, a través de su fachada a la ría, invade toda la superficie.
El flujo de personas casi se puede visualizar de no ser por la vegetación que ha crecido en la zona de vías, el polvo, telarañas y humedades fruto de tantos años de olvido, junto con el rastro de ocupación marginal durante las décadas negras de crisis del pasado siglo, que sirven de guión para relatar la vida de la estación durante su ostracismo.
El encanto de lo abandonado junto con la memoria de aquellos que pasaron horas y horas en aquellos andenes se convierte en el eje de la actuación que pretende recuperar ese espacio durante 15 días, reduciendo ésta al mínimo imprescindible. No se limpia, ni se pinta, ni siquiera se reparan goteras, se mantiene la magia de un lugar detenido en el tiempo, se le otorga el papel de “ruina moderna” que poder visitar.
Una pasarela a partir de una estructura de andamio se apoya en el suelo y con tablones de madera de encofrado se crea una nueva superficie que pisar, un recorrido cuyo fin principal es permitir que el espectador vuelva a pasear por el pasado pero en el cual ocurren más cosas.
Se plantea el acceso en el final del muelle de Ripa, punto de discontinuidad mencionado, y la pasarela se erige como continuación del paseo. La forma y descomposición de los límites de la plataforma insertada combinan la intencionalidad del recorrido, la funcionalidad del uso que se pretende y su compatibilidad con las goteras existentes. Una suave rampa en la zona más oscura va salvando el desnivel mientras una iluminación puntual de aspecto casi teatral remarca el carácter de ruina de esas paredes. Al fondo, la luz natural que irrumpe en el espacio central indica el recorrido, a lo largo del cual se colocan los paneles de una exposición de índole participativa.
Una vez el visitante alcanza el espacio principal, la pasarela se convierte en una plaza que abarca toda la anchura disponible, ya superada la altura de los andenes laterales. En esta plaza, de carácter continuo, a excepción de dos casetas de madera que sirven de soporte de servicios, es el mobiliario el que delimita los usos: una zona de lectura, otra de descanso y una tercera en el límite del andamio que se usa de espacio multiusos (workshops y conferencias) al mismo tiempo que se conforma como mirador, como terraza donde esa perspectiva infinita de la secuencia estructural se disfruta en su máxima expresión.
Cuando ya el interior resulta insuficiente, esa misma plataforma se expande hacia la terraza exterior sobre la ría, también con espíritu de mirador pero esta vez frente al Arriaga, ejemplo contrario a la estación de La Naja si nos referimos a su concepción formal y a su estado de conservación.
El camino termina donde lo hacía años atrás, subiendo las escaleras que conducen al puente del Arenal para adentrarse ya en el Bilbao de la transformación urbanística, transformación que pasó por alto esos soportales brutalistas y coloridos donde hace años miles de personas esperaron horas sentadas la llegada del tren que les llevara de vuelta a casa.
(*)1ª Edición del BIA Urban Regeneration Forum “Hacia la ciudad sana / Towards Living Cities/ Hiri bizirantz …”, organizado por BIA Bilbao Bizkaia Architecture plataforma para la difusión de la arquitectura de la delegación en Bizkaia del COAVN, celebrada en Bilbao durante el mes de septiembre de 2014.