6.8.2015
Alzamara Oliperú
Sin duda la base de la inspiración de este proyecto pasa por la sensibilidad del territorio, el entorno natural.
Un entorno tan agreste como el desierto de la costa peruana, que refleja un manto llano, un lienzo infinito de arena, que día a día se va modificando con pinceladas verdes con sus plantaciones del olivo, cambiando sutilmente el paisaje, lentamente, como pidiéndole permiso al territorio para permanecer ahí eternamente.
Con estos primeros datos, el infinito desierto y sus plantaciones jóvenes de los olivos, debía recibir un entorno construido, la Almazara. El reto era posarla sutilmente en este extenso paisaje sin dañarlo. Ahí me inspiré en las texturas y colores de los referentes que la propia naturaleza ofrece por la zona, creando una mixtura cromática con varias fotografías, pude identificar los tonos y texturas que debía tener el proyecto. Se reflejaría entonces en La Materialidad, que debía ser pura, fiel a la mixtura, austero, regional y sustentable.
Para ello se trabajó con piedra del lugar, hormigón expuesto, maderas y acero corten en las fachadas ventiladas de los tres volúmenes principales, materiales que resisten muy bien las condiciones agresivas de los vientos paracas de la zona. Detecté también que los primeros volúmenes construidos en el desierto son unas cajitas de esteras y podían representar los tres volúmenes del sistema productivo, unidos por unos fuelles de vidrio. La fachada nace de la inspiración de las diagonales fugadas de las líneas de plantación y sobretodo de un referente de las ruinas del templo de Huiracocha.
Todo lo explicado demuestra una profunda sensibilidad con el proyecto y sin duda el territorio lo dejo pertenecer y ahí estará acompañando y vigilando sutilmente.