3.1.2013
Proyecto Alameda Llum, en Valencia
Valencia se transforma. El arte invade la calle con el Proyecto Alameda Llum. 11 proyecciones manipularon el espacio público en una intervención del artista Javier riera. Los Jardines del Turia pasarán a ser los protagonistas de una instalación de arte contemporáneo. en ella, el creador plantea su particular relación entre geometría y naturaleza y nos hace partícipes de la misma.
Durante un mes y medio en el antiguo cauce del río, en el tramo paralelo al museo de la ciencia, la obra de Riera permite al visitante pasear, observar, imaginar, reflexionar, disfrutar,… el proyecto es una iniciativa del Fondo Arte-AS y cuenta con el patrocinio del Ayuntamiento de Valencia, la empresa de seguridad Feix y la bodega, Nodus. También colaboran la empresa de mobiliario Vondom, el arquitecto Ramón Esteve y la banda de jazz At 10 o’clock. Proyecto Alameda Llum nos permite adentrarnos en la obra de un destacado artista español, Javier Riera (Avilés, 1964) pero también, ofrece al visitante una nueva forma de mirar y otra forma de relacionarse con el arte más actual, más allá de las habituales propuestas estáticas de los museos, las galerías o las ferias y permite participar desde distintos puntos de vista. Desde la experiencia de un recorrido que puede aportar al espectador una experiencia «sensible» a un mayor conocimiento y disfrute de su entorno natural.
Del 15 de noviembre al 28 de diciembre de 2012, cada día, al atardecer, 11 proyecciones de luz, –utilizando el jardín como pantalla–, cambiaron el paisaje habitual, cotidiano, en una gran instalación de más de 200 metros a lo largo del Paseo de la Alameda. La intervención ocupaba más de 2.000 metros cuadrados. Dibujos geométricos sobre la vegetación que crean una armonía entre la superposición de dos lenguajes visuales distintos: la irregularidad de los árboles y la precisión de la geometría. «Al transformar los árboles de un parque urbano de elemento decorativo en protagonistas, al poner de relieve la naturaleza con el apoyo de instrumentos artificiales, atrae la atención del paseante hacia lo accesorio –aquello en lo que ya no repara–, puesto que los árboles se han convertido en decoración de la vida urbana», escribe la crítica y comisaría Anne-Marie Melster en el cátalogo que se ha editado coincidiendo con la intervención. Y añade, «los trabajos tienen como objetivo crear respeto de nuevo hacia la naturaleza, a través del simple proceso de percibirla y contemplarla». Y concluye, «el artista crea una construcción efímera, una intervención en un espacio público sin intervenir realmente, mostrando su respeto hacia lo que quiere enfatizar sin tocarlo, exhibiendo sin dejar huella, construyendo sin destruir, contribuyendo sin añadir, concienciando sin hacer campaña».
La obra de Javier Riera, unos de los creadores más destacados de su generación, ha experimentado una importante evolución con el paso del tiempo hasta adaptarse a la más precisa tecnología de nuestro tiempo. Comenzando con la pintura y haciendo sutiles referencias a la naturaleza, culmina con la creación de un paisaje propio recurriendo a la intervención de la geometría en la naturaleza.
Sobre Proyecto Alameda Llum
«Desde el principio con este trabajo siento que estoy pintando con la luz y mi mirada es necesariamente frontal por el punto de vista desde el que proyecto, lo cual lo situaría en el ámbito de la pintura o el dibujo, pero efectivamente adquieren cualidades volumétricas muy significativas, lo que las convertiría en esculturas. Lo que más me importa es la experiencia espacial, las figuras geométricas que proyecto las he ensayado en diversos lugares, y me interesa sobretodo el aspecto que adquieren en un determinado espacio, este creo que es el paso más importante para mí, la salida desde el espacio bidimensional del lienzo al espacio real, esta es la motivación prioritaria», explica el artista en una entrevista con el crítico de arte Santiago Olmo.
«Mis proyecciones tienen un componente de espectacularidad contenida, quiero decir que utilizo un medio de proyección propio de procesos del espectáculo pero, para decepción de algunas personas, resulta que mis proyecciones geométricas no se mueven, no cambian de color ni de forma, de manera que son espectaculares pero apelan a una experiencia meditativa de convivencia con lo que se está viendo».
«El público de un parque es muy variado y por las reacciones que observo se encuentra con algo que le sorprende y ante lo que no tiene que demostrar ningún conocimiento previo específico. No es necesario saber de arte para disfrutar de este trabajo, lo cual me agrada enormemente, y tal vez no sea clasificado como arte. Me importa que sea algo especial para quien lo ve, que tenga un efecto beneficioso en el espectador, que le lleve, en la medida de lo posible, a un lugar donde no ha estado antes o donde quizá si ha estado y sin saberlo desea volver. Que afecte a su conciencia sin proponerle un estado de perturbación narcisista sino un puente hacia algo positivo y necesario, que está dentro de él y a lo que no siempre es fácil acceder».
Sobre Javier riera
Nacido en Avilés, Asturias, Javier Riera estudió Bellas Artes en Salamanca y en su formación fueron importantes los talleres de arte actual del Círculo de Bellas Artes de Madrid, donde vive desde 1989, participando en los de Carlos León y Julian Schnabel. Comenzó a exponer en 1993 en Madrid y desde entonces lo ha venido haciendo regularmente al tiempo que ha participado en numerosas exposiciones colectivas, siendo la pintura el soporte habitual hasta 2008. En 2003 recibió el premio Ángel, en 2006 realiza en el palacio Revillagigedo de Gijón una muestra retrospectiva de un periodo de diez años. En 2008 expone individualmente en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía un trabajo en el que fotografía intervenciones con luz y geometría realizadas directamente sobre el paisaje. En 2010 expone en el Museo Barjola una intervención sobre el paisaje adaptada al espacio específico de la sala, que introduce por primera vez el transcurso temporal en su obra. En los últimos años continúa investigando sobre la relación entre paisaje y geometría, entendiendo esta como el lenguaje previo a la materia, capaz de establecer con ella un tipo de resonancia sutil y reveladora de cualidades ocultas en los espacios en los que trabaja. Con esta muestra de Valencia da un salto al espacio público, que es tratado, por primera vez por el artista, como escenario expositivo. Su obra se encuentra presente en colecciones como la de la Fundación Cajamadrid, Fundación Príncipe de Asturias, Colección Banco de España o la Colección del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía.