30.5.2017

La representación histórica de la ciudad en el cine

¿Qué hace de especial a una ciudad para ser representada por un director de cine? Para poder llegar a entender lo que hace una ciudad para convertirse en “musa” de un director de cine, primero tenemos que dar una explicación de cómo una ciudad puede representarse, y de qué forma se representa.

Comenzaremos desde lo más básico, diremos que es a través de la semiótica que algo logra tener la vocación para ser representado, dentro del ámbito de la arquitectura decimos que la arquitectura es un objeto, es un espacio y es un acontecimiento, lo cual la hace una sintaxis, con tres signos propios. La arquitectura como nos explica Jesús Bermejo, en la academia contemporánea, es una construcción y una espacialidad que conjugados nos dan una construcción cultural, este espacio arquitectónico tiene una conciencia profunda de su importancia como marco de la vida humana (Bermejo, 2009), como nos explica Barthes, los humanos se relacionan con su hábitat, tanto en relación de hogar, como en relación de lo urbano. Haciendo de la relación con el hábitat un discurso poético, y con lo urbano una concepción estructural (Barthes, 1985), es una relación mucho más institucionalizada, social y comunitaria. Dentro de esta relación urbana, la sociedad siempre se ha organizado con base a un centro, nos dice Barthes, “los habitantes se relacionan con el centro de forma simétrica y reversible. La organización urbana se daba por el significado, no por la función, ni por el trabajo”. (Barthes, 1985)

A partir de esto podemos empezar a señalar relaciones semióticas importantes dentro de la urbe, que pueden ocasionar unos acontecimientos que poseen valor para ser representados, estos acontecimientos son la base entre la relación de comunicación entre los habitantes de una ciudad y la ciudad misma, es con estos acontecimientos donde se unen las dos variables indispensables para darle sentido a una ciudad, su forma, que puede ser construida a partir del acontecimiento o que es pensada para contener y procurar los acontecimientos urbanos; y sus significados, que nacen enteramente de la relación humana de los deseos que la ciudad satisface a sus habitantes.

Barthes también nos señala que hay conflictos dentro del urbanismo y la semiótica, uno de ellos, es la relación entre la significación y la realidad, nos dice que hay grandes diferencias entre los datos objetivos de una ciudad y su carga simbólica, sin mencionar que cada habitante aporta su propia carga semiótica a la ciudad, por lo cual es difícil entender las relaciones entre los espacios fragmentados semióticamente pero que comparten datos objetivos y reales, Barthes nos dice:

“La ciudad es un discurso, y este discurso es verdaderamente un lenguaje: la ciudad habla a sus habitantes, nosotros hablamos a nuestra ciudad, la ciudad en la que nos encontramos solo con habitarla, recorrerla, mirarla. Sin embargo, el problema consiste en hacer surgir del estado puramente metafórico una expresión como “lenguaje de la ciudad”. Es muy fácil hablar metafóricamente del lenguaje de las flores. El verdadero salto científico se dará cuando podamos hablar del lenguaje de la ciudad sin metáforas.»(Barthes, 1985, págs. 260-261)

En este punto es posible cuestionarnos, si el cine es una manera de entender el lenguaje urbano mediante la representación que un director hace de esa ciudad, donde nos permite ver a través de su mirada de la ciudad, lo que ella le comunica a ese director y lo que él quiere que sus personajes le comuniquen a la ciudad y sus habitantes. El cine es el medio de comunicación que es capaz de analizar, visualizar y espacializar los usos de una ciudad, las prácticas, las producciones, construcciones, conformaciones, apropiaciones e identidades (Becerra Vanegas, 2012) de una comunidad, por lo tanto de una ciudad. Empezaremos por entender que la comunicación entre ciudad y habitantes se establece por medio del acontecimiento urbano, podemos decir que el acontecimiento es la “vida de lo urbano” (Agudelo Castañeda, 2011) es la base de todo el relato que se representa dentro de una historia cinematográfica, es decir que, diferentes relatos crean distintos tipos de representaciones. El acontecimiento dispone siempre de un espacio en el que este ocurre, a estos, en este caso, los llamaremos los lugares fenómeno, la conjugación entre lugar y acontecimiento hace que el espacio adquiera una identidad cultural, se convierte en un signo con el cual se identifica la cualidad cultural de la ciudad, la identidad que proviene se convierte en una imagen urbana, un lugar con condiciones físicas, estéticas y simbólicas,    “el lugar es el verdadero constructor de imágenes de la ciudad, un eslabón intermedio entre la realidad real y la construcción del mundo de lo imaginado”  (Agudelo Castañeda, 2011, pág. 42) Estos lugares serán construidos con esta disposición o serán utilizados de esa forma por sus habitantes, cualquiera que sea el caso, hace de ese espacio real una imagen, un símbolo, de una expresión cultural y de una memoria personal o colectiva de los habitantes que han experimentado ese lugar por medio de su imagen establecida. Es válido creer que la mirada de un artista sobre una ciudad, cuando la vuelve parte de su obra, es porque ese artista ha llegado a comprender parte de ese lenguaje que la ciudad esconde. En este punto nos podemos referenciar al profesor de las ciencias de la comunicación Bernard Lamizet en La semiótica del espacio y mediación nos da a conocer su concepto de espacialización que se refiere a la identificación de un espacio público, es decir que la sociedad da una identidad, un simbolismo y una cultura al espacio urbano, donde Lamizet nos dice que el encargado de darle consistencia a esta identidad son los medios de comunicación y sus representaciones políticas y sociales de los espacios urbanos. (Lamizet, 2010)

En ese orden de ideas podríamos decir que el cine es uno de esos medios que le da consistencia a la identidad a los espacios urbanos, podemos plantear entonces que los espacios que son representados dentro del cine son aquellos lugares que poseen una identidad definida, una semiótica fuerte dentro de sus habitantes, lugares que nos comunican parte del lenguaje e identidad de una ciudad. Jean-Louis Comolli afirma que “filmar la ciudad revertiría en una toma de conciencia del hecho de filmar aquello que en la ciudad refleja el cine”, sus modos de representación, sus tensiones, sus heridas. Todo aquello que hace a la ciudad lo que es, desde la mirada de un director.

Referencias:
• Agudelo Castañeda, J. H. (2011). Intangible. Acontecimiento urbano: su estructura simbólica y valor cultural. Bogotá: Universidad de La Salle.
• Barthes, R. (1985). Semiótica y urbanismo. En R. Barthes, La aventura semiológica (págs. 257-267). Barcelona: Ediciones Paídos Ibérica S.A.
• Becerra Vanegas, S. (2012). Coordenadas de espacio-tiempo: Introducción a la Bogotá Fílmica, o el deber de la memoria. En A. m. Bogotá, Bogotá Fílmica. Ensayos sobre cine y patrimonio cultural. Bogotá.
• Bermejo, J. (2009). Leyendo los espacios: Una aproximación crítica a la sintaxis espacial como herramienta de análisis arqueológico. 47-62.
• Lamizet, B. (2010). Semiótica del espacio y mediación. En La significación del espacio (págs. 153-168).

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