29.7.2021

Urbanismo entrópico

“No sabemos a dónde vamos, sino tan sólo que la historia nos ha llevado hasta este punto (…) y por qué. Sin embargo, una cosa está clara: si la humanidad ha de tener un futuro, no será prolongando el pasado o el presente. Si intentamos construir el tercer milenio sobre estas bases, fracasaremos. Y el precio del fracaso, esto es, la alternativa a una sociedad transformada, es la oscuridad”. Eric Hobsbawm, Historia del siglo XX


Urbanización, Shangai | Fotografía: Randy Olson | Fuente: Fortune.com

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En 1865, el físico alemán Rudolf Clausius, introdujo el concepto matemático de la “entropía”, ligado a los principios termodinámicos. La palabra derivaba del griego (ἐντροπία) entropien, que significa “transformación, evolución”. Con él, quiso representar el grado de uniformidad con que está distribuida la energía. A mayor uniformidad, mayor entropía. La energía, de este modo, presenta una tendencia continua a equilibrar los distintos niveles de estados de concentración. Y ese fluir energético es el que produce el trabajo.

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La entropía simboliza el carácter direccional de los procesos físicos”. Carmen Acedo

Se establece así una primera característica: para la obtención de trabajo, es decir, para que algo ocurra, es necesaria la diversidad, en este caso, de concentración energética. Es precisamente este movimiento, el que va a tender hacia una homogeneidad y, por tanto, a la quietud, a un grado máximo de entropía. Cualquier diferencia de energía dentro de un sistema aislado tiende siempre a igualarse, por lo que se podría decir que la uniformidad siempre aumenta con el tiempo. Es esta regla general la que fundamenta el llamado “segundo principio de la termodinámica”, que subraya el carácter direccional de los procesos físicos y anula, de modo incontestable, cualquier concepción de un orden cíclico, lo que Borges llamaría un tiempo circular.1

¿Esta ley natural es aplicable a la ciudad contemporánea?,

¿En qué medida puede entenderse el desarrollo urbano como una metáfora entrópica?

La ciudad actual asiste a dos fenómenos paralelos. De un lado existe una tendencia a formar micro-universos homogéneos; de otro, se produce un progresivo aumento estricto de la desigualdad social. Podría decirse que el segundo principio de la termodinámica urbana, tiende a cumplirse tan sólo en sistemas aislados, en este caso, zonas definidas muy claramente por similitud de condicionantes sociales y económicos. Entonces,

¿cómo responde la ciudad a este fenómeno que, por definición, contradice su propio espíritu?

Lo que la caracterizó originalmente fue el espacio público abierto, que posibilitaba la interacción entre diversos, y era esto, concretamente, lo que le otorgaba su especificidad. En consecuencia, una ciudad entrópica pondría de manifiesto el fin (o la privatización) del espacio público.

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