22.11.2007

Shulman, tiempos modernos

Publicado en el Suplemento ABC de las Artes y las Letras De los 250.000 negativos archivados de las fotografías realizadas por Julius Shulman a lo largo de una actividad profesional iniciada en 1936, acaba de publicarse una cuidada selección en tres grandes volúmenes bajo el título Julius Shulman: Modernism Rediscovered (Taschen) que permite examinar a fondo la mirada de este artista como creador de imágenes fundamentales para reconstruir no sólo la Historia de la arquitectura moderna, sino también el espíritu y la visión sobre su tiempo que en ésta se encarnaba.

Nacido en 1910 y aún activo en la actualidad, la biografía profesional de Shulman es planteada como la consecuencia de un suceso totalmente incidental que supondría el providencial encuentro entre uno de los arquitectos fundamentales del Movimiento Moderno y un entonces joven fotógrafo que casualmente había ido a visitar una de sus obras acompañado (como acostumbraba) de su Kodak Vest Pocket. Siguiendo la inercia de la costumbre, Shulman tomó varias imágenes de la residencia Kun, de Richard Neutra, que posteriormente el miembro del estudio de éste, que visitó la obra con Shulman, mostró al arquitecto.

El espíritu de unas formas
Neutra reaccionó elogiando con entusiasmo el modo en que aquellas imágenes captaban el espíritu de su arquitectura, dando inicio a una colaboración entre ambos que se prolongaría hasta el fallecimiento del primero en 1970 y que supuso para Shulman el establecer contacto con otras figuras claves del Movimiento Moderno y convertirse en un fotógrafo fundamental de la arquitectura realizada entre las décadas de los años cuarenta y sesenta.

A través de ese relato que hace responsable al azar del modo en que aquel joven metódico y de naturaleza curiosa e inventiva -que había recibido una formación universitaria en arte, pero que no había aún hallado el medio a través del cual desarrollar su potencial creativo- se enfatiza la idea de que se trata de una trayectoria surgida de un especial carácter instintivo. Neutra y todos los arquitectos cuya obra fue fotografiada por Shulman (de Wright a Niemeyer, pasando por Van der Rohe, Kahn, Johnson, Eames y Aalto) reconocían en éste una particular habilidad -que debe definirse como una capacidad intelectual y sensorial- para reconocer la esencia de un espacio y traducirla con precisión a un soporte visual.

Como género específico
Shulman es uno de los contribuidores a la constitución de la fotografía de arquitectura como un género específico a lo largo del siglo XX, no en el mero sentido de documentar visualmente los edificios desde una precisión que permitiera una concepción lo más objetiva posible de éstos como entidades construidas, sino desde una aproximación que comunicaba fluidamente los principios ideológicos sobre los modos de vida y la nueva sociedad para los que aquella arquitectura era concebida.

Su estilo se definía por una sencillez austera, marcado por composiciones marcadamente geométricas, alto contraste, objetivo de gran nitidez, uso de iluminación artificial que enfatizase los efectos esenciales del espacio y una integración uniforme de espacios interiores y exteriores mediante la incorporación del paisaje natural -muchas veces desértico- que rodeaba a los edificios y la realización de las imágenes a la hora del crepúsculo para fusionar más efectivamente los límites entre ambos. Esta impecabilidad técnica se ponía al servicio de la construcción de elegantes escenas protagonizadas por los verdaderos ocupantes de la casa y sus objetos domésticos, o cuando se trataba de espacios en ámbitos públicos, haciéndolos exudar un aire de sofisticación e inmaculada eficiencia.

Sus fotografías más distintivas e influyentes son indudablemente las primeras: imágenes de la arquitectura para la clase acomodada y la intelectualidad «americana», en sus tiempos utópicos y felices, reflejados en la gente y en su forma de relacionarse con su hábitat. Estas cualidades hacían a las fotografías de Shulman idóneas para medios profesionales especializados, pero las imbuían también de un atractivo seductor que las hacían ideales para difundir la arquitectura moderna en publicaciones generalistas tales como Life o Time.

Su mirada estaba exenta de cualquier naturalidad: sus puestas en escena evocan los cuidados fotogramas arquitectónicos de Alfred Hitchcock o Jacques Tati, y al igual que en éstas, la presencia de la arquitectura se prolonga para imbuirse de una fuerte identidad psicológica propia que se expresa en esas cualidades espaciales y formales que la cámara reconstruye.

Reflexionar la arquitectura
Hacer un ejercicio retrospectivo ante el ingente imaginario fotográfico de Julius Shulman que se recoge en estos volúmenes no solamente permite rememorar un tiempo glorioso de la Historia de Arquitectura por la libertad y la fuerte vocación innovadora con la que encararon la realización de sus proyectos los grandes maestros de la Modernidad -y de las que resultaron obras únicas-, sino que también hace patente cómo el retratar la arquitectura puede ser una forma de reimaginarla e imbuirla de una nueva dimensión desde la que contemplarla y, en consecuencia, reflexionarla.

Detenerse en el acto de volver a mirar las fotografías que Shulman realizó fundamentalmente en el periodo comprendido entre 1939 y 1964 -en el que éste visita y fotografía obras en California y el Medio Oeste, además de puntuales obras esenciales construidas en Iberoamérica y el Lejano Oriente- induce a un análisis de los caminos por los que la imagen de arquitectura ha discurrido, bipolarizándose a veces entre la frivolidad y el ascetismo a la búsqueda de una exaltación estética de la obra y no de su comprensión intrínseca. Apostando por fotografiar la arquitectura mostrando no sólo el edificio sino también contando la historia de los personajes que en ellos habitaban o transitaban, Shulman contribuyó a afirmar el manifiesto conceptual del Movimiento Moderno.

Formas visuales
Tener en la mano estas fotografías, en un momento de acceso a diferentes herramientas de creación de imagen estática y en movimiento, inspira a pensar en la posibilidad de no constreñir el traslado de la arquitectura a otro soporte (evitando que éste se reduzca a la mera inmortalización fotogénica, e inspira la idea de que la imagen constituye un medio fundamental -en combinación con una vocación creativa experimental como la que guiara a Shulman- para el pensamiento sobre la arquitectura) y a narrar historias sobre el hecho arquitectónico, dando formas visuales a su percepción, y extender el compromiso creativo de la imagen de arquitectura a territorios en que ésta sea un vehículo sensible para comprender y reflexionar sobre el momento y articular aquello que subyace en cada edificio.

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