14.2.2006

Política y Arquitectos

Estimado Alberto Gorbatt

Le envío estas reflexiones con el intento, que más allá de un debate, se pueda crear de una forma que desconozco por completo, digo, crear conciencia de una cuestión que a mi modo de ver tiene enorme gravitación en el futuro de nuestro país.

Lo hago destinatario por ser el responsable de un Sitio de alcance Latinoamericano en la arquitectura y el diseño, formador de opinión.

¿Deben los arquitectos intervenir activamente en la política como tales? ¿Debemos detentar como ?masa profesional? una reconocida capacidad de decisión e influenciar en las más importantes cuestiones de Estado?
Pienso que así debiera ser pero también estoy convencido que nuestra gravitación política es nula.

Y no se trata de que tal o cual arquitecto o grupo cumplan ciertas funciones públicas. Es inoperante, sino veánse los magros resultados hasta este último segundo. Compárese por ejemplo con la capacidad de decisión de los conductores de Gremios que se basa en la cantidad y el poderío económico sustentado por una masa de obreros ?esclavos? del sistema gremial.

¿Cómo resolver esta cuestión? si es que se reconoce como una cuestión seria. No tengo la más mínima idea.

Está muy bien que nos ocupemos del proyecto de la Torre Grand Bourg, o que hacer con el Polo Petroquímico, o con el Riachuelo o con las inundaciones o con el área metropolitana, pero debemos admitir que son incendios de los cuales sólo hablamos mucho y si alguien alguna vez toma una manguera y apaga uno de ellos, y lo apaga más o menos y vaya uno a saber porque, no es porque haya respondido a un plan nacional o regional establecido, aceptado y aprobado por arquitectos y urbanistas y todos sus equipos colaterales, acompañado del poder político y reconocido y reclamado por los habitantes, por sus bondades y eficiencia.

M. R. Alvarez habla molesto y con razón de la arquitectura de ?sombrero?, para mí por ejemplo, el proyecto del Fisher Center de Ghery y similares es como una bofetada emblemática a los miles de millones de habitantes, de aquí y allá, que carecen de agua potable.

Me pregunto si estos habitantes tienen derecho a estar en el planeta, para lo cual no se les pidió opinión y si al tenerlo, tienen o no derecho a servicios sanitarios mínimos.
¡¡ Estamos fotografiando a Marte como si fuera la cuadra de nuestro vecindario!!!!! ¿De quien es la decisión?. ( se está fotografiando con la intervención de un ingeniero argentino)

Que no se termine nunca esta epidemia de guggenheiminitis ¿no es una evidencia de nuestra liviandad política? ¿Es este nuestro compromiso profesional? ¿quien decide el aporte de millones y millones de dólares en obras de muy dudoso gusto y destino en medio de la desesperación planetaria?. Los arquitectos no tomamos ninguna decisión ni responsabilidad política al respecto pero nos aprovechamos bonitamente de ellas. ¿Es eso profesionalismo?

Nos quejamos y escandalizamos de los senadores argentinos pero ¿y nosotros? Ya sea como individuos, como asociaciones o consejos profesionales somos políticamente inoperantes, hasta para con nuestra misma profesión. Por favor que no contesten con esmirriados listados de apuro.

Adhiero totalmente a los conceptos de nuestro colega colombiano Laureano Forero.

?… la obra puntual no debe ser el único objeto de los arquitectos. Muchos creen que su misión es solamente hacer edificios bellos, pero en realidad su objetivo, o mejor dicho, su obligación, es hacer que todas aquellas personas que habitan el mundo lo hagan con dignidad y sean felices? chapeaux (Jornadas de arquitectura- X Bienal Buenos Aires – Museo Nacional de Bellas Artes – Universidad de Palermo – 2003)

Pero caemos en lo mismo, ¿cómo imponer nuestras obligaciones sin el más mínimo peso político? Nótese, obligaciones, no derechos.

Adjunto dos artículos publicados por LA NACIÓN, uno de Botana, el otro de Herrendorf.
No dicen nada nuevo, siempre el mismo diagnóstico, empeorando y eso es lo grave y que a mi modo de ver completan bastante bien el panorama que intento ver y que intento que se vea.

Reitero que no tengo ninguna solución y mucho menos inmediata.
¿Qué se enseñe ciencias políticas en las facultades de arquitectura?

Puede ser, pero por favor que sea algo concreto.
Los arquitectos cuando armamos planes para nosotros mismos disparatamos y fantaseamos tanto que todo queda igual o peor.

Imagino que aparte de una clara enseñanza de las instituciones, de su funcionamiento y administración, se debería enseñar algo tan práctico y eficiente como lo que sabe por ejemplo nuestro inefable Barrionuevo y algunos conocidos más.
Claro que sin sus artimañas que también deben conocerse pero no aplicarse. Algo así como el estudio de las infecciones políticas y su prevención.
Sino, y va una más, caeremos nuevamente en la inoperancia. No olvidemos a Ortega, ?argentinos a las cosas? y sobre todo si son arquitectos.

Termino apropiándome esta vez de unos conceptos de Borges en una ocasión que le pidieron opinión sobre los argentinos y que aplico a mi mismo: ?… anoto sin alegría estas reflexiones. También sin ira, dada mi condición de contemporáneo, es inevitable que me parezca de algún modo a quienes denuncio?.

En mi caso, el parecido es exacto.

El ambiente tóxico de la corrupción, por Natalio R. Botana

Entre el dolor y la indiferencia, por Daniel Herrendorf

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