3.6.2011

¿Podemos ser los Arquitectos un Superorganismo?

Que los arquitectos no son la profesión más unida del mundo, no es ningún secreto. Cada vez está más claro que ir cada uno a nuestra bola no hará otra cosa que empeorar la situación. Pero qué se puede hacer para que la situación mejore, no es algo tan evidente. Por eso, hoy nos apetecía adentrarnos en estos inciertos terrenos, aún a sabiendas de que, según dónde pisemos, se pueden convertir en arenas movedizas.

Antes de entrar en materia, os queríamos hablar de las hormigas. ¿Sabéis cuál es la razón de que existan desde hace 100 millones de años? La explicación no es otra que su capacidad de organización. Ninguna de ellas dice lo que se tiene que hacer y, aun así (o, quizás, por ello), ni una sola, jamás, antepone su propio beneficio al de la comunidad. Alguno de vosotros seguro que estará pensando que la reina algo mandará ¡para eso es reina! ¿no?, Pues no. No manda nada, ella también se “sacrifica” durante toda su vida viviendo en una triste y oscura habitación, donde se hincha a poner huevos durante muchos años. Sí, ya, que tampoco es para tanto. Bueno, pues aquí va otro ejemplo a ver que os parece. Cuando la marabunta (una de las especies más violentas de hormigas) sale a la carrera para capturar alguna presa, un buen número de ellas se va sacrificando voluntariamente metiéndose en los agujeros que se van encontrando por el camino (aun a sabiendas de una muerte segura por aplastamiento), para que el resto de la comunidad pueda avanzar con más velocidad para ser así, realmente, eficaces en la misión. En fin, hablamos de un superorganismo, en el que lo único importante es la supervivencia del colectivo.

Pero a nuestro colectivo, el de los arquitectos, eso de que la unión hace la fuerza, le suena muy bien, pero en la práctica, parece que cuando uno de nosotros mueve ficha lo hace pensando, principalmente, en su propio beneficio. Hasta aquí, nada muy diferente a lo que ocurre en otras profesiones. Lo que sí que nos diferencia es que muchos componentes de nuestra “comunidad” tienen una percepción completamente diferente de lo qué es (y no es) arquitectura y, por lo tanto, de lo qué es ser arquitecto. Existen unos cuantos arquitectos que creen que lo que ellos hacen (más que hacer, piensan, y más que pensar, hablan) es lo más de lo más. Mientras que lo que hace el resto de compañeros, no son más que intentonas, con más o menos gracia, de hacer arquitectura. Creemos que hay (y ha habido) demasiada envidia y vanidad dentro del colectivo. También es verdad que, a la vez que en ciertos sectores se respiraba este tipo de ambiente, esto no ocurría en todo el panorama arquitectónico. Sin lugar a dudas, en una realidad paralela ha habido otros profesionales, que aun teniendo “éxito”, no miran por encima del hombro al resto de compañeros. Y en él nos encontramos con un sinfín de arquitectos que lleva mil años luchando por hacer las cosas bien. Éstos han trabajado en silencio y alejados del mundanal ruido de la parafernalia mediática. Aún así, entendemos que también este sector ha ido un poco a lo suyo, sin tener un pensamiento en el que prime la colectividad.

Por otra parte, nos encontramos con otro grueso del pelotón que han hecho lo que han podido, dentro de un sistema en el que los políticos y promotores se han encargado de que la arquitectura no haya sido ni sombra de lo que podía haber sido. Y ya por último, tenemos el grupo de los no colegiados y, por tanto arquitectos que trabajan al servicio de otros (en general también arquitectos). Está claro que, durante años, son los que han ido sacando las castañas del fuego de más de un estudio de relumbrón, y ahora no es el momento de olvidar las pésimas condiciones laborares en las que, en muchas ocasiones, han estado trabajando. Hoy nos toca vivir una situación muy complicada, y el futuro parece una losa que se va acercando a toda velocidad. Por lo tanto, seguir pensando que unos arquitectos son mejores que los otros o velando únicamente en favor de nuestros intereses, no nos hará lo suficientemente fuertes. Seguramente, debemos mirar hacia otros campos, y es el momento de valorar trabajos que han realizado estupendamente muchos compañeros y que ahora, más que nunca, deben estar presentes y ser reconocidos. ¿Alguien ha oído a algún profesor en una escuela de arquitectura hablar de la importancia que tienen los técnicos de las administraciones? Sin embargo, en una entrevista que hace unos meses leíamos al archipremiado, José María Sánchez, decía que “es muy importante la figura del arquitecto municipal ya que, al final, son quienes realmente hacen la ciudad, porque marcan la pauta y, a su vez, es necesario que haya tiempo de debate y reflexión”. Sensatas palabras del joven arquitecto que no debieran caer en saco roto.

Qué importante que los arquitectos se adentren en otros terrenos que no sean específicamente la redacción de proyectos, como bien pudieran ser, realizar mobiliario, la investigación, el cálculo de estructuras, convertirse en especialistas de instalaciones o valoraciones y tasaciones. Estas tareas, dejadas, hasta hace cuatro días, un tanto de lado, no han debido ser nunca trabajos de segunda fila y mucho menos lo pueden ser ahora. Necesitamos juzgar y criticar menos, ser creativos a la vez que realistas y caminar de la mano para tener más opciones de sobrevivir. En todos estos campos nuestra capacidad de hacer grupo será decisiva. Aún con todo, realmente, se nos hace complicado que cualquiera (sea o no arquitecto) anteponga “la comunidad” ante su propio bienestar, pero quizás debiéramos, cuando menos, aspirar a la radicalidad de las hormigas, aun a sabiendas de que es un sueño inalcanzable. Pero como afirma François Roche “no podemos negar la capacidad de la utopía o de la ideología como herramientas transformadoras.” Tomar a las hormigas como ejemplo, para ver si el colectivo se pudiera llegar a convertir en un superorganismo, nos parece una bonita utopía a la que poder llegar.

Y vosotros, ¿cómo veis el tema de las hormigas y los arquitectos?

Fuente > http://www.stepienybarno.es/blog/2011/05/22/¿podemos-ser-los-arquitectos-un-superorganismo/

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