17.2.2022

Perspectiva y arquitectura moderna

La palabra perspectiva viene del latín per (a través, por medio de, por) y specto,-are,-avi,-atum (contemplar, mirar).


Abraham Bosse, Les Perspecteurs, 1648 Biblioteca Nacional de Francia

Podríamos decir «por medio de la mirada» o «por lo que veo», o algo así. No me sale. Me voy al DRAE. Hay varias acepciones. Me interesa ahora sobre todo:

– «conjunto de objetos que desde un punto determinado se presentan a la vista del espectador…»,

– «punto de vista…» y

– «visión […] favorecida por la observación…»

Otras acepciones hablan de las técnicas de dibujo para representar los objetos «en la forma y disposición con que aparecen a la vista». Todas las definiciones se refieren a la visión del individuo y a su punto de vista. De todo ello se deduce que la perspectiva es subjetiva, y que cada individuo tiene la suya.

En este dibujo se muestra lo que es obvio: que cada individuo ve lo que ve y lo hace desde su punto de vista. Me gusta el título: Les Perspecteurs (Los Perspectivistas, o Los «Perspectiveros», si se me admite el palabro).

La arquitectura «neoclásica», «académica», «etcétera» tenía un punto de vista privilegiado, principal, desde donde se debía ver el edificio. Si se veía desde otros puntos no valía, no era una vista buena.

La composición «neoclásica» («académica», «etcétera») confiaba en un edificio «absoluto» y en unas perspectivas de ejes, centros, etc, «absolutos». Es decir: La gente tenía que ver el edificio, las avenidas, los jardines, las composiciones, desde los puntos de vista previstos para conocer su realidad objetiva y absoluta, su geometría indiscutible, que no dependía de las percepciones subjetivas de los espectadores.1

En la arquitectura y el urbanismo llamémoslos «clásicos» (en este contexto, y para la intención de hoy, englobo clasicismo, renacentismo, barroquismo, neoclasicismo, etc), como digo, el objeto es la realidad indiscutible. La composición se hace con ejes, simetrías, vistas frontales, etc. El individuo no cuenta, y su percepción tiene que ser la correcta, la prevista.

Frente a esa rigidez y ese desprecio por el individuo, este se rebela y pide su sitio. Hay un movimiento romántico en el que las sensaciones y sentimientos del individuo, su subjetivismo, es lo que importa.2

Surge entonces, por ejemplo, entre otras tendencias incomprensibles, el gusto y la fascinación por las ruinas.

¿Por qué? ¿A quién le puede gustar un monumento roto, un desecho?

Creo que es porque ahí el objeto ha sido derrotado, y su «realidad real» es sustituida por la ensoñación y por la evocación de otra realidad ilusoria y sugerente. Como el edificio ha sido derrotado, se representa ahora con perspectivas que ya no son frontales ni privilegiadas, sino hechas desde puntos débiles o puntos flacos, porque ya no se venera su fuerza ni su rotundidad, sino justo lo contrario.

Leé la nota original en inglés > https://veredes.es/blog/perspectiva-y-arquitectura-moderna-jose-ramon-hernandez-correa/

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