12.8.2020
Patios Inclusivos
Pensar en la continuidad de los espacios interiores y exteriores, en coherencia con el proyecto educativo de la escuela, nos hace observar, documentar, debatir, tomar conciencia de las grandes posibilidades que pueden ofrecer la mayoría de los patios escolares y de la necesidad de una nueva visión de estos espacios como escenarios que reconozcan la diversidad y sus necesidades.
Desde la propia práctica como maestros, hasta la actualidad ya jubilados, acompañando en la formación, hemos tenido la oportunidad de participar en el proceso de reflexión pensando, por y para qué, y cómo transformar los patios de muchas de escuelas. Han sido procesos largos y complejos en los que el debate entre pedagogía y arquitectura ha permitido articular un proyecto educativo para hacer posible la transformación de algunos espacios escolares. Son muchos los retos que supone y, por nuestra experiencia, para abordar este planteamiento, ha sido necesario realizar un proceso de sensibilización y de formación colectiva para compartir una nueva visión del patio entre toda la comunidad educativa. Un cambio profundo de mirada donde la suma de las palabras INFANCIA + ARQUITECTURA + EDUCACIÓN + INCLUSIÓN, nos permite reflexionar y mostrar de que hablamos cuando decimos ¨PATIOS INCLUSIVOS».
Tomar conciencia de cómo son nuestros patios y de qué pasa en ellos
Tenemos la retina llena de recuerdos, ojos que captan muchos momentos vividos en el patio de la escuela. Estos recuerdos hablan de una historia y los ojos que los miran, también. Historias que cada uno puede identificar, donde nos reconocemos.
¿Cómo son las realidades de los espacios exteriores de las escuelas? ¿Qué pasa en ellos a lo largo de todo el día? ¿Qué proyectan estos espacios? ¿Dan respuesta a la diversidad de necesidades e intereses? ¿Por qué nace esta necesidad tan común en tantas escuelas, desde los más pequeños hasta secundaria? ¿Por qué los patios se han alejado de la naturaleza? ¿Por qué aparecen los conflictos?
Pasear, contemplarlos, escuchar a diferentes horas del día, nos aporta muchas más preguntas. Los patios de las escuelas son una ventana abierta al mundo. La mayoría responden a una concepción tradicional de la educación: un espacio para el recreo y desahogo donde el futbol y los conflictos son protagonistas. La educación se imparte en el interior de la escuela. Son espacios generalmente planos, con mucho cemento, plástico y caucho, algo de tierra y pocos árboles.
El juego, el tiempo y los materiales no responden a los diferentes roles y necesidades de las criaturas. Como nos dice Penny Ritscher:
“Un gran espacio vacío provoca comportamientos de agitación, repetitivos, cansados. En cambio, un espacio articulado y variado invita a comportamientos inteligentes: exploraciones, descubrimientos, intenciones, encuentros, colaboraciones, iniciativas, proyectos, construcciones…” (2006)
Espacios monótonos, con poca sombra y pocas oportunidades para la experimentación y el juego creativo, que no dan respuesta a todas las criaturas confrontando roles signicativos: niño/niña, grande/pequeño, débil/fuerte, “normal”/discapacitado, y otros tan instalados en nuestra sociedad. Espacios donde a menudo se producen conflictos y en algunos casos el abuso o el acoso del más fuerte del más poderoso que consigue lo que quiere.
“El acoso escolar se produce entre iguales y se caracteriza por la intencionalidad de agredir mediante insultos y rumores, por el aspecto físico, por ejemplo, provocando exclusión y amenazas; se caracteriza por la repetición en el tiempo y el desequilibrio de poder” (Carbonell, L. y Noguera, E. 2019)
Entre maestros y familias, hay quien cree que los niños tienen que espabilar y resolver los problemas por su cuenta. Pero esta actitud conduce a la aparición del bullying.
Esta realidad nos conduce a buscar una nueva manera de mirar y de articular estos espacios considerando el patio como un espacio educativo. Un reto que nos lleva a cambiar de punto de vista sobre el exterior de la escuela. A considerar que, si lo transformamos de forma adecuada, se convertirá en un espacio educativo más, como el interior. Y por lo tanto a incluir su organización en el proyecto educativo. Y, en consecuencia, a reflexionar sobre ello.
Una nueva visión del patio de la escuela
La articulación del espacio exterior de la escuela ha de ser el resultado de un intercambio intenso entre la pedagogía, la arquitectura y el proyecto educativo que defendemos, creando y estructurando recorridos diversos que inviten a escoger, a provocar, a actuar; que inviten a pensar. El concepto pedagógico ha de ser la base para transformar el patio en un lugar de vida, pensado para que pueda ser un espacio habitable durante todas las horas del día. Pensado para todas las edades y necesidades específicas de todos los miembros de la comunidad educativa. Partiendo de los derechos del niño reconocidos en los principios pedagógicos de la Escola de bosc en Barcelona[1]:
«El conocimiento del niño y el respeto de su personalidad y de sus derechos deben ser los ejes sobre los que debe girar la educación» (Sensat, R. 1934)
Y los que reconoce la Convención sobre los Derechos de los Niños (UNICEF 1990)
Espacios accesibles que acojan naturaleza, salud, creatividad, convivencia, ciencia, ciudadanía, comunicación, arte y cultura como escenarios acompañados de intereses y aprendizajes. Las niñas y los niños necesitan para su desarrollo lugares ricos, sensoriales, en los que poder experimentar y procesar lo que viven con sus iguales.
“Conviene diseñar el espacio con zonas diferenciadas, delimitaciones, plantas, y equiparlo con mobiliario, materiales, estructuras para reordenar. Es útil tener muchos centros de interés atractivos de forma que el gran grupo de niños se divida espontáneamente en subgrupos autogestionados.”. (Ristcher, P. 2006)
Al tratarse de un espacio al aire libre, en una nueva articulación del patio, la presencia de naturaleza pasa a tener un papel importante ya que con ella se consigue un entorno acogedor, de salud y bienestar, haciéndolo apropiado para la creación de múltiples escenarios y situaciones, que no diga a las criaturas lo que tienen que hacer y les haga pensar, escoger, decidir ¿a qué quiero jugar? ¿qué quiero hacer? ¿con quién lo quiero compartir? ¿cuánto tiempo necesito? bajando la velocidad, el estrés y respetando los tiempos necesarios para el juego.
Cada vez es más conocido el beneficio que supone para las personas el contacto con la naturaleza. Heike Freire nos lo plantea en su libro Educar en verde, y José Antonio Corraliza afirma:
«Se ha demostrado que los entornos naturales promueven la recuperación del bienestar mejor que los entornos urbanos y que estar en contacto con la naturaleza aporta beneficios restauradores para adultos y niños» (2016)
Y la antropóloga Anna Serra propone:
«Así pues, la creciente corriente de muchos sectores relacionados con la infancia que defiende la transformación de los espacios exteriores, podría ayudar a dar respuesta a la necesidad urgente de reconducir esta tendencia y conseguir que los niños salgan de los espacios privados y cerrados, y recuperen el espacio exterior donde poder realizar actividad física; interaccionar con otras personas; favorecer la creatividad y la resolución de problemas; y recuperar el contacto y la interacción con la naturaleza» (2019)
Entorno a la naturaleza, pequeños y grandes buscamos el placer de jugar, trabajar, hablar, pensar e inventar juntos en la construcción de un proyecto educativo. Necesitamos pararnos, observar y emprender un proceso, un camino acompañados por la formación para romper las barreras de una escuela atascada en el tiempo. Recuperar la memoria de los viejos edificios o de las escuelas rurales y la gran riqueza de sus espacios naturales y su paisaje. Detenernos para dar valor al potencial de espacios que tenemos, que son del pueblo y ofrecen una oportunidad para la cohesión de su comunidad educativa que la administración local debe repensar haciendo posible el valor colectivo de la corresponsabilización.
Disponemos de suficientes argumentos científicos y pedagógicos que ponen de manifiesto el gran valor de estos espacios. Recuperamos los grandes referentes y sus principios que nos hablan del beneficio de acercar a los niños a la naturaleza. Por citar algunos, Rousseau, Pestalozzi, el krausismo, Fröbel, Montessori, las hermanas Agazzi o Rosa Sensat, la maestra que creó la primera escuela de bosque en Barcelona.
Tenemos experiencias actuales que están recuperando y renovando estos argumentos. El legado y la reflexión de Mauricio y Rebeca Wild en Ecuador. Las experiencias danesas y alemanas de la vida fuera. La llamada permanente de Francesco Tonucci sobre la necesidad de espacios naturales para los niños. Y el hecho de que maestros y arquitectos estuviéramos en el encuentro INFANCIA + ARQUITECTURA + EDUCACIÓN + INCLUSIÓN reunidos abordando este tema, nos muestran la gran necesidad de hacer posibles espacios de vida inclusivos, más verdes, más vitales, más humanos.
Un entorno renaturalizado y distribuido en diferentes caminos y recorridos que disminuyan la velocidad e inviten a diversidad de actividades. Pensado como zonas ajardinadas que provoquen el placer de crear situaciones de juego libre y al aire libre. Que haga posible realizar actividades de las que normalmente se realizan en el interior y que también se pueden dar en el exterior: música, teatro, encuentros, reuniones, experiencias, experimentos, proyectos, observaciones, paseos, conversaciones, cultivos, mantenimientos y todo un conjunto de posibilidades que aparecen cuando se dispone de un espacio habitable. Espacios sensoriales que siempre serán referentes por el juego libre, por las historias vividas y creadas por las criaturas.
El espacio inclusivo
Aunque todavía se está lejos, actualmente existe un gran consenso sobre el hecho de que la escuela como institución debe ser inclusiva. Una escuela que no excluya a nadie por su extracción social, ni por su origen, género, creencias, capacidades; ni por sus limitaciones debidas a su diversidad funcional.
“Como respuesta a esta realidad, el Estado español ratificó la Convención de los Derechos de las Personas con Discapacidad (ONU, 2006) … / … Al tratarse de una cuestión de Derechos Humanos tenemos la obligación moral y el imperativo legal de hacer que nuestras escuelas estén diseñadas para todo el alumnado. Cuando nos referimos a la educación inclusiva, de lo que hablamos es de un gran proyecto social y educativo: el de educarnos juntos”. (Calderón, I y Verde, P. 2018 pag.15)
En este sentido, los espacios, tanto interiores como exteriores, de la escuela deben reflejar esta voluntad articulando entornos que la hagan posible.
Hoy la voz de personas consideradas como “discapacitadas” integradas en la escuela ordinaria, y de sus familias, nos hablan de su experiencia, de cómo tuvieron que superar las dificultades de una cultura segregadora. De cómo, a pesar de sus dificultades, han tenido que luchar para poder desarrollar sus talentos en el deporte, el teatro o, como vimos en el Encuentro en la experiencia finlandesa, en la música.
Las preguntas, los miedos, la incertidumbre van conquistando retos que compartidos nos hacen encontrar respuestas en los valores y saberes de la comunidad. Cada vez más nos vamos acercando a ver el patio como un lugar diseñado para la convivencia, acogiendo la diversidad, en el que poder llevar a cabo todo tipo de actividades en un entorno de salud y bienestar, donde jugar signifique aprender. Espacios inclusivos que no incapaciten a nadie y que sean fruto de la observación y experiencia propia que evoluciona constantemente.
Renaturalización, diseño orgánico, funcionalidad, accesibilidad, diversidad de propuestas, son aspectos a tener en cuenta para pensar lo que queremos que pase en el patio y concretar nuestras intenciones:
Crear lugares acogiendo la diversidad, donde niños y adultos se sientan seguros y puedan ser autónomos.
Crear diferentes ambientes: huerto, jardín, desniveles, bosque, cabañas, rincones, zonas de juego, de relax, de lectura, de observación.
La vegetación nos puede ayudar a distribuir el espacio, a bajar la velocidad y el ruido. A crear y diversificar recorridos que inviten a escoger y respetar diferentes ritmos. A moderar el viento y a crear sombra.
Potenciar un tipo de educación física y deporte al aire libre en un entorno naturalizado. Dando oportunidad a una diversidad de propuestas más allá de los deportes mayoritarios.
Hacer posible la integración de la pista deportiva, protegiendo mediante redes o muros vegetales el juego tranquilo en el resto del espacio exterior.
Crear desniveles que puedan ser escalados, también accesibles para sillas de ruedas.
Crear espacios que hagan posible la educación del riesgo, evitando los peligros. Actuando con sentido común y respetando la normativa europea para las áreas de juego infantil al aire libre.
El proceso de transformación del patio
Cada escuela es particular y única. El proceso de transformación comienza tomando conciencia de dónde partimos y hacia dónde queremos ir. Crear ambientes en el espacio exterior de la escuela, para una educación más global, experimental, vivencial, grupos heterogéneos, horarios flexibles, nos hace salir del área de confort, y se hace necesario buscar diferentes estrategias para poder articular el espacio exterior en un proceso de participación.
La observación, la acogida, la escucha, acompañando las voluntades que fluyen a partir de las demandas de familias, de algunos maestros y de los niños, que van abriendo un camino de búsqueda creando un grupo, una comisión de trabajo. Una comisión que va encontrando herramientas para poner sobre papel un proyecto que sea capaz de ilusionar al equipo de maestros, a los niños, a las familias y a quienes gestionan la política del municipio.
Poner sobre la mesa estrategias para conocer los sentimientos y necesidades reales de las criaturas. Observar lo que ocurre en las horas de entrada y salida. ¿Los familiares pueden entrar y salir pausadamente acompañando a los niños hasta la puerta de su aula? ¿Cómo hacer posible sentarse en un banco o charlar con alguien esperando la salida?
Imaginar lugares donde las familias puedan hacer uso de estos espacios organizando encuentros, sus tiempos, para compartir y solucionar incompetencias de horarios, o incluso cambiar roles como que las madres jueguen a fútbol o se puedan practicar otro tipo de actividades al aire libre: circo, teatro, etc. Para hacer propuestas diversificadas de utilización de estos espacios en las muchas horas en que nuestro clima nos lo permite, dando respuesta a todos los intereses y talentos. Observaciones que nos abren al conocimiento humano de las familias y nos sorprenden con sus respuestas.
Un proceso que requiere tiempo, elaboración de criterios, éticos, estéticos, económicos, sostenibles, medioambientales, con un mantenimiento posible. Planteando una visión global del espacio para, según las posibilidades, ir haciendo pequeñas actuaciones, año tras año, en un proceso que comienza y no tiene fin, ya que el cambio de visión supone otra manera de gestionar este espacio. Con sencillez, espacios amables, accesibles, polisensoriales, diversificados, delimitando zonas, vegetación, árboles, bancos, plataformas que inviten a crear los juegos y proyectos de pequeños grupos.
Encuentros y acciones a partir de miradas desde diferentes puntos de vista para pensar, construir, habitar escuchando a los niños de muchas y diferentes maneras en coherencia con el proyecto que vamos elaborando, con la fuerza de los ejes que nos acompañan: la educación y la comunidad.
En una comunidad, de una forma natural van apareciendo liderazgos. Liderazgos conscientes, positivos, que saben delegar y confiar en las posibilidades de cada grupo o comisión. Abordando los retos que se presentan. El liderazgo que se ensancha en grupos que pueden mostrar soluciones a diferentes problemas que puedan ir apareciendo, encontrando la complicidad de otros perfiles profesionales del mundo de la educación, de la arquitectura, de la jardinería, que compartan la visión de estos espacios de formas diferentes, pero con una visión más abierta centrada en las necesidades de la comunidad educativa y de la escuela del siglo XXI. Padres y maestros van acogiendo la diversidad y creando condiciones para mirar y ver una nueva educación construida día a día.
El proceso de transformación requiere formación, diálogo con todos los agentes educativos, recursos humanos y económicos, pero sobre todo entusiasmo, encontrando caminos que nos lleven a la creación de espacios inclusivos con belleza, salud y bienestar. Hoy, después de más de diez años, podemos constatar que muchas comunidades educativas están aportando elementos que nos confirman que crear espacios en el exterior es un camino de oportunidades.
Para concluir: soñar el patio para transformar la escuela
El espacio exterior es un reflejo de la vida de la escuela. El resultado de las transformaciones que vamos incorporando representa el crecimiento individual y colectivo de las personas que en él viven y conviven.
La escuela es un espacio que favorece encontrar maneras de compartir arte, cultura, conocimientos desde diferentes lenguajes con la riqueza y los matices que una comunidad aporta. Los maestros, como potenciadores y coordinadores de las cosas que pasan dentro y fuera de ella, acogiendo la diversidad, las hacen visibles a través de la documentación y de las acciones en la vida cotidiana. El equipo pedagógico que hace posibles acciones coherentes con el planteamiento del proyecto educativo.
Caminos de encuentros, de búsqueda para avanzar en la construcción de una escuela de todos y para todos. Una escuela participativa. Una escuela amable. Una escuela que no etiqueta ni utiliza etiquetas y hace posible espacios diversos con oportunidades. Un planteamiento del patio de la escuela se construye haciendo hincapié en dar respuesta a las necesidades de los niños, a las necesidades de las familias y de la comunidad. Intenciones fundamentadas en una visión educativa global, pluralista e integradora, de convivencia en la diversidad, que garantice una educación que permita crecer y desarrollarse a ritmos diferenciados reforzando caminos hacia la autonomía y la maduración de cada niño con sus propios ritmos.
Participación e investigación son dos términos capaces de recoger muy adecuadamente buena parte de la concepción más general de nuestra teoría educativa, así como de recoger los mejores requisitos para poner en marcha y mantener un entendimiento de cooperación entre padres y maestros con los valores que esta añade a la prospectiva educativa de los niños. (Malaguzzi, L. 2005. Pág. 59)
Oportunidades para crear relaciones, cohesionando realidades sociales y culturales, creciendo con el sentimiento de formar parte de un colectivo y de un territorio. Compartiendo recursos, herramientas y conocimientos de la propia comunidad educativa. Tejer vínculos creando y construyendo espacios accesibles, dando respuesta a la diversidad de intereses de todas las personas que viven y conviven en ellos. Crear valores éticos y estéticos compartidos: de cooperación, de sostenibilidad, de autoconstrucción, de cuidado del medio ambiente. Uniendo diferentes perfiles profesionales para realizar proyectos colectivos.
En definitiva, la escuela en construcción constante, donde el espacio, el tiempo, los materiales y la organización, hablan por sí mismos del bienestar, de la salud física, psíquica e intelectual, llena de motivaciones para las personas que viven y conviven sin excluir a nadie.
Espacios que hagan posible aprendizajes vitales, humanos, competenciales rompiendo barreras. Espacios habitables, llenos de comunicación, cultura, salud, ciencia, ciudadanía y creatividad que dejan tiempo para elaborar y construir el conocimiento compartido interactuando con los diferentes talentos que todos tenemos. Un conocimiento construido día a día creando red, sembrando comunidad, haciendo posible espacios inclusivos.
[1] La Escola de Bosc (1914) dirigida por Rosa Sensat, fue la primera escuela al aire libre que creó el Ayuntamiento de Barcelona inspirada en los movimientos pedagógicos republicanos.
Revisa las referencias acá.
La nota fue originalmente publicada en la revista «Tarbiya» de la Universidad Autónoma de Madrid, en un número editado por Santiago Atrio y Jorge Raedó. Accedé al link de la publicación original: https://revistas.uam.es/tarbiya/article/view/tarbiya2019.47.008
El próximo 25 de agosto Carme Cols y Josep Fernàndez serán parte de la BIOWEEK, para más información ingresá a > https://arqa.com/agenda/eventos/bioweek-el-evento-digital-sustentable-mas-grande-de-latinoamerica.html