22.7.2020

Obsolescencias no programadas: la disolución del aula

La necesidad de transformación de los espacios en los que se desarrolla la educación se ha vuelto inaplazable. Las nuevas habilidades a adquirir durante el aprendizaje escolar, junto con la implantación de nuevas tecnologías, han originado una escisión definitiva con las aulas tradicionales.


Oficina de Google en Budapest

Las escuelas que han forjado el paradigma de este cambio son las Vittra de Estocolmo[1] cuyos diseños optimistas, coloridos y rompedores se basan principalmente en el mobiliario y vienen firmados por la artista holandesa Rosan Bosch[2].  Si bien su proyecto más difundido (Vittra Telefonplan) se construyó en 2011, la necesidad de renovar los espacios educativos y adaptarlos a los nuevos desafíos era ya un objetivo en diferentes países a principios de este siglo. Así en el año 2000 el gobierno británico lanzaba el programa Building Schools for the Future (BSF) cuyo fin era remodelar todas las escuelas de secundaria del país[3] y en el año 2002 la ciudad de Zurich modernizaba sus guías para la construcción y transformación de los centros educativos con el objetivo de que atendieran a las nuevas necesidades del alumnado[4]. La escuela pública de nueva planta Im Birch (2004) se convirtió en el buque insignia de escuela diseñada bajo estas renovadas directrices[5].

Las principales novedades educativas que tratan de recoger estos espacios son el aprendizaje autónomo del alumno/a, el uso de nuevas tecnologías y el trabajo en equipo mediante proyectos interdisciplinares, desapareciendo casi por completo la clase dirigida. Al mismo tiempo las áreas comunes adquieren gran importancia, convirtiéndose en centros neurálgicos del aprendizaje, ya que son lugares polivalentes en los que cooperar, descansar, sociabilizar o hacer presentaciones.

Sin embargo, no sólo han cambiado las actividades en el aula, sino también el proceso en el que esa transformación se lleva a cabo. En ella ya no tiene sentido vincular exclusivamente a profesores y arquitectos, sino que el papel social de la escuela alcanza una dimensión sin precedentes implicando en su transformación la comunidad educativa (familias y niños). El alumnado deja de ser la parte pasiva del diseño para tener un papel activo. Como caso representativo podemos citar el proyecto REBUS realizado en escuelas de Suecia, Noruega y Dinamarca, que promueve que el alumnado proponga y ejecute cambios en su centro escolar a través de procesos participativos[6].

[1] Las escuelas Vittra pertenecen a la Swedish Free School Organisation.
[2] http://www.rosanbosch.com/es/project/escuela-vittra-telefonplan
[3] Entre los miembros del equipo asesor se encontraba Rosan Bosch. Este proyecto, que incorporó en 2007  a las escuelas primarias  con el Primary Capital Programme, fue detenido en 2010.
[4] http://www.oecd.org/edu/innovation-education/centreforeffectivelearningenvironmentscele/40051085.pdf
[5] La escuela fue diseñada por Peter Märkli.En su inauguración se celebró un symposium internacional y una exposición presentando diferentes escuelas innovadoras de Suiza, Dinamarca, Finlandia, Alemania y Holanda.[6] http://www.rebussite.eu/sites/rebussite.eu/files/billeder/rebus_uk.pdf

Leé la nota completa en > https://blogfundacion.arquia.es/2017/05/obsolescencias-no-programadas-la-disolucion-del-aula/


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