16.4.2024
No sólo arquitectura
Los arquitectos llevamos ya casi treinta años hablando de las viviendas «El Ruedo»1 que Francisco Javier Sáenz de Oiza proyectó pegadas a la M-30 de Madrid en 1986. (La obra duró de 1986 a 1990).
Viviendas El Ruedo pegadas a la M-30 de Madrid (España), de Francisco Javier Sáenz de Oiza (1986 a 1990)
La polémica no cesa: Nuestros amigos no arquitectos se horrorizan de que a nosotros nos guste tal obra, y nosotros (a muchos de nosotros tampoco nos gusta demasiado) nos tenemos que esforzar en explicarles los indudables valores arquitectónicos que tiene. Porque los tiene. Y muchos.
Se produce de nuevo la conocida incomunicación entre los arquitectos y el resto de la humanidad. Nosotros opinando según nuestros principios y nuestras coordenadas, y los demás con los suyos y las suyas. Nunca coincidimos.
Si me permitís la boutade, os propongo las siguientes posturas ante el debate:
a).- El Ruedo de la M-30 es una obra maestra llena de aciertos arquitectónicos.
b).- El Ruedo de la M-30 es una bazofia, un muy mal lugar para vivir.
c).- Las dos afirmaciones anteriores son correctas.
Obviamente, yo me decanto por la c). Este edificio es una grandísima obra de arquitectura y una puñetera mierda. Las dos cosas. Y las dos a la vez.
¿Y eso cómo es posible? Pues porque ser muy brillante arquitectónicamente no quiere decir apenas nada. Porque la arquitectura no es el ombligo del mundo ni el papel tornasol de la verdad y de la felicidad. Porque la arquitectura, que a nosotros nos parece el eje del mundo, no deja de ser una anécdota irrelevante.
También Alien es un prodigio de la biología y de la evolución, pero al mismo tiempo es un ser terrible y repugnante. Un biólogo lo mirará con admiración, incluso con amor; pero alguien incapaz de disfrutar de ese prodigio bioquímico-mecánico saldrá corriendo y gritando con todas sus fuerzas.
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