9.6.2020

Mikrorayon, la unidad funcional de la ciudad socialista

El discurso que Nikita Khruchev pronunció en diciembre de 1954 en la Conferencia Nacional de los Trabajadores en Construcción, fue decisivo no sólo para el cambio de la forma de la arquitectura en la URSS y por extensión en el resto del mundo socialista, sino también tuvo un reflejo importante en la ordenación de la forma urbana.

Un año tras la muerte de Stalin y dos años antes de formular la famosa crítica a su autoritaria forma de gobernar, Kruschev formuló pautas, o más bien exigencias, para la industrialización masiva de la construcción que llegaría a cambiar la estructura de la ciudad socialista desde Pyongyang hasta Ljubljana.

Se pedía la eliminación de todo lo superfluo del diseño arquitectónico, el aumento de la productividad, del uso de nuevos materiales y de la investigación aplicada. Con el objetivo de paliar la falta de vivienda, se optaba –desde los más alto niveles políticos- por el desarrollo de tipologías óptimas susceptibles a ser construidas mediante elementos prefabricados. Se sustituía la construcción tradicional con ladrillo por paneles prefabricados de hormigón armado, elementos estructurales pretensados, carpintería modular con premarcos ya incorporados y, paralelamente se buscaba la sistematización y unificación de modelos y tipos de la infinidad de componentes constructivas.

Uno de los grandes nombres de la prefabricación soviética fue Vitaly Lagutenko, autor de los primeros bloques de “Khruschevki”. Su sistema K-7 eran edificios sencillos de viviendas de 1 o 2 habitaciones, de hasta 5 plantas sin ascensor, con cubierta inclinada, sin elementos decorativos más allá de los pequeños balcones para cada vivienda. A diferencia de las grandiosas construcciones del realismo socialista, se insistía en la economía de la construcción, en la funcionalidad del espacio interior y en el reparto igualitario del espacio. Los bloques de viviendas que criticaba Khruschev no siempre tenían las mismas oberturas o espacios exteriores que en vez de obedecer a la funcionalidad, muchas veces se proyectaban según la composición de la fachada.

El espacio urbano creado por estos bloques era radicalmente diferente de las formas existentes o del urbanismo pensado en la etapa del realismo socialista que todavía obedecía a la composición visual y a una marcada jerarquía espacial y organizativa. La repetición de los mismos elementos formales pedía una nueva formulación de la relación calle-edificio-zona verde. Las soluciones se inclinaban hacia las ideas del movimiento moderno, o como toda la arquitectura post-estalinista, resonaban modelos de las nuevas ciudades soviéticas de los años 20 y 30.  La unidad organizativa de los nuevos barrios era llamada mikrorayon o microdistrito en relación a la unidad política y territorial más grande del distrito urbano.

Mikrorayon ampliaba los límites del bloque urbano y desarrollaba las ideas del conjunto residencial o de la unidad vecinal.  El modelo occidental más conocido con el que se suele relacionar el mikrorayon es el de la Unidad Vecinal de Clarence Perry. Pensado inicialmente como consecuencia del desarrollo del plan para la organización de patios de juegos en Nueva York a principios de los años 20, el concepto –definido hacía el final de la década- identificaba una serie de necesidades sociales inherentes en la organización del espacio urbano. Se trataba de dar respuesta a la forma y tamaño de la unidad en función de las proximidades de centros de abastecimiento y educación primaria. El punto importante era la estricta separación de las vías del tránsito rodado –en auge en los años 20- que por la falta de organización y señalización viaria presentaban un peligro en las grandes ciudades, y de los accesos a las viviendas y centros de la comunidad.

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Visitá la nota original en el blog de Jelena Prokopljević > https://laciudadsocialista.wordpress.com/

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