27.7.2020

La Bella y la Ética

Ya hace tiempo que en las diferentes reflexiones y los diferentes textos que se deslizan por aquí, se nota a faltar una ausencia. Los que conocen la nube de ideas que envuelven los textos que cada lunes amanecen en este espacio, ya saben que la controvertida figura de Robert Venturi, es una pieza clave en el relato de la complejidad.


Alexander Calder con su circo. Paris, 1929 | Fotografía de Andre Kertesz | axonometrica.wordpress.com

Solamente por el archiconocido Complejidad y Contradicción en Arquitectura,1 Venturi ya tiene un lugar en el olimpo de la historia de la arquitectura.

Complejidad vs Simplificación, Contradicción vs Pintoresquismo

Aparte de Un suave manifiesto a favor de una arquitectura equívoca, una introducción deliciosa que con el tiempo se ha convertido en la piedra angular del cambio de fase histórico de la modernidad hacia la postmodernidad,

«¿qué tiene de reflexión sobre la complejidad este libro, fundamental en la historia de la arquitectura?»

En el capítulo La complejidad y la contradicción versus la simplificación y el pintoresquismo, Venturi intenta contraponer dos parejas de opuestos para centrar los conceptos principales del libro. En realidad este capítulo, funcionaría mejor como prólogo o como introducción, que no la introducción que hace Vincent Scully.

Este capítulo empieza con una crítica a la visión simplificadora e incluso simplista del movimiento moderno, es decir empieza a definir la complejidad a partir del entendimiento de su opuesto, la simplicidad. Venturi empieza justificando tal espíritu de simplificación por la necesidad de los arquitectos modernos ortodoxos de romper con la tradición y empezar todo de nuevo, de forma que con esta voluntad inicial idealizaron lo primitivo y elemental a expensas de lo variado y sofisticado.

Este capítulo empieza con una crítica a la visión simplificadora e incluso simplista del movimiento moderno, es decir empieza a definir la complejidad a partir del entendimiento de su opuesto, la simplicidad. Venturi empieza justificando tal espíritu de simplificación por la necesidad de los arquitectos modernos ortodoxos de romper con la tradición y empezar todo de nuevo, de forma que con esta voluntad inicial idealizaron lo primitivo y elemental a expensas de lo variado y sofisticado.

Venturi vuelve a cargar contra el purismo y el puritanismo del movimiento moderno, como ya lo hizo también Jacobs al inicio de The Death and Life of Great American Cities.2 Parece que en los 60 se estructura y se consolida realmente una crítica al movimiento moderno alrededor de un cierto status quo. No solamente en estos dos autores crece la crítica, sino ya los situacionistas, y posteriormente todo el coro de voces de los 60 arremete contra el movimiento moderno en parecidos términos.

Para contraponer la complejidad y la contradicción a la idea de lo puro, Venturi se apoya en dos citas, una de Frank Lloyd Wright que hizo su famoso –y pretencioso- lema La verdad contra el mundo y que en un momento de su vida escribió:

«Tuve unas visiones de simplicidad tan amplias y grandes y se me aparecieron unos edificios de tal armonía que… me convencí que cambiarían y profundizarían el pensamiento y la cultura del mundo moderno. Así lo creí.»3

La otra cita es del inevitable Le Corbusier que como uno de los fundadores del purismo, hablaba de las grandes formas primarias de las que decía que:

«eran diferentes… y no tenían ambigüedad.»4

Para Venturi la justificación de su interés por la complejidad es sencillo pues al mismo tiempo que los problemas aumentan en cantidad, complejidad y dificultad también estos evolucionan más rápidamente5 que antes, y se apoya en una contracita, para contrarrestar las dos anteriores, de August Heckscher:

«el paso de una visión de la vida esencialmente simple y ordenada a una visión de la vida compleja e irónica es lo que cada individuo experimenta al llegar a la madurez. Pero ciertas épocas animan este desarrollo; en ellas la perspectiva paradójica o teatral, colorea el escenario intelectual… El racionalismo nació entre la simplicidad y el orden, pero el racionalismo resulta inadecuado en cualquier periodo de agitación. Entonces el equilibrio debe crearse en lo opuesto. La paz interior que los hombres ganan debe suponer una tensión entre las contradicciones e incertidumbres… Una sensibilidad paradójica permite que aparezcan unidas cosas aparentemente diferentes y que su incongruencia sugiera una cierta verdad.»6

Leé la nota completa en > VEREDES

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