24.11.2023

Galería de las Colecciones Reales

Es común que los arquitectos midamos las obras a ejecutar en m2.


Galería de las Colecciones Reales | Fuente: galeriadelascoleccionesreales.es

Solado con pavimento aislante y drenante con losa filtrante de 60x40x5 cm, sentada en seco sobre membrana impermeabilizante, i/p.p. de recortes y piezas de borde, en cubierta plana transitable invertida. 180 m2.

Es igualmente común que midamos las demoliciones en m3.

Demolición de cimentaciones de hormigón en masa o armado, con compresor, incluso excavación, limpieza y retirada de escombros a pie de carga y relleno con las mismas tierras, sin transporte al vertedero y con p.p. de medios auxiliares, sin medidas de protección colectivas. 300 m3.

Es común, y de tan común, nadie repara en ello. La construcción es superficie, mientras que la demolición es volumen, como si entre ambas se produjese un proceso de alquimia por el cual, de forma ignota, se adquiere esa tercera dimensión.

Decía Miguel Fisac1 que la arquitectura no son cuatro paredes y un techo, sino el aire que queda dentro. Y algo de eso debe haber, porque el aire contenido en nuestros edificios no es superficie sino volumen. Sólo puede medirse en m2 cuando apenas es un proyecto básico o de ejecución; sin embargo, para su demolición ya sólo concebimos la medición en m3. En volumen.

Si cuando se edifica se mide en m2 es tan sólo porque cuando se construye no se está haciendo propiamente Arquitectura, sino mera edificación. Y la Arquitectura, de este modo, es el aire, el sedimento y el poso que queda en los edificios después de haber vivido en ellos, tras la lenta maduración de habitarlos y domesticarlos. Sólo cabe considerar la Arquitectura como volumen, resultado de una transmutación cuyo proceso ontológico nos está vedado, pero que sólo puede surgir cuando las ideas y preocupaciones que se nos evaporan se depositan en el aire, densificándolo.

La Arquitectura, así, no es superficie, sino volumen. Y tiempo. Porque es a través del tiempo que las superficies se metamorfosean, y mudan de edificación a Arquitectura. Aparece, de este modo, una cuarta dimensión; y realizar mediciones y presupuestos, considerando 4 dimensiones, comienza a ser un proceso tan tedioso y desagradable, que decidimos descontarlo, fingiendo desconocer su existencia. Simulamos que sólo es real lo que aparece grafiado o medido en nuestros proyectos, con la misma habilidad y ligereza con la que simulamos disfrutar del verano.

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