29.6.2020
El lugar de los QOM (TOBA) en Buenos Aires
A principios de la década de 1990 un grupo de familias pertenecientes al pueblo indígena Qom (Toba), obtuvo tierras en la periferia de la ciudad de La Plata (capital de la provincia de Buenos Aires, Argentina). Allí llevaron adelante un proceso de autoconstrucción que les permitió vivir juntos, plasmando en el espacio su organización colectivo-comunitaria.
Esta experiencia de lucha por tierra y vivienda de la Comunidad Nam Qom es paradigmática, en al menos tres sentidos: En primer lugar, porque implicó la posibilidad de que todas las familias que conformaron la comunidad puedan vivir juntas en un mismo espacio dando lugar a un barrio organizado con un alto grado de autonomía, situación que no es frecuente en la Región Metropolitana de Buenos Aires (RMBA)[1] donde muchas familias indígenas se encuentran viviendo dispersas y en terrenos individuales. En segundo lugar, y principalmente, porque dichas familias construyeron sus propias viviendas (de ahí el concepto de autoconstrucción) y en tercer lugar, porque esta experiencia se desarrolló antes de que en nuestro país se reconociera la preexistencia de los pueblos indígenas, la posesión y propiedad comunitarias de las tierras que tradicionalmente ocupan y que se regulara la entrega de otras aptas y suficientes para el desarrollo humano; reconocimientos logrados en la Constitución Nacional de 1994 tal cual lo expresa el Art.75 Inc. 17. En este trabajo presentamos las características del proceso de autoconstrucción de las viviendas de la Comunidad Nam Qom de La Plata, fundado en la lucha y la organización colectiva y comunitaria.
El Pueblo Qom y la Comunidad Nam Qom
Antes de la Conquista del Chaco que reconoce su punto más álgido en 1884 con la Campaña del General Victorica, el pueblo indígena Qom habitaba la región septentrional del continente americano denominada Gran Chaco. Para ese entonces era un pueblo nómade, cazador y recolector, que vivía en lo que se denominó “bandas”, en realidad familias y familias extensas, y encontraba en la flora, la fauna, los ríos y el monte chaqueños los medios para vivir. A partir de la constitución de los Estado-nación, el Gran Chaco y los pueblos que lo habitaban fueron divididos y comprendidos entre los territorios de Argentina, Paraguay, Bolivia y Brasil. A partir de la gestación del Estado-nación argentino primero, y con su consolidación y desarrollo posterior, el pueblo Qom -al igual que otros pueblos- enfrentó persecuciones, arrinconamientos, matanzas y despojos territoriales de distintas características[2]. En palabras de una referente de la Comunidad Nam Qom:
“En la parte norte lo que nos salvó es el monte porque cuando sabían que venían los militares o había esos fortines que se armaban, la gente se metía en el monte para que no se lo encuentre y así se salvaron un montón de familias. (…) mi abuelo contaba eso. Nos contaba eso cuando éramos chicos, como un cuento, que su abuelo, el abuelo de mi abuelo, se había salvado. Y gracias a su abuelo, mi abuelo me contaba estas anécdotas a mí y a mis hermanos y a todos los demás nietos (…) Pero esto fue una realidad que pasó en Argentina y que en los libros de historia lo llamaron la campaña del desierto. Era una matanza de indios entre paréntesis, pero gracias a la topología del lugar: Chaco, Formosa, Norte de Santa Fe, Misiones, el monte en ese sentido nos ha salvado. Entonces nosotros estamos agradecidos a la vida porque se fueron moviendo en grupos y eso fue lo que nos salvó entonces por eso elegimos el modo de vivir en grupos para seguir con esta impronta de la resistencia y de nuestros saberes y que tratamos de ponerle ahora más paz, más armonía para poder seguir con nuestras vidas. Y de transmitirle eso a los hijos para que no se olviden de ese pasado y de que ellos crezcan con personalidades más fuertes y más positivas que nosotros.” (Julia Gómez Referente qom que vive hoy en la periferia de la ciudad de La Plata. Exposición en Foro “Povos indigenas e patrimônio cultural ao sul do mondo: vozes e conhecimentos ameríndios contemporâneos” III CIPIAL, Brasilia, 5 de julio de 2019 – nuestro resaltado).
A mediados del siglo XX, el monte chaqueño se encontraba depredado y los grandes ingenios azucareros de Salta y Jujuy -donde los qom trabajaban por temporadas- se mecanizaron. Estos factores obligaron a muchas familias qom a migrar en busca de trabajo y de mejores condiciones de vida a ciudades del interior del país como Resistencia y Rosario, como también a la RMBA, donde se asentaron formando los denominados “barrios tobas” (Tamagno 1986, 2001; Maidana 2011). A principios de la década de 1980, las primeras familias de la Comunidad Nam Qom (“Gente Qom” o “Gente Toba”) que habían migrado a Buenos Aires en busca de mejores condiciones de existencia, se encontraban viviendo en distintos lugares del Gran Buenos Aires (Villa IAPI y Los Eucaliptus -partido de Quilmes-, Monte Chingolo -partido de Lanús-, La Boca -CABA-, Barrio Ejército de los Andes -partido de Tres de Febrero-).
“Y que muchas de esas personas hace 50 años fueron migrando hacia la gran ciudad que es Buenos Aires. Aquí se fueron armando núcleos de familias para vivir en esa gran ciudad porque no conocían, porque trataban de tener una mejor vida, porque fueron expulsados de sus tierras. En la mayoría de las tierras allá no venden a las personas en sí sino a grupos de empresas y entonces… cuando venden las tierras, venden con las personas adentro y después se les comunica a las personas y esa gente se tiene que ir del lugar. Bueno, a estas personas les pasó eso y fueron migrando. Primero fueron a una provincia que se llama Santa Fe y después vinieron a Buenos Aires. En Buenos Aires se fueron encontrando un montón de familias conocidas y así se fue conformando la comunidad que es hoy.” (J. G. Referente qom que vive hoy en la periferia de la ciudad de La Plata. Exposición en Foro “Povos indígenas e patrimônio cultural ao sul do mondo: vozes e conhecimentos ameríndios contemporâneos” III CIPIAL, Brasilia, 5 de julio de 2019 – nuestro resaltado).
A pesar encontrarse dispersas en estos distintos lugares de la RMBA, los lazos de parentesco, amistad y paisanaje les permitieron a estas familias mantener el contacto, la comunicación y el sueño de poder vivir juntas en la ciudad. Así, en 1984 se organizaron bajo la forma de la Asociación Civil Ntaunaq Nam Qom para conseguir un territorio y viviendas donde poder asentarse y vivir definitivamente todas juntas. Proceso que acompañó una institución que llevaba adelante proyectos de desarrollo comunitario. En palabras de Nidia Buttori, antropóloga:
“Recuerdo aquel invierno de 1983. Hacía poco tiempo me había graduado en antropología, trabajaba en el Museo Etnográfico (…) Por otra parte me había contactado con una institución que trabajaba en los sectores más carenciados de la región chaqueña, donde llevaba adelante proyectos de desarrollo comunitario tanto con criollos como con indígenas. Su centro de capacitación y laboral estaba en el Chaco, pero tenía una oficina de comunicación y contacto en Buenos Aires y, además un pequeño local en la avenida Callao (…) refugio de sueños, esperanzas y fantasías de jóvenes, recién egresados o próximos a serlo, de diversas profesiones, unidos por un proyecto común, ir a prestar sus servicios a esos lugares donde las necesidades eran muchas (…) Algunas veces conversaba sobre estos temas con José, nuestro coordinador (…). Una mañana, de ese mismo invierno, se realizó una reunión con los tobas en la facultad (…) Aquel encuentro en la facultad resultó mucho más importante de lo que suponíamos en un primer momento. Fue el verdadero comienzo de la historia que me he propuesto narrar. Allí los tobas conocieron a José, pudieron conversar con él, que tuvo la buena idea de pasarles el teléfono de Callao, lo cual dio a Ignacio la posibilidad de hacer ese llamado que establecería el contacto en forma definitiva.” (Nidia Buttori, 2020 – trabajo en elaboración – nuestro resaltado).
En palabras de un capacitador[3] que acompañó el proceso de gestación de la Asociación Civil Ntaunaq Nam Qom:
“(…) ¿qué estaban buscando?… y estaban buscando el Na´Nam Qom, el lugar de los tobas en Buenos Aires (…) eso es importante para ligarlo porque no es el barrio, no es la casa, es el Na´nam Qom (…) no es cualquier cosa, es el lugar de los tobas. (Entrevista a José Pablo Sabatino LIAS, La Plata, 14 de noviembre de 2019 – nuestro resaltado).
“Para peticionar hay que organizarse. Y entonces ahora la pregunta fue ¿dónde están los tobas? En el Gran Buenos Aires (…) Empezaron a juntarse y (…) empezaron a localizarse, ya venían localizados pero empezó un movimiento entre ellos. Y eso sería 85 – 86, ponele, más o menos (…) Nosotros no nos metíamos en eso, sí los acompañábamos, hacíamos alguna cosita, pero era una cosa bien, bien entre ellos. (…) El tema está en la misma Ntaunaq, el nombre ‘asociación’, fue un proceso de elaboración de ellos, porque no es que agarraron un diccionario y sacaron “asociación se dice así”. Lo fueron elaborando, “¿asociación cómo es? ¿se dice así?’” Fueron como dos o tres horas. Bueno, pero “¿qué es una asociación? ¿qué es un ser socio? ¿qué es ser compañero?”. Entonces decían “ese cuando va a cazar… eso es cuando viene… eso es cuando va… cuando van juntos”. Entonces era “no”… “que no”. De repente uno dice “Ntaunaq, eso es”, pero fue todo un pelotero de de ida y vuelta. Pero fue una cosa muy linda. Todo en idioma. Nosotros ahí mirando (…)” (Ídem anterior).
Según el primer presidente de la asociación, Don Julio Ramírez, Ntaunaq Nam Qom significa:
“trabajar todos unidos, con un solo pensamiento, un solo sentir, para que vayamos adelante, porque así nos enseña la vida de nuestros héroes pasados, siempre han trabajado todos juntos (…)”. (Palabras citadas en Tamagno 2001: 166 – nuestro resaltado)
A principios de la década de 1990, las familias nucleadas en la asociación civil Ntaunaq Nam Qom consiguieron tierras para autoconstruir sus viviendas en el Barrio Malvinas[4], en la periferia de la ciudad de La Plata, a unos 7km al oeste de la misma. Para ese momento el barrio era un gran campo sin servicios de luz, gas, cloacas o agua corriente y sin calles abiertas; es decir, conservaba las características del campo agrícola que había sido hasta ese entonces. De hecho, el barrio nació como producto de un loteo llevado a cabo por el Programa Social y Familiar de Tierras de la Provincia de Buenos Aires PROTIERRA[5], programa que les permitió a las familias de la comunidad obtener 36 lotes para vivir, en el marco de un proyecto para 540 viviendas familiares. Este hecho -seguido por la autoconstrucción de 36 viviendas en dichos lotes- marcó el inicio de la presencia de familias qom en el partido de La Plata. Como señala R.M., arquitecta integrante del equipo responsable del proyecto de autoconstrucción del Instituto de la Vivienda de la provincia de Buenos Aires (IVBA):
“(…) bueno cómo se formaliza esto… vino Ana Goitia de Cafiero -la mujer de Cafiero-, Balestieri, el administrador del Instituto, el director de ordenamiento urbano (…) y otros funcionarios y miembros de la comunidad toba. Ese día se dio el comienzo formal para el programa de esa comunidad que consiste en la entrega de 36 lotes junto con 36 créditos para la construcción. Este comienzo de obra marca el fin de una etapa de lucha para la comunidad que llegó a Buenos Aires en el ´85 (…) Se firma en 1991, el 19 de abril[6], un convenio marco por 36 viviendas”. (Entrevista a Regina Mintz. CABA, 2 de diciembre de 2019 – nuestro resaltado).
Desde entonces las familias han ido creciendo en número, los hijos de la primera generación han formado nuevas familias y otras han migrado hacia este partido. Así es que hoy encontramos en el Barrio Malvinas y zonas aledañas cinco comunidades qom formalmente reconocidas, de las cuales Nam Qom es la más antigua.
Los programas de tierra y vivienda
El reclamo y la lucha por la tierra que llevaba adelante la gente qom se sumaba a las demandas realizadas por otros sectores de bajos recursos de la periferia del Gran La Plata frente a la gran densidad de población, el déficit habitacional, el alto valor de los terrenos y las irregularidades en las formas de posesión de los mismos (Maidana, 2009). En este sentido, los programas gubernamentales bajo los cuales se obtuvo la propiedad de la tierra y se autoconstruyeron las viviendas, se dieron en el marco de políticas públicas que no consideraban cuestiones étnicas en su diseño. Es de resaltar entonces el hecho de que la participación de la gente indígena generó particularidades en su implementación que llamaron fuertemente la atención de quienes observaban las actividades.
Los programas específicos para población indígena son relativamente recientes, sin embargo el sector fue y es aún alcanzado por distintos tipos de políticas sociales tanto nacionales como provinciales, destinadas a la población en general (Mombello 2002). Fue así que en el año 1991 la Asociación Civil Ntaunaq Nam Qom accedió al Programa Social y Familiar de Tierras de la provincia de Buenos Aires “PRO TIERRA”. El mismo consistió en la provisión de tierra urbanizada o lotes con servicio: apertura de calles, desagües pluviales, energía eléctrica, alumbrado público y redes de agua potable según las posibilidades en cada caso (Imagen 1). El arquitecto Subsecretario de Vivienda durante la gobernación de Cafiero comenta:
“Desde la provincia nosotros podíamos comprar directamente tierra (…) Entonces compramos muchos lotes porque la tierra es muy barata. O sea, en relación a lo que le cuesta al gobierno una vivienda, la tierra no llega a ser el 10 por ciento. Te diría que es menos. Tal vez un cinco. A ver, una tierra vale por los ordenadores urbanos que tenga. (…) En general comprábamos tierras donde no se podía construir nada, porque todavía no tenía ordenadores. Yo gestionaba desde el estado los ordenadores, eso era atribución mía. Entonces esa tierra que la compraba por diez pesos, yo le daba ordenadores urbanos y valía cien. Bueno, esas son las cosas que se pueden hacer desde el estado que fundamentalmente requiere conocimiento. Cualquier cosa es un 10% de creatividad y 90% de transpiración. Hay que ponerse y trabajar.” (Entrevista a Oscar Balestieri. CABA, 18 de diciembre del 2019 – nuestro resaltado).
Imagen 1. Apertura de calles Barrio Malvinas (Archivo LIAS)
En el Barrio Las Malvinas la Dirección de Ordenamiento Urbano de la Provincia de Buenos Aires destinó 540 lotes para la construcción, a través de distintas modalidades, de viviendas familiares. De estos lotes destinados a distintas organizaciones de la sociedad civil 36 fueron asignados a la asociación civil Ntaunaq Nam Qom[7], que accedió luego a las viviendas a través de programas habitacionales con modalidad de autoconstrucción.
El proceso de autoconstrucción de las 36 viviendas, se enmarco en dos programas habitacionales de la provincia de Buenos Aires. La primera etapa de construcción, entre 1991 y 1992, se llevó a cabo a través del PROGRAMA AUTOGESTIÓN CONSTRUCTIVA el cual funcionó dentro de la órbita del IVBA. Así se desarrolló “una prueba piloto” de autoconstrucción de las primeras 8 viviendas, en donde el IVBA brindó el financiamiento y el asesoramiento técnico para la construcción de las mismas, mientras los beneficiarios aportaron la mano de obra. Luego, entre los años 1993 y 1996 se llevó a cabo la segunda etapa a través del PROGRAMA SOLIDARIDAD AUTOCONSTRUCCIÓN del IVBA. La intervención de dicho programa, con su subprograma de Autoconstrucción, reemplazó al Programa de Autogestión Constructiva y permitió completar el compromiso asumido ante la comunidad qom, construyendo las 28 viviendas restantes. Como se hizo en la primera etapa, el IVBA financiaba la compra de materiales, la Asociación Civil qom administraba los fondos y sus miembros aportaban la mano de obra para la construcción (Tamagno 2001).
Como resalta Di Virgilio (2010), la trayectoria y experiencia organizacional de los colectivos de la sociedad civil que intervienen en la implementación de los programas de producción de hábitat, impregnan y en muchos aspectos determinan las líneas que el mismo seguirá. En el caso que nos ocupa los lazos de parentesco y la larga experiencia organizacional de los qom en tanto pueblo indígena, fueron cruciales para poder concretar y finalizar las viviendas. Lo colectivo comunitario que permitió y se expresó en la autoconstrucción, se continuó luego con el desarrollo de otros espacios y actividades comunes: comedor, biblioteca, huerta, taller de costura, sala de informática, panadería, clases de terminalidad de estudios primarios y secundarios, talleres de premoldeados y talleres de lengua qom para niños y jóvenes de la comunidad. Además, en 2014 -en el contexto de los derechos indígenas reconocidos en la Constitución Nacional y la legislación nacional e internacional vigentes- este conjunto de familias obtuvo el título de propiedad comunitaria de las tierras donde autoconstruyeron sus viviendas. Como señala la antropóloga Liliana Tamagno -quien acompañó el proceso organizativo de las familias desde sus inicios-:
“Se puso así en evidencia que el plan de autoconstrucción no era el generador de lo comunitario sino que había sido expresión de la presencia de la identidad étnica, y había provisto las condiciones materiales imprescindibles para que lo comunitario se expresara”. (2003:168-169- nuestro resaltado).
En palabras de J..P.S.:
“Es que yo me quedé pensando, admirado (…) es fabuloso lo que han logrado (…) Lo que me impresiona de los Qom, ellos tienen una enorme capacidad de gestión porque lograron que las cosas pasen. (…) Lograron tierra, lograron … entonces tuvieron gestión cultural, gestión de hábitat y gestión económica (…) su comunidad, gestionó culturalmente, gestionó su hábitat, gestionó económicamente (…) Entonces, este eje de ellos, el trabajo de ellos asociado, comunitario, es el fuerte de ellos. Entonces para ellos la economía solidaria es constitutiva”. (Entrevista a J.P.S. Capacitador. LIAS, La Plata, 14 de noviembre de 2019- nuestro resaltado)
La autoconstrucción de las viviendas
Como mencionamos anteriormente, la autoconstrucción de las 36 viviendas de la comunidad se realizó en dos etapas y en ellas pueden resaltarse distintos aspectos que ponen en evidencia la organización colectiva y comunitaria de las familias qom. La primera etapa tuvo lugar entre 1991-1992 y se llevó a cabo a modo de “programa piloto”. Es decir que si las 8 viviendas que debían ser construidas en esta primera etapa se realizaban en los plazos establecidos, ello habilitaría la posibilidad de construir las 28 viviendas restantes para poder completar las 36. En la labor de autoconstrucción, el trabajo fue conjunto no sólo entre las familias sino con el equipo técnico del IVBA, junto al cual diseñaron las viviendas de ladrillos a la vista y techos a dos aguas de tejas, denominados por la gente del barrio como “los chalecitos de los tobas”.
“Bueno a ellos les gustaban los chalecitos. ¡Yo estaba más frustrada con eso! Digo: uy…. Chalecitos. Yo era muy joven y no entendía lo que significa un chalecito para la gente que no tiene… para cualquiera que no tiene vivienda, poder acceder al chalecito.” (Entrevista a R.M. Arquitecta integrante del proyecto de autoconstrucción, CABA, 2 de diciembre de 2019 – nuestro resaltado)
“Hay mucha gente que no puede ir a vivir a un monoblock o a un departamento porque su vida es otra. Entonces quieren que les des un lote y en un año, dos se hace una casa a su gusto. Y además tiene lugar para tener las maderas, los andamios… Es una forma… mira los planes de viviendas oficiales terminan siendo como decir fabricar un zapato número 42 y el que calza 43, se embroma, le aprieta, y el que calza 40 que se ponga un algodón en la punta. Y la verdad es que las necesidades y las aspiraciones de vida son tan diversas, que bueno uno no puede hacer todo a medida uno por uno, pero si tener una gama. (…) Entonces el lote es para esa gente que se siente capaz de construir su vivienda, de hacerla como le gusta, que tiene otras necesidades (…).” (Entrevista a O.B. Subsecretario de Vivienda durante el Gobierno de Antonio Cafiero. CABA, 18 de diciembre del 2019 – nuestro resaltado)
Las familias qom implicadas en esta etapa debieron asentarse definitivamente en el Barrio Malvinas, en la ciudad de La Plata, para comenzar con la autoconstrucción. Se mudaron entonces a 8 casillas que funcionaron como viviendas temporales mientras se construían las definitivas. Autoconstruir sus casas implicó para estas familias además de una organización y trabajo conjunto, el aprendizaje de oficios nuevos como la albañilería, sin dejar de lado su identidad y conocimientos indígenas:
“Hoy son 500 familias en un barrio de la periferia de la gran ciudad de La Plata y conformamos vivir en comunidad para empezar a mantener nuestra lengua, nuestras artesanías y nuestros usos y costumbres de las personas que participan de ese espacio digamos. Siempre uno trata de sembrar el bien, de inculcar a jóvenes y niños que es importante de dónde uno viene, que es importante porque hay mucha discriminación a veces en los niños en las escuelas y cuando uno es diferente está esa diferencia y bueno se lo carga mucho al niño. Y nosotros lo que tratamos es de que ellos estén seguros de con su persona y de donde viene. Que no tienen que tener vergüenza de ser indígena y de tener otros conocimientos.” (J. G. Referente qom que vive hoy en la periferia de la ciudad de La Plata. Exposición en Foro “Povos indígenas e patrimônio cultural ao sul do mondo: vozes e conhecimentos ameríndios contemporâneos” III CIPIAL, Brasilia, 5 de julio de 2019 – nuestro resaltado)
“La comunidad de La Plata es una comunidad ya les digo de 500 familias, pero 36 son las que se organizaron para autoconstruirse sus casas. Autoconstruirse significa hacerse sus propias casas. Como eran gente que trabajaba en el campo, no tenían ni idea de cómo era la construcción. Entonces a medida que se fueron construyendo sus viviendas, se fueron capacitando. Eso les dio la posibilidad de que queden con el conocimiento y de que puedan trabajar de eso en la gran ciudad. Tienen digamos conocimiento de albañilería, de electricidad, de plomería, de gas. Eso les da la posibilidad de tener una vida digna dentro de la gran ciudad. Todo cuesta porque todo lo hacemos a todo pulmón.” (Ídem anterior)
“Eso era al principio de la década de 1990 cuando se estaba organizando la parte de construcción de las casas entonces vivían en casas así precarias para poder hacer una casa como… es una ciudad con mucho frio eh habíamos planteado de hacerlas para construcción en ladrillo porque si hacíamos así o las casas que teníamos en Chaco eran construcciones así en chozas. Eso lo hacíamos en Chaco, pero ahí el clima es más seco, entonces esas construcciones aguantan. Pero en La Plata no porque es una zona muy fría y entonces bueno. Cuando llegamos acá empezamos con las construcciones de casitas de madera y acá se empezó a preparar digamos como para trabajar en las casas que se fueron haciendo y eso tiene 30 años… porque era un campo eso que nos dieron. Eran 36 unidades habitacionales y ahí tuvimos que abrir… pedirle a la municipalidad que abra las calles porque no había calles.” (Ídem anterior)
Imagen 2. Viviendas temporales – Primera etapa de autoconstrucción (Archivo LIAS)
Imagen 3. Viviendas en Chaco (Archivo LIAS)
La organización colectivo comunitaria se plasmó en el espacio desde un primer momento (Tamagno 2001, Maidana 2011). Las familias decidieron construir sus casas rodeando un espacio verde (el corazón de la manzana) en el que desde entonces llevan a cabo distintas actividades comunitarias:
“(…) nosotros no dividimos nuestra manzana. Nuestra manzana es completa digamos y no la partieron porque lo pedimos así a la municipalidad para mantener el centro de manzana. En el centro de manzana nosotros hacemos otras actividades también donde hay ahora por ejemplo un emprendimiento de premoldeados, donde también usamos para los eventos de la parte religiosa.” (J. G. Referente qom que vive hoy en la periferia de la ciudad de La Plata. Exposición en Foro “Povos indígenas e patrimônio cultural ao sul do mondo: vozes e conhecimentos ameríndios contemporâneos” III CIPIAL, Brasilia, 5 de julio de 2019 – nuestro resaltado)
Imagen 4. Vista aérea Comunidad Nam Qom en la actualidad. Elaboración: LIAS. Fuente: Google Earth Pro.
“Ahí era cuando se estaba empezando a hacer las bases de las construcciones. Y ese es el modelo terminado digamos. Las palmeras que ustedes ven ya estaban así que se fue acomodando las casas en base a eso, pero eso ya estaba.” (Ídem anterior)
Imagen 5. Construcción de las bases de las viviendas (Archivo LIAS)
Imagen 6. Viviendas terminadas (Archivo LIAS)
La segunda etapa tuvo lugar entre 1992-1996 y en ella se logró concluir el proyecto de autoconstrucción de las 36 viviendas. Cada decisión fue tomada desde el principio del proceso en asambleas y todas las familias participaron -con distintas tareas- en la construcción de todas las viviendas y sin saber qué vivienda le sería otorgada a cada una:
“Y eso es un precedente de nuestra comunidad para con otras porque si bien muchos hacen los reclamos, no todos pueden llegar al objetivo que cuesta, pero que hay que insistir. Hay que trabajarlo, caminarlo, repartirnos las tareas. Después hay cosas que hay que hacer todos juntos y poner la impronta en eso. Eh… yo soy una vocera, por ahí lo mío era hacer notas, pasarlas por la compu, llevarlas. La paciencia de ir de una oficina a otra en la parte legal. Otros se dedicaban a la construcción en sí y bueno después hacíamos la gran asamblea donde se discutía todo. Todo hasta que… nosotros la idea era empezar y terminar el trabajo. Para cada familia era importante su casa entonces si o si había que empezar y terminar y bien.” (J. G. Referente qom que vive hoy en la periferia de la ciudad de La Plata. Exposición en Foro “Povos indigenas e patrimônio cultural ao sul do mondo: vozes e conhecimentos ameríndios contemporâneos” III CIPIAL, Brasilia, 5 de julio de 2019 – nuestro resaltado).
“Cada uno tenía que poner la mejor voluntad porque íbamos sumando puntos. Que se yo, vos trabajaste más horas y vas sumando. Al final de la recta ya estaban todas las viviendas las 8 paralelas y hicimos una gran asamblea un 22 de junio del `98 y bueno ahí íbamos viendo… pusimos un pizarrón. Fulano de tal que se yo, tiene 2500 puntos le toca elegir la vivienda donde quiere vivir, entonces iban eligiendo las viviendas. O si no se decía yo voy a ser tu vecino ¡bueno! Y así fue muy lindo porque íbamos entregando las llaves y después íbamos recorriendo de afuera. Fueron… de esa manera se determinó. Fue la manera más justa que encontramos y nada, fue lindo.” (Ídem anterior)
Como señala la antropóloga Liliana Tamagno:
“Nada había sido sencillo; ni la búsqueda de tierra ni la autoconstrucción de las primeras ocho viviendas, pero lo habían logrado y mostraban con orgullo a los demás y se mostraban a sí mismos, lo que eran capaces de hacer cuando se lo proponían y cuando las condiciones objetivas se lo permitían (tierra, materiales para la construcción y capacitación dirigida especialmente a los fines de la construcción). Cada cimiento, cada pared levantada, cada techo colocado se transformaba en el símbolo del esfuerzo comunitario.” (Tamagno 2001: 171 – nuestro resaltado)
Imagen 7. Entrega viviendas (archivo LIAS)
En el espacio de migración las familias que hoy conforman la Comunidad Nam Qom han encontrado condiciones materiales para reproducir sus vidas, pero no se trata sólo de haber conseguido tierra y viviendas, sino de haber logrado construir un espacio colectivo/comunitario donde “ser” y “hacer” desde sus pautas culturales (Maidana 2017). Las prácticas y usos alternativos del espacio resultaron en una estructuración/organización del mismo, distinta a las previstas en las políticas y programas estatales. En este sentido es interesante reflexionar sobre el rol de los distintos agentes estatales (capacitadores, arquitectos y otras figuras) que acompañaron el proceso de autoconstrucción, quienes trabajaron en conjunto con los destinatarios de los programas, abriéndose a la escucha y rompiendo, en palabras de O.B, con el “paternalismo profesional”:
“Hay un paternalismo profesional que vos lo vivís con los médicos pero que cuando tenés un arquitecto es igual. ¿Cómo me va a preguntar qué voy a hacer si yo estudié en la facultad? Es muy difícil cambiar eso, pero se puede. Se hizo una experiencia muy interesante en la subsecretaría (…)” (Entrevista a O.B. Arquitecto, Subsecretario de Vivienda durante la Gobernación de Antonio Cafiero CABA, 18 de diciembre del 2019)
Observar este proceso de autoconstrucción de viviendas evita interpretar las situaciones de carencia que afectan a los pueblos indígenas a partir de términos que no contribuyen a analizar las causas de las mismas y subestiman y/o descalifican a estos colectivos. Los mismos no conforman poblaciones vulnerables, sino que son pueblos cuyos derechos han sido y continúan siendo vulnerados. Esta aclaración es importante ya que torna imprescindible preguntarse respecto de quiénes produjeron las acciones que derivaron en las situaciones en que hoy se encuentran los pueblos indígenas, dejando en claro que las mismas son producto de la expropiación, la explotación y la desigualdad y no de las condiciones internas de dichos conjuntos. Al mismo tiempo permite resaltar su carácter de sujetos sociales activos, reconociendo sus luchas y su capacidad de organizarse para transformar las situaciones que los preocupan. Como señalaba J.PS.:
“(…) ver el proceso que esta buena gente tuvo, verlo con esta línea, como ellos fueron gestionando, fueron haciendo que las cosas pasaran (…) los sacas del pobrecitos”. (Entrevista a J.P.S. Capacitador, LIAS, La Plata, 14 de noviembre de 2019 – nuestro resaltado).
Lo hasta aquí expuesto, la valoración del proceso colectivo/comunitario de autocostrucción de las viviendas y el derrotero posterior que involucra a hijos y nietos de los iniciadores del mismo condujeron a que una casualidad -tal vez no tan casual- nos volviera a convocar en el “barrio qom”. Con emoción y con orgullo por lo logrado no pudimos menos que recordar la frase de Don Julio Ramírez, figura clave en esta historia, cuando finalizadas las viviendas le preguntaron hasta dónde pensaban llegar y contestó “nuestra visión en muy lejana”.
Imagen 8. Encuentro entre integrantes de la comunidad Nam Qom, agentes estatales que acompañaron la autoconstrucción e integrantes del LIAS. Salón de usos múltiples de la comunidad Nam Qom, septiembre del 2019. (Archivo LIAS)
Agradecemos a Nidia Buttori, Regina Mintz, José Pablo Sabatino, Oscar Balestieri, y muy especialmente a las familias que conforman la Comunidad Nam Qom.
Notas al pie
[1] La Región abarca La ciudad autónoma de Buenos Aires (CABA), 24 municipios que conforman el Gran Buenos Aires (GBA) y otros 16 partidos de la tercera corona que incluyen el denominado Gran La Plata (La Plata, Berisso y Ensenada).
[2] Podemos mencionar, a modo de ejemplo, las campañas militares que desde mediados del SXIX sometieron y asalariaron a la población indígena necesaria para cubrir los requerimientos de fuerza de trabajo de los ingenios azucareros y obrajes madereros (Iñigo Carrera y Podestá 1991) o los actuales desmontes en favor de la ganadería intensiva y los agronegocios (Carrasco, Sánchez y Tamagno 2012).
[3] Especializado en educación no formal, planeamiento participativo, gestión asociada y desarrollo de recursos.
[4] El barrio Malvinas que comprende las calles 32 hasta 36 y 149 hasta 155, se gestó en el año 1990 en el Oeste del Gran La Plata en una zona en la que se fueron dando procesos de reemplazo de usos anteriormente agrícolas por usos residenciales del suelo. Comprende un área de veintidós manzanas, subdivididas en 540 lotes de los cuales 36 pertenecen a la comunidad Nam Qom.
[5] Programa de urbanismo y vivienda creado en 1988 (durante la gestión gubernamental de Antonio Cafiero 1987-1991) a través del Decreto 815/88 del Poder Ejecutivo de la provincia de Buenos Aires cuyo órgano de ejecución fue la Dirección de Ordenamiento Urbano de la Subsecretaría de Urbanismo y Vivienda del Ministerio de Obras Públicas de la provincia de Buenos Aires.
[6] Cabe señalar que si bien dicho programa estatal no contemplaba la cuestión étnica, el convenio de inicio de obra de las 36 viviendas se firma un 19 de abril “Día del aborigen americano”.
[7] Cabe señalar que las familias qom tramitaron la personería jurídica como asociación civil, ya que en ese momento, no existía una figura legal que les posibilitara hacerlo como comunidad indígena. La figura legal de Comunidad Indígena fue creada por Resolución 4811 de la Secretaría de Desarrollo Social en el año 1996, la misma fue dictada con el objetivo principal de adecuar los requisitos para la tramitación de la personería jurídica de comunidades indígenas con el espíritu del Artículo 75 Inciso 17 de la Constitución Nacional.
Bibliografía
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