8.6.2021
El eclipse interior
Perforar el techo, horadar la estructura, socavar el jardín, encontrar finalmente las condiciones que nos propone la exterioridad y convocar a la luz: mirar con la excitación de quien descubre las estrellas por primera vez a través del ojo de la cerradura.
EILEEN GRAY, Lucernario de la casa “Tempe à pailla” en Castelar, al norte de Menton, Francia
El pequeño lucernario, a pesar de la aparente insignificancia de su abertura, habilita una pulsión vertical que conecta nuestro espacio interior con la inmensidad del afuera: una antecámara cenital en la que la luz sucede, como sucede el tiempo en el espacio situado entre las ampollas del reloj de arena.
Entre 1932 y 1934 Eileen Gray equipa cuidadosamente los huecos y lucernarios de su segunda casa, a la que bautizará como “Tempe à pailla“ en Castelar, al norte de Menton, Francia.1 Se trata de mecanismos giratorios, engranajes accionados por manijas y manivelas que facilitan la creación interior de atmósferas diversas:
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