19.11.2021

Diálogos con el arquitecto Patrick Dillon, Panamá

Experiencias formativas en la búsqueda de una arquitectura tropical para Panamá.

Su ejercicio profesional es como un largo viaje que lo ha llevado desde Panamá a: Argelia, Estados Unidos, España y Francia, ya sea por estudios o trabajos. ¿me podría resumir las experiencias que le dejaron algunos de esos viajes?

Recuerdo siempre algo que dijo Luis Barragán:

“mi autobiografía es mi obra o mi obra es mi autobiografía”,

donde me encuentro hoy en términos de la profesión de arquitecto tiene mucho que ver con esos viajes. Vengo de Gamboa un pequeño pueblo en la ribera del río del canal de Panamá, y sólo salí de la zona del canal a los 17 años para ir a Arizona. Eso no fue sólo encontrar otro país, sino otro planeta, pasé de un clima tropical al desierto, además la arquitectura que conocí tuvo un impacto muy importante en mi manera de ser y de pensar. En esa época tenía la intención de volver después de mis estudios a Panamá y trabajar en una empresa de construcción de la familia, pero negocié un viaje antes de volver y me fui al terminar mi maestría en Houston Texas y luego me fui a Europa.

Visite Londres, Ámsterdam y París en un momento muy crítico de Europa en 1978, en París era el décimo aniversario del 68, la revolución de la juventud que tuvo secuelas en todo el mundo. En España entré al Taller de Arquitectura y en 1978 recién se estaba saliendo de 40 años del gobierno fascista de (Francisco) Franco, se estaba eligiendo el primer gobierno democrático. En Cataluña se había prohibido no solamente leer catalán, sino que eliminaron y secuestraron todos los libros, tampoco se podía escribir en catalán, e incluso se había prohibido hablar en catalán. Fue un momento increíble, todo el país estaba viviendo libremente, eso era lo más notable de mi llegada a Europa, esos cambios sociales, culturales muy importantes se habían iniciado.

Cuando fui a Argelia, era un país liderado por un gobierno militar socialista, y también fue un choque cultural muy importante, viniendo de un territorio manejado por EE. UU. en el corazón de Panamá, prácticamente yo era un “country boy”, un niño de campo, y llegar a meterme en estas situaciones me abrió la cabeza como nunca.

Al final de mis años en el Taller, conseguimos un proyecto en Nueva York y me fui a trabajar allá y después volví a Europa para continuar trabajando como arquitecto en Francia. Imagínense, la efervescencia cultural.

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