23.4.2025

Consistencias

"La arquitectura necesita inteligencia, de manera que la belleza sea una consecuencia natural de sus valores. La arrogancia suele acompañar de cerca la ignorancia."


Uno de los accesos a la Facultad de Arquitectura de la UNAM en México DF © Fotografía propia

En una entrevista de Anatxu Zabalbeascoa a Víctor López Cotelo, este declaraba:

La arquitectura necesita inteligencia, de manera que la belleza sea una consecuencia natural de sus valores. La arrogancia suele acompañar de cerca la ignorancia. Eso vale para cualquier país. El festejo hortera pretencioso no tiene que ver con saber disfrutar de la vida en cada momento.1

Junto a estas palabras la periodista escribía,

A lo largo de los años, y lo largo de la historia, el Premio FAD de arquitectura ha defendido una idea de la arquitectura basada en la inteligencia y no limitada a los efectos visuales y al componente formal de la disciplina.
Hoy día parece claro, o al menos, suscita suficiente consenso, que la arquitectura que se dedica a la especulación formal sin más reflexión ni atributos que ese juego egocéntrico de la forma por la forma esta totalmente desacreditada, tanto en la academia como en la profesión. Y no me refiero a un descredito local, producto de una crisis singularmente cruel, como podría argumentarse que ocurre en la península, sino que esta arquitectura, ayer masivamente aplaudida, es hoy puesta en tela de juicio en todo el mundo. Desde las nuevas practicas del continente asiático, con algunos arquitectos indios a la cabeza, pasando por la cuna hitech de Los Angeles o Londres, a la seriedad de las nuevas coordenadas arquitectónicas nórdicas y centro europeas, o incluso la voluptuosidad cultural de las latitudes suramericanas, el formalismo vacío de contenidos o dicho de otra manera más grafica, la mera eyaculación formal está difusa en el descrédito y una cierta atmósfera de naftalina.

En todas las escuelas de arquitectura, al menos, en todas las principales, el diseño paramétrico, o ha evolucionado hacia posiciones más abiertas, introduciendo consideraciones y mapificaciones de raíz social, cultural o tecnológica, poniéndose al servicio de lo otro, o directamente ha pasado a formar parte de un mero procedimiento para el desarrollo de situaciones específicas de proyecto. En todo caso, lo que antaño definíamos como diseño paramétrico, ha pasado de tendencia y moda a una cierta sensación de retiro debido a su inconsistencia.

Es decir, el diseño paramétrico especulativo ha caído en el olvido, y en su lugar han aparecido cientos de FabLabs que permiten customizar un producto, que abren a una gran masa social, la posibilidad de llegar incluso a hacerte tu propia vivienda2 o simplemente ponen el software que permite el desarrollo de formas arquitectónicas complejas al servicio de una lógica de ámbito superior, que en palabras de López Cotelo podríamos resumir en ponerse al servicio de una buena dosis de inteligencia.

El resultado de la retirada del mundo fashion, ha venido acompañado con la proliferación de críticas feroces, a media voz en muchos casos, al empecinamiento irresponsable de figuras en otro momento totémicas como Zaha Hadid, Frank Gehry o Santiago Calatrava, por su terquedad en seguir promoviendo una arquitectura vacía de contenidos culturales, sociales, económicos, políticos o tecnológicos. Toda las prácticas que preservan una visión de la arquitectura como una obra de arte, y por tanto sujeta a la absoluta subjetividad del autor y porqué no decirlo, a su capricho ególatra, están quedando caricaturizadas, a veces con sorna, otras con crueldad.

Leé la nota completa en > VEREDES

 

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