31.1.2012
Acto Fallido
La difusión de las imágenes del proyecto ‘The Cloud’ del estudio holandés MVRDV ha generado una fuerte polémica. En la imagen de la ‘nube pixelada conteniendo un programa adicional de actividades de ocio y espacios exteriores con amplias vistas’ que conecta dos torres (con alturas de 260 y 300 metros respectivamente) en el distrito Yongsang Dream Hub en Seúl se ha querido reconocer la macabra connotación del momento álgido del ataque a las Torres Gemelas -la ‘nube’ generada en el momento en que los aviones se empotraron contra ellas- y la red se inflamó con comentarios y opiniones de sensibilidades profundamente heridas.
Redondeaba la controversia la paradoja de que Daniel Libeskind (autor de la Torre de la Libertad en la Zona Cero) es el autor del masterplan del complejo financiero y cultural del que ‘The Cloud’ formaría parte.
Si la imagen hubiese sido generada adrede, podría haberse afirmado que éste habría sido un claro ejemplo de cómo la arquitectura generada para el impacto mediático habría cruzado la línea que nunca debiera haber traspasado en su obsesión de persistencia entre la catarata de imágenes efímeras que atestan los medios. Pero las disculpas de MVRDV no se hicieron esperar, apresurándose a negar que esa imagen fuera alusiva al 11-S, que fuera una idea nacida de un subconsciente perverso. Una disculpa de cuya sinceridad probablemente no haya que desconfiar, pero que no por ello evita que esta polémica deba reducirse a un incidente anecdótico y pasajero en el que, quizás por primera vez, un edificio-espectáculo ha suscitado un estruendo visceral de protesta y ofensa.
El proyecto en sí mismo no merece seguramente una profunda atención crítica: otro pseudo-alarde estructural procurado por las facilidades que proporciona la representación digital y que revela la cada vez más escasa imaginación de estos arquitectos que se autoimponen cada día reinventar la arquitectura (con dudoso éxito). Y en el que se reconocen inmediatamente referencias como el Habitat67 de Moshe Safdie, el edificio del Ministerio Georgiano de Autopistas en Tbilisi de George Chakhava y Turab Jalaghania o el imaginario metabolista, reciclados sin la complejidad conceptual y técnica que éstos planteasen, únicamente aprovechados para generar impacto y contener un elemental programa de usos representativo del banal concepto de lifestyle de lujo.
Este posible acto fallido permite percibir la profunda crisis por la que transita la arquitectura, no refiriéndose en este caso la idea de crisis a la producida por el crack económico sino a la otra crisis, la que ha quedado sumida debajo de la anterior: la pérdida de la identidad, de horizontes, una carencia de pensamiento en una arquitectura que se encuentra sumida, como gran parte de nuestra sociedad, en la dictadura de las imágenes, a este eterno presente, a esta carrera de escape a alta velocidad, que torna a la idea del proyecto cada vez más efímera y frívola. Este desliz de MVRDV hace patente que esta velocidad está reñida con cualquier reflexión, pone de manifiesto el creciente hartazgo con una iconografía descartable e intercambiable que ha ahogado a estos arquitectos con un supuesto halo de contemporaneidad en la más pura esterilidad. Lo más preocupante es que esta supuesta frivolidad se debe a una sumisión a los dictámenes del capital.
‘The Cloud’ personifica la culminación por el absurdo de esta representación de un proceso ideológico que, no en vano, comienza a germinar tras la Caída del Muro de Berlín que dio vía libre al creciente desarrollo de capitalismo exasperado y la globalización de la sociedad de consumo y que hace a la arquitectura anular su ideario social y humano en pos de una doctrina mercantilizada. El virus de los postulados koolhasianos, extendiéndose también a través de sus subproductos -como el que representa MVRDV- ha provocado un giro del pensamiento arquitectónico hacia la hegemonía de una ideologización del oportunismo cuyo fracaso ha quedado patente en enclaves como Dubai.
Puede decirse que esa reacción generalizada contra ‘The Cloud’ involuntariamente ha logrado quizás mucho más de lo que podrían haber hecho escritos críticos evidenciando con sus reflexiones la necesidad de analizar y desmontar un ideario arquitectónico, porque el rechazo contra ese símbolo que se cree vislumbrar en ella conduce a clamar contra los excesos de una arquitectura que desde hace demasiado tiempo ha apostado por posicionarse del lado del neoliberalismo deshumanizado, que ha abjurado de la manera más zafia cada vez más de su función de servicio a la dimensión humana para acabar en este estado terminal donde la ideología se pone al servicio del mejor postor.
Versión ampliada del texto publicado originalmente en el suplemento cultural de ABC, Madrid – 31 de Diciembre de 2011 – Número 1025
Fuente > http://www.btbwarchitecture.com/2012/01/acto-fallido.html