29.10.2012

«Diseño Ético»

Hoy, el diseño está inexorablemente unido al modo en que la sociedad, la cultura y el medio ambiente interactúan. Las responsabilidades medioambientales, sociales y morales de los diseñadores están determinando factores en nuestro esfuerzo común por fomentar una sociedad sustentable y armoniosa.

A lo largo de las últimas dos décadas, los diseñadores, así como la sociedad en general, han desafiado la percepción del diseño. En la actualidad, el papel cambiante y las responsabilidades del diseño y los diseñadores se están abordando a nivel institucional e individual. Al aceptar la enorme influencia que el diseño tiene sobre la calidad de vida, las potenciales consecuencias del trabajo de los diseñadores han cambiado la manera en que muchos diseñadores se ven a sí mismos y los parámetros de la forma de diseñar. Saber distinguir lo bueno de lo malo, no sólo en términos de la forma y la función sino, también, en términos de propiedades sociales, medioambientales y humanas, asume paulatinamente igual importancia en las demandas económicas, tecnológicas y mercantiles.

El diseño ya no sólo caracteriza al objeto, sino también al contexto –el valor que refleja, los objetivos que persigue y la ética que representa–, es decir, cuando el proceso del diseño desemboca en un objeto material. Cada vez con más frecuencia, el resultado no es, y nunca pretendía ser, un objeto, sino una manera o un método. Conforme el diseño es reconocido como un planteamiento relevante a los retos dentro de la educación, la sanidad y otros servicios públicos, la gestión y los procesos políticos, la ética y la filosofía se convierten en pilares cada vez más importantes de las actividades del diseño. Y al mismo tiempo, el ámbito de los diseñadores se amplía considerablemente, al igual que la fuerza potencial del diseño como herramienta de cambio.

Hay un proceso en marcha de reevaluación del diseño. Las capacidades profesionales ya no bastarán. Por tanto, es necesaria una revaloración fundamental del papel y las responsabilidades del diseño y de los diseñadores en la comunidad del diseño, así como en el ámbito donde ejercen, o podrían ejercer, un papel. La comunidad del diseño tiene que reevaluar y debatir sus códigos de conducta para facilitar una nueva serie de éticas del diseño adecuadas a los desafíos del futuro. “Los diseñadores tienen que participar activamente en la sociedad, ganándose su respeto, no exigiéndolo; centrándose en problemas reales, en lugar de los construidos artificialmente”. Los ambientes políticos y corporativos tienen que descubrir el potencial aún sin explotar del mismo, como una competencia potente –mucho más potente de lo que se aprecia–, y acoger los retos propuestos por el diseño y los diseñadores y, al mismo tiempo, desafiar sus propias aspiraciones éticas y filosóficas. El buen diseño no sólo requiere de la ética y la integridad, de las capacidades y de una idea potente por parte del diseñador; requiere además de la integración de procesos y la interdependencia de todas las partes involucradas basadas en sus diferentes capacidades y referencias. Y exige una comprensión común de lo que es bueno.

Por último… una frase que reseña estos conceptos y que deber regir el diseño, en especial el de interiores, que es el responsable de la generación de los hábitats para el hombre: La Casa de hoy debe ser inclusiva, sustentable y creativa.

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