27.3.2008
Réquiem por el Cabanyal
Hace unos días desayunábamos con la sentencia del Tribunal Supremo a propósito de la prolongación de la Av. Blasco Ibáñez. [Redoble de tambores¡¡¡], “el supremo desestima el recurso de casación de la plataforma vecinal
Salvem el Cabanyal y avala la prolongación de Blasco Ibáñez hasta al mar”. Por un momento oigo lo clinks¡¡¡ de las cajas registradoras, el ronroneo de las excavadoras y las palmaditas en la espalda.
Con esta sentencia se cierra un ciclo que dura ya casi 10 años de litigios entre el ayuntamiento y los vecinos afectados. La alcaldesa de la ciudad, henchida de orgullo y satisfacción, afirma que es lo mejor que le ha pasado a Valencia (lo más rentable política y económicamente, añadiría yo). Además, animada por la resaca fallera y el olor a pólvora, anuncia la ejecución inminente del proyecto paralizado durante tantos años por culpa de la ‘izquierda radical’ [repriman la risa unos segundos si pueden].
Así, a pelo. Sin epidural. Como si defender tu casa de la embestida de los Bulldozers fuera cuestión de ideologías políticas.
Pero por si alguien no se ha enterado aún les resumo la historia, prometo ser breve.
El Cabanyal, antiguo núcleo de pescadores, forma parte de Els Poblats Marítims. Un barrio consolidado, cuya trama urbana, sus numerosos ejemplos de arquitectura modernista popular y su tejido social han creado un patrimonio sociológico de indudable valor, protegido como Bien de Interés Cultural [BIC].
Por otro lado, la Av. Blasco Ibáñez nace del Jardín de Viveros como “avenida de Valencia al mar”, con edificios de altura proporcionada [dos o tres plantas] a la del barrio que pretendía conectar [el Cabanyal]. La avenida también articulaba áreas dotacionales integradas por los edificios de la Universidad de Valencia. Sin embargo, con el tiempo se desvirtuó el asunto. Pronto aparecieron las torres de viviendas, pervirtiendo su configuración y el carácter dotacional inicial.
Llegados a este punto, ¿Es lógico que Blasco Ibáñez llegue hasta el mar?¿Es necesario dividir el barrio de el Cabanyal en dos?¿A que precio?.
Por supuesto, el consistorio lo tiene más que claro [recordemos la reciente afición de nuestra alcaldesa por la vela y el automovilismo].
Hace tiempo leí en un artículo de El País que un nutrido grupo de profesionales de la arquitectura como Oriol Bohigas, Vicent García, Marilda Azulay, Vicent Gallard, Carmen Jordá, Carlos Meri y Luis Francisco Herrero, ponían en duda la idoneidad de una iniciativa que crea un problema donde no lo hay y que además le da una solución traumática [por fin un poco de sensatez]. Me pregunto que pensará al respecto, esa figura internacional de la arquitectura blanca, natural de Valencia y afincado en Suiza….
Pero ahora señores hay que darse prisa, hay que recuperar el tiempo perdido. La señora Barberá anuncia que se retomará el proyecto a toda velocidad [recordemos su reciente afición por el deporte].
Contando con que se han de derribar 1652 viviendas, va a tener que emplearse a fondo. Le propongo que reclute a un buen puñado de inmigrantes, con un contrato digno, con un sueldo digno, con un horario digno, trabajando directamente para el ayuntamiento. Sin intermediarios. ¿Qué le parece?
Documentándome acerca de los pormenores de esta actuación, leo en varias publicaciones que la mercantil encargada de ejecutar el proyecto Cabanyal 2010 [mitad de capital público, mitad de capital privado], está bajo sospecha por la Unión Europea [siéntense y pónganse cómodos], por no respetar los principios de publicidad y libre concurrencia comunitarios.
Vaya¡¡¡, ya salió la UE a tocar las narices. Parece que la adjudicación digital de empresas que tanto gusta al consistorio, no es plato de buen gusto para el comisario de Mercado Interior de la Unión Europea Charlie Mc Creevy.
Mientras tanto, y a la espera del rugido de los Bulldozers, esperemos que vuelva el sentido común y se plantee una alternativa menos traumática y destructiva para el barrio de El Cabanyal.
¡Buenas tardes y buena suerte!
Con esta sentencia se cierra un ciclo que dura ya casi 10 años de litigios entre el ayuntamiento y los vecinos afectados. La alcaldesa de la ciudad, henchida de orgullo y satisfacción, afirma que es lo mejor que le ha pasado a Valencia (lo más rentable política y económicamente, añadiría yo). Además, animada por la resaca fallera y el olor a pólvora, anuncia la ejecución inminente del proyecto paralizado durante tantos años por culpa de la ‘izquierda radical’ [repriman la risa unos segundos si pueden].
Así, a pelo. Sin epidural. Como si defender tu casa de la embestida de los Bulldozers fuera cuestión de ideologías políticas.
Pero por si alguien no se ha enterado aún les resumo la historia, prometo ser breve.
El Cabanyal, antiguo núcleo de pescadores, forma parte de Els Poblats Marítims. Un barrio consolidado, cuya trama urbana, sus numerosos ejemplos de arquitectura modernista popular y su tejido social han creado un patrimonio sociológico de indudable valor, protegido como Bien de Interés Cultural [BIC].
Por otro lado, la Av. Blasco Ibáñez nace del Jardín de Viveros como “avenida de Valencia al mar”, con edificios de altura proporcionada [dos o tres plantas] a la del barrio que pretendía conectar [el Cabanyal]. La avenida también articulaba áreas dotacionales integradas por los edificios de la Universidad de Valencia. Sin embargo, con el tiempo se desvirtuó el asunto. Pronto aparecieron las torres de viviendas, pervirtiendo su configuración y el carácter dotacional inicial.
Llegados a este punto, ¿Es lógico que Blasco Ibáñez llegue hasta el mar?¿Es necesario dividir el barrio de el Cabanyal en dos?¿A que precio?.
Por supuesto, el consistorio lo tiene más que claro [recordemos la reciente afición de nuestra alcaldesa por la vela y el automovilismo].
Hace tiempo leí en un artículo de El País que un nutrido grupo de profesionales de la arquitectura como Oriol Bohigas, Vicent García, Marilda Azulay, Vicent Gallard, Carmen Jordá, Carlos Meri y Luis Francisco Herrero, ponían en duda la idoneidad de una iniciativa que crea un problema donde no lo hay y que además le da una solución traumática [por fin un poco de sensatez]. Me pregunto que pensará al respecto, esa figura internacional de la arquitectura blanca, natural de Valencia y afincado en Suiza….
Pero ahora señores hay que darse prisa, hay que recuperar el tiempo perdido. La señora Barberá anuncia que se retomará el proyecto a toda velocidad [recordemos su reciente afición por el deporte].
Contando con que se han de derribar 1652 viviendas, va a tener que emplearse a fondo. Le propongo que reclute a un buen puñado de inmigrantes, con un contrato digno, con un sueldo digno, con un horario digno, trabajando directamente para el ayuntamiento. Sin intermediarios. ¿Qué le parece?
Documentándome acerca de los pormenores de esta actuación, leo en varias publicaciones que la mercantil encargada de ejecutar el proyecto Cabanyal 2010 [mitad de capital público, mitad de capital privado], está bajo sospecha por la Unión Europea [siéntense y pónganse cómodos], por no respetar los principios de publicidad y libre concurrencia comunitarios.
Vaya¡¡¡, ya salió la UE a tocar las narices. Parece que la adjudicación digital de empresas que tanto gusta al consistorio, no es plato de buen gusto para el comisario de Mercado Interior de la Unión Europea Charlie Mc Creevy.
Mientras tanto, y a la espera del rugido de los Bulldozers, esperemos que vuelva el sentido común y se plantee una alternativa menos traumática y destructiva para el barrio de El Cabanyal.
¡Buenas tardes y buena suerte!