4.10.2016

Un sistema vivo. Diseño de señalética para el Institut Pasteur de Montevideo

Buscamos elementos cotidianos en el trabajo de los científicos susceptibles de utilizar como recursos visuales o conceptuales y que mostrarán de forma simbólica lo que sucede dentro de sus laboratorios.

El Institut Pasteur de Montevideo (IPM) se proyecta abierto y en diálogo con el resto de la sociedad, como forma de dar a conocer su trabajo cotidiano en ciencia y tecnología. El edificio, diseñado y construido especialmente para el instituto, se ubica dentro de un gran predio vallado que lo aleja del entorno. La carga simbólica de este contexto con entrada restringida, en contraposición con la visión institucional que plantea una comunicación fluida con el afuera, da lugar a la idea fuerza que conduce nuestra propuesta de señalética: hacer visible lo que sucede dentro del edificio y sus laboratorios, como forma de iniciar una conversación con la comunidad.

A la hora de generar cualquier pieza comunicacional el IPM debe seguir los lineamientos definidos en el manual de identidad de la red internacional a la que pertenece. En este sentido, seleccionamos la tipografía institucional FS Joey, que por su geometría y legibilidad se presenta adecuada para la construcción de un sistema de señales. Pero para diseñar una señalética que se adapte a las necesidades del IPM y sus usuarios es necesario tener en cuenta también las particularidades que emergen del medio local y que no aparecen contempladas en las generalidades del manual: la materialidad de su edificio, la cultura institucional que ha construido el IPM en estos diez años en Uruguay y su proyección a futuro. Es por esto que para definir la paleta cromática, las formas, las texturas y el tono comunicacional nos tomamos la licencia, sin contradecir el manual, de ponderar las características y necesidades locales.

Buscamos elementos cotidianos en el trabajo de los científicos susceptibles de utilizar como recursos visuales o conceptuales y que mostraran de forma simbólica lo que sucede dentro de sus laboratorios. Encontramos potencial en los cultivos de microorganismos realizados en placas de Petri y trabajamos en su síntesis para crear texturas con suficiente valor estético para realizar intervenciones que agreguen valor al espacio. El uso del aumento del microscopio como recurso nos permite destacar lo que a simple vista no se ve y es fundamental que se perciba. Los servicios básicos y espacios de uso común para todos los que acceden al lugar, sean visitantes o residentes, como los baños, las salas de conferencias, la única escalera que comunica las plantas del edificio, la cafetería como lugar de reunión por excelencia, la sala de lactancia, entre otros, se destacan con intervenciones a gran escala, mientras que en el caso de los laboratorios y lugares de acceso restringido optamos por aplicaciones más sutiles.

Si bien el idioma de la ciencia es el inglés y el instituto recibe a personas de diferentes partes del mundo, decidimos, en conjunto con las autoridades del IPM, utilizar el castellano como forma de marcar la identidad local. Descartamos la utilización de señales bilingües para no complejizar la comunicación, sobre todo en el caso de los identificadores de laboratorios que cuentan en su mayoría con nombres extensos. Se incorporó un sistema de pictogramas para universalizar la identificación de los servicios básicos y para regular prohibiciones como la de no fumar dentro del edificio. Es en los pictogramas de varón y mujer donde se plantea una conexión directa con el contexto. Su resolución formal se realiza a través de elementos reconocidos por su utilización en laboratorios: un tubo de ensayo y el frasco Erlenmeyer.

Por otra parte, una vez dentro del predio la entrada principal es muy difícil de identificar. Para abordar esta situación recurrimos a un gran vector luminoso y perpendicular a la fachada que indica su localización exacta. El vector dialoga con el plano vidriado de la entrada, intervenido con la textura que resulta del trabajo de síntesis de las placas de Petri, y con el isologotipo del IPM. No solo pensamos en que la puerta de ingreso principal era un buen lugar para dar la bienvenida con una intervención que transmita el espíritu de la propuesta, sino en que además es delante de este mismo plano, y utilizando la escalera como asientos, donde se toman año a año las fotografías del grupo de científicos que trabaja en el instituto, por lo que ese lugar se convierte también en un fondo institucional.

La necesidad de generar un entorno amigable que mejore la relación entre los usuarios, así como con el espacio y la comunidad, determinó la forma y el tono de los mensajes. Las señales dan la bienvenida, te preguntan a dónde querés ir, amenizan con su escala e impacto estético la asepsia de este espacio lleno de laboratorios, muestran un sistema de señales vivo y dinámico, como lo es el objeto de estudio del instituto. Proponen una forma de relacionarse, a la vez que construyen identidad y sentido de pertenencia.

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