3.5.2011

Edificio Consorcio Santiago, 14 años después

El Edificio Consorcio-Santiago (Enrique Browne y Borja Huidobro, arquitectos, 1990-93) está ubicado en la Comuna de Las Condes de Santiago de Chile. Tiene 26.751 m2 considerando sus subterráneos 1. Alcanza 17 pisos y tiene 74 mts. de largo, ocupando media manzana sobre la Avda. El Bosque. El Consorcio Nacional de Seguros pidió pocos requisitos, pero claros. El edificio debía tener unos 19.000 m2 sobre el suelo. Las plantas libres deberían tener unos 1.200 m2, subdivisibles al menos en dos.

Los tres primeros pisos serían para la empresa (con entrada propia) mientras el resto superior quedaría para arriendo, venta o posterior expansión de la Compañía. Se sugería utilizar una “piel” con termopaneles de cristal y paneles de ACM 2, material novedoso en esa época y recién utilizado en el edificio de La Interamericana en el centro de Santiago (Alemparte y Barreda , Arqtos. Asoc., 1987-90). Pero sobretodo, la imagen del edificio debía perdurar en el tiempo, es decir, no pasar de moda. Con estas indicaciones, más nuestras propias observaciones sobre el terreno, el barrio, los reglamentos y otros factores, se realizó el proyecto.

Lo primero que surgió fue su planta con forma de “bote”, la cual deriva de la alineación de su fachada principal con los ejes mayores que bordean el edificio, a saber, la Avda. El Bosque por el poniente y Avda. Tobalaba y Canal San Carlos, por el sur. Redondeando el abierto ángulo entre ambas vías (148 grados), se eliminó el costado sur del edificio, convirtiéndolo en un alto vértice. Esta “proa” vertical marcaría simbólicamente el inicio de la zona donde comienza legalmente el área de oficinas en la avenida. La esquina norponiente también se curvó levemente para acoger visualmente el mayor flujo de peatones que vendría desde la Avda. Apoquindo, donde pasa el Metro subterráneo. Las curvaturas de los extremos produjeron plazuelas exteriores en ambas esquinas de la cuadra. Cabe considerar también que hacia 1990 los vecinos al oriente eran casas a la venta. Su impredecible volumetría futura hacía conveniente ocultar ese lado. Por lo mismo planteamos un largo volumen semi adosado según los Reglamentos, de 3 niveles. Esto produjo un alto corredor entre éste y el “bote” lo cual hizo posible dos accesos independientes en los extremos: Uno para el Consorcio y otro para los pisos superiores. Estas entradas quedaban precedidas por las plazuelas mencionadas. Para separar funcionalmente ambas entradas sin perder la longitud, se dejó aquella del Consorcio a nivel suelo y la otra a nivel +1.

Ahora bien, en climas normales, el mayor problema térmico de los edificios de oficinas es su calentamiento, dado que unas 4 personas – más su equipamiento como lámparas, computadores y otros – generan calor equivalente a una estufa. Por lo mismo, el sistema de aire acondicionado incide decisivamente en el consumo y costos de energía. En Santiago el sobrecalentamiento aumenta excesivamente al lado poniente entre Octubre y Marzo. A éste se le agrega la reverberación del calor en el pavimento de las calles y veredas. Adicionalmente están las molestias del encandilamiento. Pues bien, la más larga fachada del edificio tenía estos problemas, también presentes por el costado norte, pero algo atenuadas. Enfrentamos los problemas de calor y encandilamiento utilizando lo más posible medios naturales, como vegetación y agua. En el antejardín se instaló un espejo de agua de 48 mts. de largo y 420 m2, con surtidores. Este evita la reverberación y produce evaporación, bajando la temperatura. También se plantearon árboles para refrescar las veredas y sombrear al menos hasta el 3° nivel. Los dos pisos superiores fueron protegidos por una gran visera de 4,5mts., la cual sirve de remate al edificio. A su vez protege del asoleamiento norponiente a dichos pisos. La visera fue confeccionada con celosías que eliminan la radiación solar directa sobre los termopaneles (de 5,5 mts. de alto) durante la mayor parte del día. La insolación sobre los cristales sólo empieza después de las 17 horas. Esto permitía reducir la carga térmica de enfriamiento y reducir la capacidad instalada de climatización, con el ahorro energético consecuente durante la vida útil del edificio.

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Pero la clave estaba en el “cuerpo” del edificio (pisos 4 al 15). Se optó por protegerlos con vegetación. Se vieron tres alternativas: “parrones horizontales” con enredaderas de hoja caduca, para permitir más sol y luz en invierno, “doble piel vegetal” vertical, con trepadoras caducas y “árboles” caducos (Acer Japónicos u otros). Sobre el tipo de plantas, su velocidad de crecimiento, riego y funcionamiento térmico y estético teníamos experiencias empíricas previas por más de 15 años. “Horizontales”, como en Casas en Ch.Hamilton (1974) con uva de mesa como superficie vegetal, “verticales” como en Casa en P.Harris (1982), en Casa en San Damián (1987), o en el frustrante Edificio El Agora (1987), etc. Pero con árboles en altura no teníamos dichas pruebas. Por lo mismo se eligió la solución de “doble piel vegetal” (parrón vertical). Esta se distanció 1,40mts. de la superficie exterior del edificio. Esta separación asegura amplias chimeneas para corrientes de aire ascendentes y para dar cabida a generosas jardineras inferiores, con riego programado gota a gota. Además, esta separación permite un fácil paso de los carros limpiafachadas que llevan también un jardinero para la poda, desinfección y abono de la vegetación-

Las experiencias previas aseguraban un crecimiento de las trepadoras de al menos 12mts. de alto en unos 6 años, como en la Casa en P.Harris. Optamos entonces por dividir la gran fachada en 3 franjas horizontales verdes, con 4 – 3 y 2 pisos recesivos, remarcando la separación de las franjas con un piso sin verde. Quedó así definida la elevación principal. Para convencer a los clientes de la solución, los invitamos a conocer experiencias anteriores, como la Casa en P.Harris. Una vez que la alternativa vegetal fue aprobada, el apoyo de la empresa a la ejecución y mantención de ésta ha sido constante. El diseño específico de los jardines verticales se lo encargamos al paisajista Juan Grimm, quien utilizó enredaderas caducas que enfatizan el paso de las estaciones del año y su cambiante colorido (como bouganvilleas, ampelopsis y plumbagos). En la práctica la solución de “doble piel vegetal” significa levantar verticalmente las superficies verdes de las casas originalmente en el terreno, aumentando éstas ligeramente de 2.674 m2. a 2.735 m2. Es decir, por sobre el 70% del tamaño total del terreno en ambos casos. Así el edificio devuelve a la ciudad la vegetación que le quita, haciéndola además más visible. Esto alegra el barrio, lo oxigena y mitiga la contaminación atmosférica, especialmente de CO2. Ofrece a su vez un aspecto cambiante, pero de permanente validez. De hecho, la arquitectura y la vegetación se comportan distinto en el tiempo. Cuando mejor se ven los edificios normales es recién terminado. De ahí el apuro por fotografiarlos. Con los años su aspecto decae. Se ensucian y deterioran los materiales, junto con otros problemas

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Con la naturaleza sucede al revés. Un parque recién terminado es apenas una esperanza. Pero a los 15 años ha ganado mucho. Los árboles han crecido, dando sombra y conformando espacios. Predomina el verde y otros valores. Por lo mismo, fundir arquitectura y vegetación, haciendo de ésta última un material de construcción, mantiene vigente el edificio por tiempo indefinido. Con esto se cumplía con el principal requerimiento planteado por los clientes. Por otra parte, los interiores se vuelven más atractivos y domésticos. Esto es particularmente importante si se considera que los seres humanos pasan alrededor del 70% de su tiempo en espacios interiores.3 La vegetación puede ser regulada a discreción de los usuarios. Además su superficie blanda reduce el ruido de la ciudad. Con todo, el Edificio Consorcio-Santiago se ha convertido en un hito del barrio, querido por sus propietarios, vecinos y santiaguinos. Esto es demostrable. La tasa de ocupación del edificio ha sido permanente de un 100%. La compañía cambió su viejo logotipo, mantenido por decenas de años, por otro representando su edificio en Santiago. Las encuestas de opinión realizadas por diarios o revistas, confirman lo dicho, ya que el edificio ha ocupado sostenidamente un lugar sorprendentemente alto. Fue elegido como el Mejor Edificio de la Década 90′ en Chile (el año 2002)4, luego como el Mejor Edificio de los últimos 30 años y como Uno de los 3 Mejores Edificios de Santiago, (2003)5 y seleccionado como uno de los “6 Mejores Edificios de Santiago de todos los tiempos, (2006)6. Además ha obtenido numerosos premios en Chile y el extranjero. Entre ellos, un Primer Premio en la X Bienal de Arquitectura de Chile (1995), y el Premio Bicentenario de Chile (2009).

Además de sus beneficios “ambientales”, el Edificio Consorcio-Santiago se ha comportado “energéticamente” mejor de lo pensado. Al menos por los estudios empíricos que he realizado con el Ingeniero Joaquín Reyes. Durante el diseño, habíamos estimado que la “piel vegetal” reduciría un 60% la radiación solar, con un 10% de ahorro en gastos energéticos. Para un Congreso Internacional realizado el 20027, el Ingeniero J. Reyes efectuó un estudio comparativo del consumo energético de 10 edificios corporativos construidos recientemente en Santiago. Pero no pudo incluir el Consorcio-Santiago por la dificultad en conseguir datos mensuales y anuales de los distintos arrendatarios, que tenían diferentes contratos con las compañías proveedoras de energía. Sin embargo, este año fue posible juntar dichos antecedentes, porque la propia empresa ocupaba la mayor parte del edificio. Se reajustaron al año 2007 todos los costos de los edificios considerados originalmente y se compararon con pisos típicos del Consorcio-Santiago. Los resultados, si bien deben considerarse provisorios, son mucho mejores de lo esperado. El Edificio Consorcio-Santiago tendría un 48% menos de consumo energético que el promedio de los 10 originales.

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Este menor consumo significaba un ahorro monetario del 28% respecto al promedio de los otros. Estos porcentajes podrían estar algo exagerados por factores circunstanciales (como ubicación, altura, relación con edificios vecinos, densidad de ocupación interior, distribución y otros). Por lo mismo, comparamos un piso del Consorcio-Santiago con “doble piel vegetal” versus otro piso del mismo edificio sin dicha protección. Los resultados se confirmaron, pero atenuados. El piso protegido vegetalmente consume un 35% menos de energía, con un costo 25% menor. Por lo mismo, suponer que la “doble piel vegetal” redunda en un 20% de ahorro anual en gastos de energía – es decir el doble de lo presupuestado originalmente – parece una estimación razonable y satisfactoria. De hecho “la mejor manera de demostrar el potencial y las posibles soluciones para la construcción sustentable es con ejemplos concretos” 9. Además porque los resultados se derivan de una investigación empírica en arquitectura que lleva 33 años de empecinado trabajo de “prueba y error”.

Postdata
Por razones de claridad la evaluación del Edificio Consorcio-Santiago se centró en su calidad medioambiental y comportamiento energético. Pero algunos otros aspectos podrían ser señalados. En pro de la concisión, sólo uno más. Con varios años de funcionamiento, se constató que el gran Hall longitudinal del edificio no cumplía cabalmente su rol representativo. Los principales ejecutivos de las empresas accedían en auto a los estacionamientos subterráneos, tomando directamente desde ahí los ascensores hacia sus respectivos pisos. Igual sucedía con los invitados importantes, para los cuales existían estacionamientos reservados. Con todo, casi ninguno pasaba ni veía el Hall. Constatado ello, en 2001 se decidió realizar nuevos halls en los dos subterráneos de estacionamientos, otorgando accesos más dignos desde esos niveles. Se aprovechó esta operación para solucionar el problema de las personas que bajaban al 2° subterráneo a fumar, lo cual se prohibía en las oficinas. Por lo mismo lo hacían entre los autos, con peligro y suciedad ambiental. En el nuevo hall de este nivel se instalaron extractores de aire, máquinas de bebidas y comestibles, cajero automático y otras comodidades. Muy luego el lugar se convirtió en asiduo pero rápido lugar de reunión para muchos oficinistas. Lamentablemente estos servicios tuvieron que cancelarse, porque una compañía con estacionamientos adyacentes, objetó pasar por ahí para tomar ascensores. El asunto ofrece lecciones para futuros halls en edificios de oficinas.

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